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REFLEXIONES SOBRE TITO – PARTE 1: IDENTIDAD Y MISIÓN

por Chuck Gianotti

 

El ministerio de Pablo lo llevó a la cárcel en numerosas ocasiones. Se cree que escribió su carta a Tito poco antes de haber sido liberado de su encarcelamiento romano (Hechos 28). Con seguridad se encontraba en prisión cuando escribió Efesios, probablemente Colosenses, y Filemón (1, 9, 23). El sufrimiento fue su constante aliado. La de Pablo no fue una vida relajada.

En Tito 1:1, en su introducción, Pablo se refiere a sí mismo como “siervo de Dios”, similar a su introducción en libro de Romanos (1:1)… ¡La vida de un líder cristiano no es fácil! Si bien el sufrimiento no está mencionado en ninguna parte como requisito o elemento concurrente necesario para el liderazgo espiritual, al considerar por los ejemplos bíblicos y de testimonio de líderes cristianos piadosos a lo largo de las edades, parecería que es algo común, y diría que es una constante inevitable en el pastoreo del pueblo de Dios. Y no estamos hablando de los estudiosos académicos o de los “aspirantes” a líderes cuyo mayor interés es la fama artística y los elogios de las masas evangélicas seguidoras de celebridades. Tampoco hablamos del crítico vanaglorioso que ha leído una docena de libros sobre liderazgo, asistido a la conferencia de moda para líderes, y que, por consiguiente, se siente calificado para juzgar a los siervos de Dios que luchan en el frente de las batallas espirituales.

Al ver el liderazgo de Pablo, vemos que su servicio lo llevó a prisión, pero nunca se quejó, más bien, exhibió sus circunstancias como distintivo de identidad. Podían arrojarlo a lo profundo de una cárcel, y aun así sacaría a relucir que no sólo era un predicador de Cristo Jesús, sino que también era un siervo sujeto a la voluntad de Dios. Por un lado, él hablaba con muy alta estima de su servicio espiritual para el Maestro, pero, por otro, se deleitaba grandemente en la más terrenal de sus experiencias. Pablo, aunque se enfocaba en las cosas invisibles por encima de las que se ven, consideraba sus experiencias terrenales a la luz de un “eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17-18). Así que, podían tirarle piedras, y fácilmente se vería a sí mismo como un Pablo que era apedreado por Cristo. O si era golpeado, su fe lo llevaba a ampliar su identidad como un Pablo golpeado por Cristo. Pablo es un siervo totalmente sujeto a Dios.

En caso de que el lector se vea tentado a suavizar sus sentidos, haciendo énfasis, como algunos predicadores, en el tratamiento preferencial que Pablo a veces recibía, considere el propio testimonio de Pablo acerca de las luchas en su vida por el evangelio (2 Corintios 4:7-12, 11:23-29). Sin duda no era fácil. Él no era sólo un diaconos (palabra griega en relación con su servicio, ver 2 Corintios 11:23), era más que eso. En realidad era un doulos (palabra griega para siervo, Tito 1:1). Este es el Pablo que escribe a Tito. Era un siervo de Dios. Era esa clase de persona que hablaba de liderazgo partiendo del sufrimiento de las trincheras espirituales del ministerio. Él es alguien que conoce la pérdida de comodidades, de privilegios, de la libertad de movimiento, del tiempo y de la energía. Un siervo. Un siervo que elige ser un esclavo. Todas sus limitaciones simplemente eran restricciones en función de servir a Dios. Eso es lo que era, un siervo de Dios.

También era “un apóstol de Cristo Jesús”. Su misión se mantuvo igual desde los comienzos de su ministerio (ver Hecho 14:14; su primer viaje misionero y Gálatas 1:1). Él era “un enviado” pues eso es lo que significa la palabra “apóstol”. Fue enviado por Cristo y persistió en su tarea sin desviarse. También representaba a Cristo como su embajador (2 Corintios 3:20-21). En cierta ocasión un viejo predicador le dijo a un joven predicador que se encontraba en apuros: “¿fuiste enviado? o ¿sólo fuiste?, en el caso de Pablo, él había sido enviado.

Así que sabía bien que era un siervo de Dios y conocía su misión, representar a Cristo. Su vida nos enseña bien en este punto. ¡Qué grandes verdades encontramos reveladas tan sólo en esta porción del versículo, Tito 1:1! Así como Pedro les dijo a los ancianos: “sed ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:3), Pablo le dio la misma instrucción a Tito. Él, siendo el apóstol, es el ejemplo. Si hemos de emular su ejemplo, como nos indica el Espíritu Santo no menos de cuatro veces en las inspiradas Escrituras (ver Filipenses 3:17, 4:9, 1 Corintios 4:16, 1 Corintios 11:1), entonces el desafío no debiera provenir de este escritor. Pero, estimados ancianos, ¿saben quiénes son y cuál es su misión? Si tu llamado es a ser anciano, recuerda que has sido “llamado”. No es algo que hayas decidido hacer por tu cuenta. ¡Recuérdalo bien, nunca lo olvides! Ningún monto de dinero o reconocimiento humano puede justificar lo que un anciano llamado por Dios debe “soportar”.

Servimos por el “placer de Dios”, porque Él desea que lo hagamos. Esa es suficiente motivación y el reconocimiento de parte de Dios suficiente recompensa (Mateo 25:21). Él se complace en que cuidemos de “todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual El ganó por su propia sangre” (Hechos 20:28). Y esto viene acompañado de sufrimiento. Somos siervos de Dios. Nuestra responsabilidad, nuestra carga (2 Corintios 11:28), nuestra pasión es por aquello que el Señor ama, es decir Su iglesia.

Es verdad, cuando Pedro dice a los ancianos que no sirvan por la fuerza, utiliza la misma palabra que utilizamos aquí. Pero, el punto principal es que no hay que servir de mala gana, simplemente por obediencia fría, dando patadas y gritando por así decirlo, quejándonos y lloriqueando. Más bien, los ancianos deben servir “gustosamente”; ese es el tipo de apremio del cual habla Pablo en 2 Corintios 5:14, ¡el amor de Cristo nos apremia!

En consecuencia, Pablo habla de sí mismo como un siervo de Dios sin ninguna connotación de arrepentimiento o queja o siquiera un suspiro. Él lleva con gusto ese distintivo. Él va a sufrir gustosamente, porque el amor de Cristo lo apremia. Verdaderamente Pablo es un hombre apremiado. ¿Lo estás siendo tú, que has sido llamado a ser anciano?

Te animo a estar a solas con Dios, y allí evaluar tu corazón y tu voluntad. Pídele que irradie su Espíritu Santo con convicción en tu alma. Nuestra vida de servicio para él es muy breve como para equivocarnos. Únete a un nuevo compromiso de ser su siervo y embajador.

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Adaptado de APA
imagen de Bernard Hermant on Unsplash

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