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CARÁCTER Y DSICIPLINA DEL ANCIANO/LÍDER

por Chuck Gianotti

El liderazgo exige aptitudes, y mucho más cuando se trata de liderar la grey de Dios, de pastorear a Su pueblo. La importancia de las aptitudes aumenta en proporción a la importancia de quienes se lidera. Y si alguien es importante para Dios son aquellas personas que Cristo “ganó por su propia sangre” (Hechos 20:28b) Por ende, las calificaciones de los ancianos son importantes y deben revisarse continuamente.

El Apóstol Pablo habló de la importancia del autocuidado de los ancianos cuando encomendó a los ancianos de Éfeso diciéndoles: “Mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos” (Hechos 20:28). El anciano no podrá cuidar de otros si no se cuida a sí mismo.
Aunque Pablo habla principalmente de cuidarse de errores doctrinales en nuestra vida, esta advertencia también incluye desviaciones del carácter. Las calificaciones de 1 Timoteo 3 y Tito 1 indican el estándar por el cual el anciano se debe medir, para ver qué tan bien se está guardando.

Obviamente, nadie alcanza la medida completa, pero esto no es excusa para faltas grandes en alguna área. El anciano debe tener una buena medida de madurez y crecimiento en estas áreas, por eso es importante revisar estas cualidades y examinarnos a nosotros mismos. Cinco de las calificaciones tienen que ver con carácter personal y reputación:

Irreprensible

El anciano debe ser irreprensible. En su vida no cabe la sugerencia de desobediencia a las Escrituras, o la posibilidad de acusación. No sólo debe ser irreprensible, sino que debe parecer ser irreprensible.

Sobrio

El anciano debe demostrar una vida ordenada y buen comportamiento. Que sea amable y que las personas lo estiman.

Prudente

El anciano debe caracterizarse por ser paciente, tierno y lleno de gracia. No debe imponerse ni pisotear los sentimientos de la gente. Su vida y sus palabras deben reflejar un carácter sujeto a su salvador, deben demostrar mansedumbre.
Amante de lo bueno
El anciano debe desear cumplir la voluntad de Dios en cada decisión. Él no está llamado a socavar los principios éticos o morales.

Devoto

El anciano debe ser reverente, desear continuamente vivir separado del pecado, también debe dedicar una parte importante de su tiempo a la oración y al estudio de la palabra.

Estas características personales forman un cimiento para las demás de la lista, y aunque todos los creyentes deben aspirar a dar lo mejor de ellos en cada una de estas cinco áreas, el anciano debe ser excelente en todas.
Claro está que es difícil cuantificar. ¿Quién lo juzga? El anciano sabio dirá: Examíname, o Dios y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmos 139:23-24)

El anciano sabio reconoce que puede pasar por alto sus debilidades y por eso ora pidiendo al Señor que lo ayude a encontrar a alguien que honestamente le haga ver sus debilidades y no tema confrontarlo. Ante todo, el anciano necesita humildad, esto es demasiado importante como para pasarlo por alto. Los ancianos deben ser hombres de carácter.

Autodisciplina

Ahora miremos lo concerniente a la disciplina personal. Un hombre no puede liderar y pastorear a otros mientras no haya aprendido a liderarse y pastorearse a sí mismo. Esto es autodisciplina. En una ocasión, un joven, después de haber sido disciplinado por su padre,  le preguntó “¿y a ti quién te disciplina?” a lo cual el padre contestó, “yo me disciplino a mí mismo”.
Sólo basta con un vistazo a las cualidades Bíblicas de los ancianos para ver que este es un requisito clave. Cuatro en particular muestran esto, (I Timoteo 3:2-7, Tito 1:6-9).

Domino Propio

El domino propio es la esencia del autocontrol. Un anciano debe poder controlarse a sí mismo y debe caracterizarse por tener un estilo de vida disciplinado. La vieja naturaleza que lleva a la pereza y el exceso debe ser constantemente sometida. Él no vive su vida de momento a momento basado en los deseos de la carne o como reacción a las circunstancias de la vida. Pero tampoco es gobernado por la “tiranía de la urgencia”, sino que entiende la “necesidad de lo importante”. Todo esto se mantiene en su lugar mediante el consistente ejercicio de disciplinas espirituales tales como como la lectura y la meditación en las escrituras, y la oración. El anciano da los pasos necesarios para traducir la verdad de su mente y corazón a los hechos.

No dado al vino

El autocontrol debe ser evidente en el área de los apetitos. Un anciano no debe ser esclavo del alcohol, claro está, pero también debe ser libre de todo exceso y adicción, ya sea a la comida, a las drogas, a la televisión, la internet o cualquier cosa que controle su vida. Debe poder controlar sus libertades a causa de los demás.

Que no ame el dinero

Un anciano debe controlar sus recursos y no que éstos lo controlen a él. Se trata del amor por lo que el dinero puede comprar. Un anciano que pasa por alto la oportunidad de amontonar para sí cosas materiales para así ser generoso hacia los demás hace mucho para fomentar el autocontrol y la generosidad en la vida de otros.

No soberbio ni iracundo

Un anciano debe controlar sus emociones. La beligerancia en situaciones difíciles demuestra el fracaso en uno de los aspectos centrales del autocontrol. En particular, la ira puede ser una de las emociones más evidentes y devastadoras, y es necesario contenerla de forma apropiada.

Como ancianos o líderes, tomemos tiempo para examinarnos a nosotros mismos, así como para rendir cuentas de nuestro carácter y nuestra vida, y hagámoslo teniendo presente nuestra responsabilidad delante de Dios de cuidar su rebaño.

Adaptado con permiso de Apuntes para Ancianos

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