por Jack Spender
No se puede leer el libro de los Hechos de los Apóstoles y pasar por alto el lugar prominente que tiene la oración en la iglesia primitiva. Prácticamente en cada página encontramos alguna mención de los apóstoles o de la iglesia indicando su dependencia del Señor mediante la oración. Por eso no es ninguna sorpresa la presencia de numerosas evidencias de bendiciones cuando almas se salvaban y el poder del Señor se demostraba en las vidas de personas comunes. ¡Con razón la iglesia crecía!
Las grandes necesidades de nuestro mundo actual hacen ver que la iglesia enfrenta la misma urgencia de orar. Pero lamentablemente esa no es la práctica. En muchas partes hay una evidente declinación en la calidad como en la cantidad de la vida de oración en la iglesia. Escuchamos a líderes que se lamentan porque pocos se salvan, y hay poco poder para hallar solución a los problemas que nos asedian. Al observar una reunión de oración promedio, con frecuencia es un encuentro corto y mecánico; suele parecer una especie de “PS” (post data) de otras reuniones; un momento simbólico diluido que apenas podría ser considerado como “la iglesia en oración”. Sin duda existen excepciones prometedoras, pero definitivamente no son la regla.
A lo largo de la historia muchos han escrito en forma convincente acerca de la importancia que la oración debiera tener en la vida del creyente individual, pero el énfasis especial de este artículo gira entorno a considerar cómo los ancianos de las iglesias pueden estimular a las asambleas en las que trabajan para que se transformen en comunidades de oración.
Un punto de partida: “comenzando de cero”
Comencemos recordando que la oración es bíblica. El Señor Jesús oró a menudo, mandó a sus seguidores que oraran y les dijo que separados de Él no podrían hacer nada (Juan 15:5). Él desarrolló una determinación tan intensa por la oración en sus discípulos, que esta pasó a ser una de las cuatro actividades en que los primeros cristianos “perseveraban” (Hechos 2:42) y otros escritos posteriores hablan de acercarnos confiadamente al trono de la gracia (Hebreos 4:16), y advierten que si tenemos falta de algo, probablemente sea porque no lo pedimos (Santiago 4:2), dado que nuestro Dios recompensa a quienes lo buscan (Hebreos 11:6). Así que, cada anciano debería preguntarse si cree profundamente en estas cosas y si está comprometido a modelarlos en su propia vida, y enseñárselos a los santos.
Si ha de producirse algún progreso en avivar la reunión de oración de la iglesia, se debería considerar seriamente qué lugar tiene la oración en la vida privada de las familias e individuos. Los ancianos como creyentes maduros deben ser el ejemplo. Deben ser conocidos como hombres de oración que hacen mucho énfasis en la oración en sus hogares y en los momentos de meditación privada.
Para esto resulta conveniente hacernos algunas preguntas. ¿Los cristianos comienzan el día con el Señor? ¿Se emplea regularmente tiempo en la Palabra y en oración durante el tiempo devocional en familia? ¿La asistencia en familia a las reuniones de oración tiene el mismo grado de compromiso que la asistencia a la Cena del Señor u otras reuniones?
Estas preguntas conducen naturalmente a preguntas similares acerca de la vida de oración de la iglesia. Cuando surgen necesidades y problemas en el hogar y en la iglesia, ¿surge el deseo inmediato de “llevarlo al Señor en oración”? ¿La iglesia consulta al Señor acerca de sus decisiones y problemas? ¿Los nuevos creyentes están aprendiendo a orar? ¿Existe un equilibrio entre las peticiones por necesidades espirituales, así como también por las temporales?
Es inútil esperar que la reunión de oración de la iglesia conmueva los cielos si los mismos creyentes no están motivados por la oración. Si los líderes de la iglesia tratan el tema superficialmente, entonces sólo los santos maduros tendrán una vida de oración disciplinada.
Ideas prácticas
Asumiendo que los temas mencionados anteriormente están siendo atendidos, ¿qué pueden hacer los ancianos para que la oración sea un aspecto sólido en la vida de la iglesia? No es un espacio para artilugios o apelaciones superficiales a la naturaleza carnal. La oración requiere trabajo, el cual, si se realiza como es debido, es trabajo duro. El esfuerzo en la oración parte de la lucha espiritual que esta demanda, y no del descuido en la planificación y la consideración de las necesidades y limitaciones de la grey. En esto los ancianos deben jugar un papel importante proveyendo un buen liderazgo. Las siguientes son algunas sugerencias básicas:
Elija un momento y lugar que sea práctico para los creyentes. No existe virtud alguna en la incomodidad. En consonancia con las otras reuniones de la asamblea (ver Hechos 2:42), el objetivo debería ser la oración regular y, de ser posible, semanal.
