Cuando hablamos de las relaciones entre asambleas locales, ¿cómo consideramos que deberían ser? Si todas son una expresión de un todo, ¿debería haber una mayordomía de la comunión entre las asambleas?
En la actualidad, este tema parecería tener un significado más profundo, ya que hay algunas asambleas que enfrentan dificultades por distintos motivos, muchas veces como resultado de una disminución en la cantidad de miembros. Causas como la pérdida de empleos debido a la reubicación de empresas fuera de cierta localidad, el desplazamiento de población de una zona a otra, o los jóvenes que alguna vez fueron parte de la iglesia eligen no permanecer en la localidad donde crecieron. ¿Quién va a ayudar a estas asambleas durante su tiempo de necesidad? ¿Deberían las asambleas ayudarse unas a otras?
Esto puede dar lugar a respuestas extremistas (como con muchos temas relacionados con la Biblia). Algunos dirán que la Biblia muestra que las iglesias funcionaban de manera autónoma y para proteger esa autonomía las asambleas deberían operar independientemente. Otros dirán que contar con un lugar central donde buscar ayuda, como en los Hechos 15 en Jerusalén, debería ser el modelo para las asambleas. Como es lógico, la realidad bíblica está en el medio.
Comunión que depende de la Cabeza
El trasfondo del tema es mucho más amplio de lo que se pueda abarcar en este breve artículo. Pero el punto de vista que cada uno elija sobre la comunión entre asambleas se verá influenciado por lo que otros han elegido en el pasado, en algunos casos las asambleas han elegido no mantener comunión con aquello que pudiese contaminarles. Como resultado, algunas asambleas han determinado cuáles son aquellas otras asambleas con las que pueden tener comunión entre sí. Esto pareciera ser una mala interpretación acerca de quién es la Cabeza, pero nuestra comunión mutua no está basada en lo que opinemos acerca de una asamblea, sino en su conexión y comunión con la Cabeza. Si una asamblea está en comunión con la Cabeza, entonces por su propia naturaleza las demás asambleas que están conectadas con la Cabeza estarán en comunión unas con otras. Lo que determina la esfera de la comunión es la comunión con la Cabeza. Aquello que no está en comunión con la Cabeza, por la razón que sea, con seguridad no va a estar en comunión con otras asambleas que están en comunión con la Cabeza (Colosenses 2:19).
De este modo, las asambleas son independientes una de otra por su relación directa con la Cabeza, ya que todas dependen de una misma autoridad. Sin embargo, son interdependientes entre sí en cuanto a la comunión, ya que todos los que estén en comunión con la Cabeza están conectados. Dado que cada asamblea es guiada por la misma Cabeza, se esperaría cierto grado de similitud entre ellas (1 Corintios 4:17; 7:17; 11:16; 14:33; 16:1); pero esto lo define la Cabeza. Las relaciones fluyen a través de la Cabeza.
Teniendo en cuenta esta muy breve introducción, parecería pertinente a las asambleas que se ayudasen mutuamente como con cualquier creyente (Romanos 12:5; Efesios 4:15); debido a la conexión con la Cabeza. Esto no es con el propósito de crear una federación de iglesias, sino para la edificación del cuerpo como una unidad, estando conectado a la Cabeza. La única cabeza para una asamblea: el Señor Jesucristo.
Los capítulos 1 a 3 de Apocalipsis, nos presentan un buen ejemplo de esto donde cada asamblea está conectada a la Cabeza y responde a Él, sin embargo, todas estas iglesias compartirían la carta entregada, para que juntas pudiesen ser edificadas y cimentadas. Es el Señor que crea el alcance de la interdependencia, y no el hombre (Efesios 4:15-16).
En consecuencia, ninguna asamblea puede tener autoridad sobre otra asamblea más allá de la que ya está establecida: el Señor Jesucristo.
Comunión y apoyo práctico
Entendemos que hay varias maneras en que las asambleas pueden ayudarse mutuamente, y especialmente ayudar a las iglesias más pequeñas.
