¿Quién lidera la iglesia?

(Parte 2) – por Jack Spender

El título de nuestra miniserie sobre el liderazgo en la iglesia plantea una pregunta: “¿Quién lidera en la iglesia?” Nuestro deseo no es generar dudas, sino fomentar una consideración reflexiva, como cuando uno pregunta: “¿Qué opinas de esto?”

Comenzamos con la pregunta básica: ¿Dónde se originó la idea de la iglesia en primer lugar? Esto nos lleva a las primeras menciones de la iglesia en la Biblia, en Mateo 16 y 18, menciones hechas por el mismo Señor Jesús. Primero, Él revela el plan divino para edificar; luego da autoridad a Su pueblo para actuar en Su nombre, edificando de acuerdo con Su plan, con la clara directiva de que la obra se centraría en las relaciones. Así, en un mundo caído, la autoridad se transfiere y se respalda para hacer frente a los problemas.

Así que, sin lugar a duda, la iglesia es Su diseño y Su propiedad. Las epístolas confirman esto, como en Efesios 1:22-23, diciéndonos que Dios dio a Cristo “por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo…” Esto debe impulsarnos a un firme compromiso de honrar lo que Dios dice acerca de este tema. Y también da lugar a una segunda pregunta: ¿Existe un modelo para la iglesia local y su liderazgo?

Hagamos las preguntas correctas

Se ha escrito mucho y hay muchas opiniones sobre cuál es el modelo para seguir, o incluso si existe tal modelo. Los estudios sobre la historia de la iglesia son fascinantes, pero ese no es el tema que nos ocupa ahora. Basta decir que las asambleas cristianas (expresión que nos ayuda a distinguir las iglesias locales del “cuerpo de Cristo” universal) que procuran seguir el modelo que observan en las Escrituras suelen aceptar dos premisas básicas: 1) que toda la Escritura es inspirada y por lo tanto es útil “para enseñar” (2 Timoteo 3:16), y 2) que a las palabras se les debe otorgar su significado normal y literal a menos que el contexto indique claramente que deben tratarlas como figuras retóricas. Personalmente, reconozco estas premisas.

Así que, entendiendo que no estamos abordando un estudio de eclesiología general, queremos centrarnos en el tema del liderazgo en la iglesia, y antes de continuar, conviene recordar algo importante: No juzguemos a otros grupos que edifican de una manera diferente. Ellos (al igual que nosotros) darán cuentas al Señor. Además, en ocasiones nos encontraremos con santos que no pueden edificar con nosotros y, por lo tanto, no hay lugar a la comunión. En esos casos es más sabio buscar comunión con quienes se pueda estar de acuerdo y someterse, que quedarse y perturbar la paz de la iglesia.
 

Evidencia de un modelo en el Nuevo Testamento

Observemos algunas Escrituras y consideremos lo que es el modelo de pluralidad de ancianos con el fin de que sea la misma Palabra de Dios la que respalde estos principios como una doctrina a recibir y una práctica a seguir. Todo esto con el fin de llevarnos a la conducta práctica a nivel local; lo que enseñamos y lo que hacemos.

Primero, en cuanto al modelo para el liderazgo de la iglesia local en el Nuevo Testamento, notamos que era la práctica normal de los apóstoles en sus escritos y en sus acciones nombrar y dirigirse a una pluralidad de hombres calificados para trabajar juntos como un equipo (o junta) en la iglesia local. Santiago, escribiendo a principios del siglo I, aconseja a los enfermos que “llamen a los ancianos de la iglesia” (Santiago 5:14). Pablo, en su primer viaje misionero, constituye “ancianos en cada iglesia” (Hechos 14:23), y más tarde aconseja a Tito “que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad” (Tito 1:5). Al escribir muchos años después, casi al final de su vida, Pablo sigue pensando en “ancianos” en plural (1 Timoteo 5:17); no hay indicios de una transición a una figura central única o a un proceso de votación democrática. Se puede rastrear la transición del liderazgo de la iglesia en los Hechos desde los apóstoles en los primeros capítulos pasando por “los apóstoles y ancianos” en los capítulos centrales, hasta simplemente “los ancianos” a medida que la obra se expande a zonas remotas.

En segundo lugar, reflexionemos sobre la siguiente afirmación que describe el liderazgo bíblico de los ancianos. Los ancianos de la iglesia son varones creyentes con diferentes dones, dados a la iglesia por el Espíritu Santo y reconocidos por los santos como aquellos que desean extender el cuidado pastoral a las personas en la iglesia, los cuales trabajan juntos como equipo. No es perfecta, pero la analogía de equipo nos resulta útil para transmitir la idea de que funcionan como tal en medio del rebaño en lugar de ser un cuerpo que gobierna sobre el mismo.

Algunas observaciones adicionales

Es significativo ver que las iglesias primitivas no comenzaron con varios tipos de liderazgo solo para ser corregidas y restauradas más tarde a un modelo autorizado, sino que, desde el principio, la iglesia instintivamente y por enseñanza siguió el modelo de la familia humana; los mayores entrenaban a los más jóvenes y luego pasaban las riendas a la siguiente generación.

Es interesante leer los argumentos de apoyo ofrecidos por quienes practican el modelo de un líder principal o central. Por ejemplo, hay quienes afirman que, según Hechos 15:13, Santiago era el “Pastor” de la iglesia en Jerusalén.

Por supuesto, tal afirmación no es válida, pero ¿no sería probable que Santiago, siendo hermano de Jesús, fuese respetado en cualquier reunión importante a la hora de tomar decisiones? En esa misma línea de pensamiento, ¿deberíamos entonces deducir que la mención de María en Hechos 1:14 es evidencia de que ella era la presidenta de la comunidad de mujeres?

Por otra parte, se ha dicho que los ángeles de las siete iglesias en Apocalipsis 2 y 3 eran los “Pastores”. Pero hay una buena palabra para pastor utilizada en otros lugares del Nuevo Testamento, por lo que es más realista entender la palabra “ángeles” en su sentido normal de seres angelicales. Por último, a menudo se cita la referencia a pastores en Efesios 4:11, pero el contexto es claramente de un don, y no de un oficio.

Hay diversidad de argumentos, pero la autoridad final viene de la Palabra de Dios, y ante la evidencia bíblica, terminan siendo inadecuados e incluso irrelevantes, demostrando poca solidez a favor de otros modelos de liderazgo en la iglesia, mientras que aquellas iglesias que han reconsiderado el modelo bíblico están experimentando una transición de iglesias “lideradas por un pastor” a iglesias “lideradas por ancianos”.

Conclusión

Sin duda hay un modelo claro del Nuevo Testamento para el liderazgo de la iglesia local, según el cual, tenemos la autoridad del Señor para usarlo y avanzar en la obra misionera y en el hogar, siguiendo el modelo bíblico con confianza.

¡Qué privilegio tenemos de honrar al Señor deleitándonos en Su plan, que siempre es el mejor!

En el próximo número, consideraremos la pregunta: “¿Está funcionando?” y sugeriremos algunos puntos a considerar para los ancianos de la iglesia.

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