Reúnanse en casas. Si se desea incorporar a nuevos creyentes e incluso a los niños, puede resultar muy provechoso reunirse en una casa.
Compartan algo de la Palabra. En algunos espacios se puede compartir una breve meditación de las Escrituras, pero debería ser breve, el objetivo de la reunión es orar, y no otro estudio bíblico con algunas oraciones al final del encuentro.
Presenten sus peticiones. Las peticiones pueden hacerse de forma oral o por escrito. Es muy útil si todos toman nota de éstas y continúan orando por ellas durante la semana.
Tengan un director. Si deseamos tener una reunión dinámica, que no se empantane, sería útil que un anciano o algún hermano con don de presidir guíe la misma. Otorgue suficiente tiempo para abarcar el terreno de las necesidades, pero respete el programa que se haya escogido. También será provechoso que la gente sepa que la reunión no finalizará hasta que se haya orado por todas las peticiones.
Compartan las oraciones respondidas. Un tema que suele descuidarse es la importancia de reconocer públicamente las oraciones contestadas. Pocas cosas estimulan a la oración como lo hacen las oraciones contestadas, así que dediquen tiempo para la alabanza y las acciones de gracias. Para algunos les es útil comenzar las reuniones de oración con un tiempo de acción de gracias y alabanza por las bendiciones recibidas. Para aquellas “bendiciones destacadas”, podría ser apropiado disponer de una noche especial de alabanza y comunión. Recuerde, uno de los objetivos es la edificación de la iglesia, y eso implica estimular a los que todavía son escépticos en cuanto el valor de la oración, para que estén dispuestos a aprender.
Abundar
Una vez está claro en la mente de las personas que la oración en serio es una parte regular y dinámica de su asamblea local, los ancianos pueden hacer varias cosas para mantener el fuego ardiendo. La iglesia no es sólo un lugar de oración; es un lugar para aprender a orar como parte del discipulado. Los nuevos creyentes deberían ser estimulados y tener oportunidades para orar. Algunas iglesias han descubierto que la reunión de pequeños grupos en hogares resulta una herramienta útil para esto, puesto que la gente se sincera en un grupo reducido de amistades de confianza mientras que les sería muy difícil intentarlo en un grupo grande.
Otra buena tarea es guiar con delicadeza hacia una oración que tenga cierta profundidad espiritual. Muy a menudo, las oraciones están dedicadas a necesidades temporales como de sanidad física o de bienes materiales, pero al leer las grandes oraciones en el Nuevo Testamento, vemos el tipo de cosas por las que deberíamos estar orando unos por otros. La oración de Pablo en Efesios 1 y 3 son ejemplos dignos de imitar.
Asimismo, se debe prestar atención a una vida de oración equilibrada. En 1 Timoteo 2:1, Pablo menciona algunos de los distintos tipos de oración y el contexto demuestra que esto incluye la oración de la iglesia. Todo creyente debería entender y practicar el dar gracias e interceder los unos por los otros además de presentar las peticiones personales.
Por último, una noche dedicada a la oración puede ser un momento maravilloso para robustecer la amistad y los vínculos. En nuestra asamblea, compartimos una cena organizada por varias familias después de la reunión de oración, de esa manera la oración nunca es percibida como una tarea desagradable por parte de los jóvenes, sino como un momento para disfrutar la comunicación con el Señor y con buenos amigos.
Beneficios especiales para los pastores
Nada supera tener la certeza de estar complaciendo al Señor. Pero los ancianos pueden obtener un gozo personal al saber que están trabajando juntos en una asamblea saludable y en crecimiento, en la que la oración es un contribuyente importante. Pero también hay otros beneficios: La reunión de oración puede ser un momento donde los ancianos se conectan con las necesidades de la gente. Es un momento para demostrar que no son los jefes de la iglesia, sino que son sus pastores y que dependen del Príncipe de los pastores para todo. Cuando un grupo de creyentes levanta su mirada por encima de los afanes y problemas de este mundo, y comienza a orar realmente unos por otros teniendo en mente “las cosas celestiales”, tienen una creciente certeza de que la iglesia está buscando aquello para lo cual fue llamada. Y, por supuesto, esto seguramente se hará evidente en una mayor lucha espiritual. ¡Pero ese es un tema para otro día!
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En la próxima reunión con tu equipo, comparte las preguntas hechas en este artículo y conversen sobre sus respuestas.
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Adaptado con permiso de Apuntes para Ancianos