Constancia
El fervor por la asamblea local no debería causar un descuido del cuerpo como una unidad. Se debe reconocer la conexión entre las asambleas por la conexión de estas con la Cabeza; el Señor Jesucristo. Las asambleas estaban al tanto unas de la otras y las acciones de una eran empleadas como motivación para las demás (2 Tesalonicenses 1:4). Servían de ejemplo entre ellas (2 Corintios 8:1-2). El envío de pedidos de oración y avisos acerca de las futuras actividades entre las asambleas puede ser beneficioso en esta área.
Atención
Se requiere estar atento cada día a las manifestaciones locales del único Cuerpo del Señor; las asambleas locales. Pablo tenía una preocupación diaria por “todas” las iglesias (2 Corintios 11:28). Aún a la distancia, las oraciones, escritos de estímulo, y el ofrecimiento de ayuda práctica pueden producir un efecto profundo.
Llamadas
Si bien las llamadas telefónicas pueden ayudar, la idea de la palabra “llamada” en el pasado se refería a una visita. Cuántas veces una pequeña congregación puede ser estimulada por aquellos que están dispuestos a desviarse un poco para realizar una visita (Hechos 15:36). Asimismo, cuando esté de viaje, procure buscar una asamblea local y sea un estímulo para aquella congregación.
Intimidad
Utilice la tecnología de video llamadas para desarrollar estudios bíblicos, reuniones de oración y cosas similares con grupos pequeños. Varias personas de pequeñas asambleas de todo el país han asistido a un estudio bíblico local utilizando las tecnologías en línea para reunirse con nosotros. Este tipo de tecnología también puede ser utilizada para ayudar a las asambleas que están en busca de un consejo espiritual acerca de temas desafiantes.
Interés
Participe en las necesidades de la asamblea. Los santos en Macedonia y en Corinto ayudaron a los santos necesitados en Jerusalén durante una gran hambre. De manera interesante, para Macedonia la ayuda provenía de su propia pobreza; ¡qué ejemplo! (Hechos 11:2730: 1 Corintios 16:1; 2 Corintios 8:1 -2; Romanos 15).
Comunidad
Podemos compartir nuestros dones. A veces los siervos en una asamblea pueden ser de ayuda a otra de manera práctica empleando los dones espirituales (Hechos 8:14-15; Efesios 4). Esto era evidente en Pablo, en Timoteo, en Epafrodito, y aún en Febe (Romanos 16:1).
Comunión
Podemos servir y compartir en comunión. Sabemos de casos donde dos asambleas pequeñas se reúnen durante la semana para estudiar la Biblia y/u orar. En otro caso conocemos un grupo de asambleas que se reúnen regularmente para compartir una comida y orar por los misioneros. Hemos presenciado desayunos de ancianos, conferencias, picnics, reuniones de mujeres y de hombres, y actividades de predicación del evangelio que incluían a varias asambleas. Por supuesto que se debe tener cuidado cuando se manejan recursos conjuntos ya que esto podría considerarse como poner en riesgo la dependencia individual de las asambleas a la Cabeza, e incluso podría introducir cuestiones sobre la autoridad.
Mantener la unidad
Juntos somos parte del cuerpo y sin duda puede haber momentos en los que la carne aflora. Hemos visto casos donde las asambleas por momentos parecieran estar compitiendo entre sí en vez de estar trabajando juntas para una mayor gloria de Dios. Es esencial que haya una genuina preocupación por las expresiones locales del cuerpo de Cristo. Se debe mantener la unidad, no establecer otra.
En conclusión, hemos sido apartados del mundo, pero no de la iglesia. Como hemos visto, las Escrituras están repletas de ejemplos de la interacción entre iglesias para compartir cartas, obreros bien equipados, dones, etc., para la edificación de todo el cuerpo. Aunque cada asamblea en cierta forma es autónoma, cada una es dependiente de la misma Cabeza, el Señor Jesús; quien las relaciona entre sí.
Que Dios nos dé la sabiduría y la fuerza para ser de ayuda mutua mientras mantenemos nuestra dependencia del Señor.
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