Por Derwin L. Gray
La mayoría de los líderes de ministerios tienden a fijar metas, especialmente durante esta temporada, estamos cerrando un año y mirando hacia adelante con las posibilidades de un calendario en blanco.
Somos visionarios, buscamos ver a dónde nos va a llevar Dios individualmente como personas, y corporativamente en nuestros hogares y congregaciones.
Hacemos declaraciones sobre cómo seremos mejores cónyuges, padres, líderes de la iglesia, estudiantes, cualquiera sea el papel que desempeñemos.
Pero la mayoría de nosotros no cumplimos con estos compromisos, a menudo etiquetados como las “Resoluciones de Año Nuevo” que hacemos en diciembre. Fijar metas es bueno, pero mi consejo es: deja de hacer resoluciones para “ser mejor”, en lugar de eso, considera hacer las siguientes resoluciones que no sólo son más vivificantes que cualquier objetivo al azar, sino que también serán beneficiosas para conformarte a aquello para lo que Dios de hizo.
1. Decide beneficiarte del ministerio de Jesús antes de enfocarte en Su ministerio a través de ti.
Muy a menudo permitimos que el trabajo para Dios destruya la obra de Dios en nosotros. Y es un error pensar que lo que hacemos es más importante que quienes somos en Cristo.
Dios no nos necesita. Él nos permite participar en sus propósitos redentores porque nos ama. Y el desborde de ese amor es su ministerio a través nuestro. Por eso debemos recuperar el enfoque en el sagrado romance de la intimidad con Cristo en nosotros y cuando comprobamos el amor de Dios por nosotros, eso nos mueve y nos apremia, sin embargo, a menudo olvidamos nuestro primer amor y vamos a trabajar para Dios en lugar de estar con Dios.
Cuando nuestro ministerio viene primero de trabajar para Dios esto nos lleva al agotamiento, la idolatría y el orgullo.
Estar con Dios nos mueve a un acto de adoración. Dios quiere que nos aferremos a Él porque Él nos sostiene. Esforcémonos para que nuestros ministerios estén marcados por su presencia.
2. Decide enfocarte en tu discipulado personal.
El discipulado de un líder de la iglesia es crucial para la salud de esta porque no podemos dar de lo que no tenemos.
El discipulado es asociarse con el Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios y el pueblo de Dios para conformarse a la imagen del Hijo de Dios. Y para nosotros como líderes reflejar al Hijo de Dios, es amarlo con todo nuestro corazón, mente, alma y fuerzas, y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Cuanto más seamos discipulados, más creceremos en el amor. Y el amor se asemeja al fruto del Espíritu. El fruto del amor es paciencia, bondad, mansedumbre, autocontrol, fidelidad… todos esos hermosos aspectos.
Debemos unirnos al Espíritu Santo para cultivar ese tipo de vida en nosotros. El regalo más importante que puedo dar a mi familia y a mi iglesia es mi santidad, no mis dones.
3. Decide preocuparte más por el alimento espiritual de tu equipo de liderazgo en lugar de su rendimiento laboral.
La iglesia que lidero, Iglesia de la Transformación, fue plantada hace 10 años, y cada martes desde que comenzó, tenemos una reunión de personal denominada “Tiempo de Transformación” donde líderes de otras iglesias que han estado en el ministerio por décadas se unen a nosotros y comparten con nuestro equipo de liderazgo.
Una de las cosas que me ha sorprendido es que muchos de nuestros invitados a esta reunión semanal han expresado de una forma u otra, “nunca he sido parte de una iglesia, ni he oído hablar de una iglesia donde se pasa la primera parte del día discipulando a su personal”.
Han quedado impactados, aunque el discipulado que desarrollamos no es particularmente revolucionario. Ahora mismo estamos leyendo juntos el libro de los Hechos.
Hemos comprendido que el liderazgo sin el discipulado es un fracaso. El discipulado, que es ir conformándose a la imagen de Cristo, es la forma definitiva de producir un liderazgo saludable.
A menudo, a la iglesia le interesa más habilidad que el carácter, pero nosotros debemos desarrollar un carácter que produzca líderes aptos, de manera que el discipulado y el desarrollo del personal de planta y/o los voluntarios deben ser de importancia preeminente para cualquier líder de la iglesia.
