¿Cómo identificar a aquellos que Dios ha levantado para ser ancianos en una iglesia ya establecida? En el caso de las iglesias nuevas, tenemos el ejemplo de Pablo y Bernabé constituyendo ancianos en cada iglesia (Hechos 14:23), y Pablo instruyendo a Tito para que establezca ancianos en cada ciudad (Tito 1:5). Los misioneros y quienes inician iglesias hacen esto con regularidad. Pero en el caso de iglesias ya establecidas, poco dice la Escritura acerca de cómo añadir nuevos ancianos al grupo existente. Sin embargo la iglesia de Antioquía, de Hechos 13:2-3 nos da un modelo para identificar a los líderes espirituales sin depender de que alguien externo a la iglesia los nombre. En esa congregación gentil, encontramos a los lideres existentes siendo utilizados por Dios para reconocer a quienes Él levanta para el liderazgo. El Espíritu habló mientras ellos adoraban, oraban y ayunaban, e identificó a los hombres para la “obra a que los he llamado”. Si tal cuidado y ejercicio espiritual se usó para identificar a los primeros misioneros, en la actualidad parece sabio seguir el mismo patrón a la hora de identificar ancianos en potencia.
Una iglesia local con la cual estuve usó Hechos 13:2-3 como fundamento y desarrolló el siguiente plan. El proceso también podría utilizarse para que los ancianos se evalúen a sí mismos.
Enseñar
Los ancianos comenzaron enseñando a la congregación acerca de los ancianos. Se nos informó que estaban buscando la guía de Dios para nuevos ancianos.
Oración y ayuno
Los ancianos programaron un día para que ellos como grupo pudiesen dedicar 24 horas a la oración y el ayuno. Reunidos en un sitio determinado, alternamos 30 minutos de oración con 15 minutos de descanso. Durante este tiempo nos enfocamos en uno o dos hombres en comunión, conversando sobre sus calificaciones bíblicas para llegar a ser un anciano.
Luego pasamos un buen rato orando ellos y sus familias, pidiendo la guía de Dios sobre nuestra evaluación. Después del descanso repetíamos el proceso con más nombres. Oramos por cada hermano en comunión sin descalificar a nadie prematuramente. Este proceso tuvo el efecto de humillar profundamente a los ancianos presentes. El Espíritu Santo comenzó a hablarnos de nuestras propias falencias en relación con las calificaciones bíblicas. Oramos los unos por los otros como ancianos, al igual que por otros hombres. Finalmente sacamos una lista corta de ancianos en potencia.
Participación de toda la iglesia
Habíamos animado a la congregación a orar y ayunar por las mismas 24 horas. No se eligió lugar especial para esto pero muchos incluyeron la oración y el ayuno a su rutina diaria. Sólo les pedimos que oraran por que el Señor les mostrara a ellos y a los ancianos los hombres que Él quería. Luego les pedimos a quienes habían participado que nos entregaran nombres de los hombres que el Señor les había dicho.
Los ancianos se reúnen de nuevo
Los ancianos se volvieron a reunir para revisar los nombres entregados por la congregación y su propio sentido de dirección del Señor. Esto dejó una lista más reducida.
Los ancianos se reunieron con los posibles nuevos Ancianos
Al creer que el Espíritu Santo los guiaba, los ancianos se reunieron con los individuos para preguntarles si tenían una carga o deseo para esta gran obra. Nos reunimos también con las esposas de los que respondieron afirmativamente, es importante saber si ellas están de acuerdo con que sus esposos hagan esto.
Entrenamiento
En este punto ya la lista era muy corta. Invitamos a los candidatos potenciales a participar de las reuniones de ancianos por un periodo de tiempo. Simultáneamente le informamos a la congregación quiénes eran las personas en consideración. Esto dio la oportunidad para que toda la Iglesia opinara. El proceso no debe apurarse, pues 1 Timoteo 5:22 nos dice, “No impongas con ligereza las manos a ninguno…” Mucho daño se ha hecho cuando han llegado al liderazgo hombres sin la suficiente deliberación o preparación. Durante este tiempo, un estudio más a fondo del tema bíblico del obispado sería provechoso para el candidato. Podría asignársele un anciano para que sea su mentor, llevándolo consigo en visitas y consejería (cuando sea apropiado). El anciano mentor encontrará que está entrenando al candidato en muchos aspectos de la obra.
Reconocimiento del nuevo anciano
En algún punto es necesario reconocer al candidato como anciano. Sólo el Espíritu Santo y el sentir que los ancianos tengan de que la persona está lista pueden guiar esta decisión. Eso sí, debe haber total unidad entre los ancianos al respecto. Sin la confianza y el respeto mutuo, la tensión y conflicto resultantes pueden paralizar a los ancianos al igual que a la iglesia.
Cuando vinculamos un nuevo anciano, tenemos un sencillo servicio de “reconocimiento” en el cual, hacemos eco de las palabra de Pablo a los ancianos de Éfeso, y le encomendamos en oración “a Dios y la palabra de su gracia” (Hechos 20:32). La congregación ve la solidaridad de los ancianos y su identificación con el nuevo anciano. Los santos a su vez pueden decir “Amén”.
Lo anterior es tan solo un bosquejo de lo que una iglesia local ha hecho. Cada iglesia sería sabia al determinar su propio método para identificar a los nuevos ancianos que el Señor está levantando.
Por Chuck Gianotti
Tomado de la publicación Apuntes para Ancianos