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FUNDAMENTOS PARA EL SERVICIO – PARTE 4

por Chuck Gianotti

Cada generación siente que la suya es la peor. Cuando todo parece ir mal en el mundo de la política, las guerras, el deterioro moral y la evidente pecaminosidad, los cristianos denuncian: “¡Estamos en los últimos días!”. Cuando fui salvado en 1972, la muy popular película “Como ladrón en la noche” y el libro “La agonía del planeta tierra” eran pan de cada día en la comunidad cristiana evangélica. Siendo un joven creyente, lleno de asombro y con espíritu abierto estaba totalmente convencido de que el rapto sucedería en cualquier momento, con seguridad en el curso de mi vida; y cuanto antes sucediera, mejor, después de todo, los “últimos días” no es un tema poco común en el Nuevo Testamento, desde la mención que Pedro hace en Pentecostés acerca de la profecía de Joel en Hechos 2:16-21, hasta las grandes profecías de los últimos tiempos descriptas en el libro del Apocalipsis.

Aunque nuestro pronóstico del momento en que ocurriría en los setenta estaba errado, la idea no lo era. A lo largo de las Escrituras, los cristianos somos advertidos constantemente que ciertamente los últimos días están cerca. A medida que cada generación enfrenta a un mundo cada vez más impío, la santidad reacciona ante la inmoralidad con un sentido de repugnancia. En nuestro pasaje de 2 Timoteo, Pablo describe el panorama del carácter moral de los últimos días.

Notemos que la preocupación de Pablo es tan apropiada para nosotros hoy, como lo fuera para los cristianos de su época y la generación de Timoteo. Él instruye a su discípulo que, ante las condiciones de últimos días, “¡Aléjate de esa clase de individuos!” (2 Tim. 3: 5 NTV), es decir, que evite a las personas que exhiban ciertas características de impiedad. El apóstol no se refería a un futuro distante e irrelevante para Timoteo. ¡Los síntomas de los últimos días están siempre presentes! En cada generación, los ancianos, y los líderes cristianos deben estar alerta en la iglesia a los indicadores de estas señales de los “últimos días”.

Panorama de los últimos días (2 Timoteo 3: 1-5)

 

El apóstol hace una lista de diecinueve características como síntomas de los “últimos tiempos”. Y hay un énfasis especial en el carácter y la actitud más que en conductas y actividades específicas. En otras partes las Escrituras señalan cosas como el incremento de guerras, la abominación desoladora, etc. Todos estos son indicadores geopolítico-religiosos del funcionamiento del reloj profético. Pero es evidente cómo la degradación del carácter moral se dirige implacablemente hacia el fin; y hacia allá vamos.

La lista es muy larga como para tratar en detalle acá, pero queremos considerar de madera especial el primero y el último, los cuales funcionan como tapa y contratapa de la lista.

Primero, “hombres amadores de sí mismos” (2 Timoteo 3:2), una actitud que fácilmente permea la iglesia. Los ancianos deben asegurarse de que esta actitud no los describa a ellos. Éste puede ser el mayor obstáculo del pastoreo efectivo de los ancianos, el resistirse a dejar de lado los deseos personales o las necesidades egocéntricas para favorecer el servicio a otros. Esto puede considerarse como la causa fundamental de las otras dieciocho características.

La última característica es el rasgo espiritual desagradable de tener “apariencia de piedad, pero [negar] la eficacia de ella (3:5). Dicha conducta podrá parecer buena a los ojos de los cristianos carnales, pero es repugnante para Dios. En su carta a los colosenses, Pablo repitió este pensamiento: “…[en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres]…, Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne” (Colosenses 2:22-23).

Los ancianos deben evitar la dualidad de presentar una falsa espiritualidad mientras experimentan una falta de poder espiritual. Adicionalmente, deben estar capacitados para reconocer esto en otros también. Si bien esta no es una invitación a emitir juicios superficiales, los pastores de Dios deben tener discernimiento. Sin duda, en la iglesia de hoy existe demasiado liderazgo superficial y mundano, y muy poco poder espiritual con verdaderos cambios en la vida de las personas.

