El liderazgo en la iglesia es un tema fascinante que toca muchas vidas y familias. La calidad del cuidado que las iglesias reciben de sus pastores se refleja en su crecimiento o sus dificultades. Diversas iglesias han adoptado el modelo bíblico del liderazgo de ancianos, el cual, con el transcurso del tiempo trae cambios, algunos cambian de localidad, otros parten para estar con el Señor o la iglesia crece, y en algún momento surgen las preguntas: ¿“cómo podemos encontrar nuevos ancianos? ¿Cuándo está listo un hermano para ser anciano?”
Para dar respuesta a estas preguntas hay que considerar algunos puntos. Sin duda hay pautas básicas en la Biblia y también hay algunas cosas que la Biblia parece sugerir, cosas que llamaríamos sensatas, pero que no están escritas. Por último, hay asuntos locales que pueden reflejar tradiciones o costumbres importantes en la congregación; cosas que pueden cambiarse pero que pueden ser consideradas.
Pautas básicas
En primer lugar, la Biblia presenta como una obra de Dios la preparación de los ancianos (Hechos 20.28), es una obra en el corazón y la vida de un individuo en cuanto al deseo y las cualidades para ser un anciano (1 Tim. 3.1-7), así como una obra en la asamblea local al discernir esa buena obra en la vida y las acciones de un hermano (1 Tes. 5.12). Si alguna de estas cosas no está presente, se puede decir que habrá problemas más adelante. Ningún deseo por muy fuerte que sea ni la misma “popularidad” pueden sustituir la obra genuina de Dios en el corazón. La verdadera transformación del Espíritu Santo se hará evidente en la conducta práctica de un líder piadoso. Si estas cosas están presentes, las personas las notarán o las reconocerán (al menos de manera informal), y la iglesia las percibirá de una manera tangible.
Principios sugeridos
En cuanto a cosas sugeridas, pero que no están escritas, puede ser útil mencionar unas pocas. Un anciano hará parte funcional de una comunidad de creyentes que tienen relaciones estrechas, debe ser un colaborador que ni ejerce dominio, ni se retira en silencio. Debe compartir la visión del grupo actual de ancianos para la obra que han estado realizando, y debe tener algunas convicciones sobre la dedicación de tiempo a la obra local. Oportunidades para ausentarse abundan, aun en la obra del Señor, pero los pastores deben pasar la mayor parte de su tiempo entre las ovejas.
Asuntos locales
En cuanto a los temas locales, hay consideraciones, tradiciones y opiniones que posiblemente sólo se aplican en una situación local específica, pero que son muy importantes para los miembros de esa la iglesia. Por ejemplo, en una comunidad de creyentes mayores y jubilados, los hombres más “jóvenes” de 50 a 60 años pueden verse obligados a ceder el liderazgo a los que tienen más de 70 años. Algunos grupos insisten que el anciano debe estar casado, según la interpretación particular de 1 Tim. 3.2. Y otros añaden a eso la necesidad de que tenga hijos. Algunos creen que los ancianos deben ser predicadores, otros disfrutan de diferentes medidas de delegación de esta tarea. Estos aspectos pueden variar según cada congregación, pero debemos considerar que cada iglesia es diferente y cada equipo de liderazgo debe buscar en oración la dirección del Espíritu Santo en el proceso de reconocimiento de nuevos ancianos.
Necesidad de más ancianos
Estas consideraciones pueden ser importantes, pero es fundamental no desviarse de la meta: la iglesia necesita una provisión adecuada de ancianos calificados y capaces que amen al Señor y a su pueblo. ¡Esta necesidad no debe quedar sin ser atendida a causa de requerimientos no bíblicos! Dios ha provisto las bases y convendría a los creyentes revisarlas cuidadosamente. ¿Es evidente un trabajo consistente para Dios en la vida del hermano en consideración? ¿Tiene él un deseo de servir como anciano? ¿Se ve en su vida una medida razonable de cumplimiento de los requerimientos mostrados en la Palabra? ¿Tiene credibilidad e integridad entre los miembros de la iglesia? Si la respuesta a estas preguntas es positiva, entonces se debe considerar seriamente el hacer una afirmación pública a lo que ya está en progreso.
Dos preguntas afines vienen a la mente en este punto. ¿Qué puede hacer una iglesia para asegurar una buena provisión de ancianos en el futuro, y cómo podemos proteger a los ancianos actuales del “desgaste”?
Al anticipar el futuro, no es mala idea tener alguna clase de programa de “entrenamiento para ancianos”. Esto puede ser algo tan informal como tener hombres maduros trabajando con hombres más jóvenes. O si se trata de una iglesia más grande, puede haber pautas específicas para las cuales la preparación y el discipulado sean asuntos de importancia y responsabilidad entre los ancianos actuales.
Los tres grandes ejemplos de discipulado en la Biblia (Moisés y Josué, Pablo y Timoteo, y el Señor Jesucristo y sus discípulos) pueden servir como modelos para esto. Además, hay que recordar que Pablo sugiere que los que han servido bien como diáconos ganan para sí un grado honroso, dando a entender que pueden proceder a responsabilidades espirituales mayores en la obra de la iglesia (1 Tim. 3.13). Los que sobresalen como diáconos o líderes en grupos pequeños van rumbo a un mayor liderazgo espiritual entre el rebaño de Dios.
Protección de los ancianos
Con referencia a la protección de aquellos ancianos que ya sirven como tales, hay un sinfín de ideas creativas que pueden animar a los líderes entre nosotros. Antes de sugerir alguna, debemos tomar nota de una que vemos claramente en la Palabra. Los que lideran deben poder hacer la obra con gozo y no con tristeza (Heb. 13.17). Trabajar entre personas agradecidas y que cooperan, ayudará a dar descanso a cualquier siervo del Señor. Además, a continuación hay algunas ideas adicionales.
Si es posible aumentar el número de ancianos a un número mayor que el mínimo necesario, ¿por qué no rotar las responsabilidades para tener un mes de descanso de reuniones y visitas extras?
¿Por qué no formar “equipos” para visitar a las familias de la asamblea con un anciano y con un diácono (o un hombre joven) en cada equipo para compartir la carga? Si la tarea de la enseñanza de los domingos es pesada, de vez en cuando se puede contar con varios ancianos para contestar preguntas que los miembros presenten anticipadamente por escrito.
Todas estas son sugerencias que deberíamos considerar. Hay quienes piensan que la obra de un anciano es ese trabajo que nadie quiere hacer atendiendo reuniones en la noche, visitando familias con dificultades y a quienes tienen quebrantos de salud. También hay contextos en los que los ancianos son considerados meros títeres de algún gerente administrativo muy poderoso. Pero no, estas perspectivas no representan la obra del anciano que describe el Nuevo Testamento.
Hacemos bien al comparar la iglesia con un rebaño de ovejas contentas, que siempre dan gracias a Dios por haberles dado pastores tiernos y maravillosos. Sí, ellos son humanos, y sí, en ocasiones podrían haber hecho un mejor trabajo, pero, después de todo, ¿qué sería de nosotros sin su ayuda incansable y amorosa de los que velen por nosotros?
¡Que bendecida es aquella asamblea donde los hombres jóvenes aspiran a un día ser contados entre el equipo de hombres piadosos llamados ancianos!
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Adaptado de APA
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