4. Decide invertir en el cuidado del alma.
Hemos llegado a ser pastores y líderes del ministerio porque amamos a la humanidad. Amamos a nuestras congregaciones. Pero podemos ocuparnos tanto en animar a los demás que corremos el riesgo de pensar que no necesitamos la misma gracia que predicamos y enseñamos.
El cuidado del alma es importante en todos los aspectos de nuestra salud mental, espiritual, emocional e incluso física. Personalmente tomo un día de descanso que suele ser los viernes. Ese día salgo de pesca o hago cosas que me recargan, que me traen placer. En última instancia significa que estoy descansando.
El silencio también es importante en el cuidado del alma. Vivimos tiempos en los que las pantallas están siempre encendidas; siempre hay ruido. Hemos perdido la antigua disciplina del silencio donde escuchamos el corazón de Dios, donde no sólo hablamos con Dios sino que lo escuchamos atentamente.
La soledad también es buena. Me encanta salir de paseo (cuando no me duele la espalda) sólo para experimentar la presencia de Dios. Crecer en Jesús lleva toda una vida, cuando somos hechos nuevos, somos renovados en el núcleo de nuestro ser. Pero todavía tenemos viejos vestigios, lo que solíamos ser, que regresan para perseguirnos. Dios nos saca de Egipto en un momento, pero toma una vida para sacar a Egipto de nosotros.
A veces eso requerirá hablar con un consejero que nos dé el cuidado del alma que necesitamos para nosotros y para quienes lideramos. A veces necesitamos de otros amigos líderes en quienes podamos apoyarnos y que ellos a su vez puedan apoyarse en nosotros.
¿El personal de planta o el equipo de líderes voluntarios de tu iglesia son personas en quienes puedes confiar? El pastor principal de una iglesia no tiene que ser el más fuerte en todo momento.
Está bien mostrar vulnerabilidad frente a los que lideramos. No sólo está bien, sino que es saludable hacerlo.
Las siguientes son algunas preguntas para considerar al evaluar tu nivel de cuidado del alma:
- ¿Estás disfrutando del día de descanso?
- ¿Estás recibiendo consejos sabios de un mentor, alguien que infunde aliento en tu vida?
- ¿Estás practicando la soledad y el silencio?
5. Decide llevar a la congregación del consumismo a la participación.
Debido al cristianismo y a la cultura en la que estamos, los líderes de la iglesia sienten que su trabajo es atender a las necesidades de la congregación. Pero Dios equipa a todos los que están en Cristo para que sean agentes redentores en el mundo.
No digo que todos en la congregación deban ir a un viaje misionero de corto plazo o convertirse en líderes de un grupo pequeño, sino que es necesario generar espacios, incluso pequeños, en los que todos puedan participar en la Gran Comisión con su tiempo, talentos y recursos.
Por ejemplo, involucra a tu congregación en servicios a la comunidad. Nuestra iglesia se ha asociado con una escuela local para obsequiar mochilas llenas de material escolar antes del comienzo del año académico.
Esto no sólo nos permite dar recursos a los niños del área que no pueden adquirir los materiales escolares, sino que también ayuda a cualquier persona de nuestra congregación, sin importar dónde se encuentre espiritualmente, a participar activamente en el trabajo del Reino, incluso con algo tan aparentemente pequeño como juntar algunos materiales escolares.
Al final de cada sermón, me gusta recitar una comisión con la congregación cuando salen al mundo, de vuelta a sus casas, a su trabajo, a la escuela, o dondequiera que la vida los lleve esa semana. Simplemente es así: “Hacia arriba, hacia adentro, hacia afuera”.
Amar a Dios completamente (hacia arriba) nos da la visión correcta de nosotros mismos (hacia adentro) para que podamos amar a nuestro prójimo compasivamente (hacia afuera). ¿Lo que planeas hacer en el 2021 por medio de tu liderazgo contribuye a la misión de Dios?
¿Capacita a los que lideras para que amen a Dios, tengan la visión correcta de sí mismos y se preocupen por el mundo que les rodea?
Al decidir que estos cinco pasos sean una prioridad en tu ministerio, estás apoyando el primer llamado de Dios en tu vida como líder del ministerio y estás pastoreando a otros para que hagan lo mismo.