La solución de Pablo es simple y sin rodeos: ¡evitar a personas como las descritas aquí! ¡Sus actitudes puede ser contagiosas! Recuerda que el apóstol está escribiendo a un líder joven, Timoteo, y él necesitaba aprender que hay un momento para la confrontación, y un momento para no malgastar nuestro tiempo en discusiones.

Ejemplos de la vida real (2 Timoteo3: 6 – 9)

 

A continuación, Pablo brinda algunos ejemplos específicos del carácter de estos “últimos días” al relacionarlos con aquellos que “se dejan llevar por toda clase de pasiones”. Algunos falsos maestros estaban aprovechándose de mujeres debilitadas por el pecado. Él lo menciona como si éste no fuera un problema poco común, ni aislado solamente al entorno de Timoteo. Estas mujeres estaban inmersas en la actividad de aprendizaje, sin el fin único de realmente aprender; y en consecuencia eran un público adecuado para cualquiera buscando público y seguidores. Maestros despiadados y falsos se introducen, y mediante mensajes engañosos capturan las mentes de este tipo de personas, y consiguen lo que quieren: básicamente seguidores. La triste ironía es que en Cristo tenemos la verdad, sin embargo, hay individuos débiles que mantienen la tendencia, siempre buscando la verdad sin ¡encontrarla nunca!

Pablo hace referencia a ejemplos del tiempo de Moisés, Janes y Jambres (vs. 8-9), hombres cuyos nombres en realidad no están registrados en el AT, pero que generalmente se los asume como dos “magos” egipcios. Estos hombres resistieron a Moisés y procuraron duplicar las plagas de Egipto, aparentemente para atraerse los seguidores de Moisés. Pablo los asemeja al carácter de los falsos maestros de los “últimos días” que se introducen en la iglesia y alejan a la gente. Esta no es una comparación insignificante; así de seria es su conducta.

E la actualidad esto se ve en la proliferación de los tele-evangelistas que tienen poca, o ninguna conciencia de rendir cuentas, sino de disfrutar de grandes sumas de dinero donado por personas que son fácilmente desviadas del camino por enseñanzas engañosas. Esto también puede ocurrir con los que comercian cultos de puerta en puerta o con literatura gratuita dejada en las puertas de entrada. Los ancianos deben alertar a las personas acerca de estos peligros. Pero, esto también puede ocurrir cuando individuos bien preparados dentro de la iglesia comienzan a gloriarse en aquellos que se aferran a cada una de sus palabras. No hay nada peor que el orgullo que se vale de los dones en su búsqueda de aumentar la fama o sus seguidores.


Un llamado a proseguir fielmente (2 Timoteo 3: 10-15)

Timoteo, en cambio, es felicitado por seguir el modelo de Pablo, que se delinea de nueve maneras. Este joven discípulo estaba modelando su carácter según el de Pablo. Vea Filipenses 2:22 donde Pablo lo encomienda a los filipenses: “Pero ya conocéis los méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio”. Como dice el dicho: “de tal palo tal astilla”. Y tal carácter se mantiene firme aún durante tiempos de persecución. Timoteo entendía la realidad del deseo de Pablo: “a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte…” (Filipenses 3:10). La persecución pone en evidencia nuestro carácter. Timoteo vio ese carácter en Pablo y lo adoptó como propio. ¡Qué consejero! ¡Qué estudiante! Pablo simplemente estaba estimulando a Timoteo a proseguir en su crecimiento espiritual.

Como ancianos, debemos continuar creciendo en nuestro carácter espiritual para que cualquier acusación de ser falsos maestros, que acechan a los débiles, sea totalmente infundada. Debemos ser hombres de carácter, que podamos detectar el carácter corrupto de los falsos maestros y evitar que la grey de Dios caiga de bruces en el barro espiritual del error.

 

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