Desde que el apóstol Pablo estableció la estructura de gobierno por medio de ancianos en las iglesias gentiles (Hechos 14:23), y los doce apóstoles probablemente hicieron lo mismo en las iglesias judías (Hechos 15:6; Santiago 5:14), los escritores del Nuevo Testamento dieron por determinado el liderazgo de ancianos como institución apostólica.
En Tito 1:5, Pablo le dice a Tito y a las iglesias que una iglesia no está establecida ordenadamente mientras no se hayan reconocido ancianos calificados (plural). De esa manera, Pablo le ordenó a Tito que reconociera ancianos: “Establecieses ancianos en cada ciudad, así como te mandé” (Tito 1:5). Haciendo ésto Pablo actuó en contra de la tradición y costumbres culturales en cuanto al liderazgo de un solo hombre practicadas en esos tiempos por las sinagogas judías y la sociedad grecoromana. Así, la instrucción de Pablo de reconocer ancianos como una estructura gubernamental es intencional; él no estaba simplemente acomodándose a la norma social de esos tiempos. Las instrucciones dadas a Tito establecen una normativa apostólica que debe ser obedecida por los cristianos de nuestro tiempo.
Muchos consideran que las instrucciones acerca de los ancianos son universalmente obligatorias en la iglesia mas no la estructura de pluralidad de ancianos. Se ha afirmado que las instrucciones de Pablo en cuanto a las capacidades de un anciano son obligatorias, pero que la estructura no lo es. Haciendo esta distinción, eliminan la estructura del liderazgo de ancianos de las iglesias y aplican las instrucciones bíblicas a sus propias y preestablecidas instituciones: la estructura clerical o el pastorado singular. Pero ésta es una distinción errónea. Por ejemplo, ¿cómo podría un pasaje tan importante como 1 Timoteo 5:17,18 aplicarse al pastorado singular? Esta instrucción puede comprenderse solamente en el contexto de una pluralidad de ancianos.
Concluimos entonces, que las instrucciones dadas a ancianos y acerca de estos, tanto como la misma estructura del liderazgo de ancianos, deben ser respetadas como mandato apostólico (Tito 1:5), que esa sigue siendo la norma para las iglesias de hoy.
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