“Primero colóquese su máscara y luego ayude a quienes estén alrededor suyo”. Esta es una frase conocida para quienes viajan en avión al iniciar cada vuelo comercial. En caso de pérdida de presión en la cabina del avión, caerán del techo máscaras de oxígeno. Un padre o una madre en pánico al esforzarse por colocarle la máscara a sus hijos puede perder el conocimiento, quedando así incapacitado para ser de ayuda a alguien. A fin de poder ayudar a otros, es necesario mantenerse en condiciones de poder hacerlo.
Este principio también se aplica para los líderes del pueblo de Dios, como señala Pablo en 1 Timoteo 4:6-16. Hay varias cosas específicas a las que un anciano o un líder deberá prestar atención personal en su propia vida antes de poder ser de ayuda a otros.
Un anciano debe estar alimentándose espiritualmente todo el tiempo (v. 6)
Esto implica dos cosas. Primero, el anciano debe estar alimentándose regularmente de la Palabra de Dios. El método de lectura de las Escrituras podrá variar, pero lo importante es que la Palabra de Dios abunde en nuestras mentes. En segundo lugar, el anciano debe trasladar las Escrituras de su mente al corazón. Debe nutrirse con lo que lee. No es suficiente convertirse en el “hombre de las respuestas bíblicas”. Debemos estar en constante transformación “de gloria en gloria” (2 Corintios 3:18) a medida que discernimos al Señor en y a través de su Palabra.
No podremos guiar al pueblo de Dios de forma adecuada mientras no estemos inmersos en la Palabra a diario y seriamente. Esto debe complementarse con una dieta regular de lectura o escuchando a otros maestros piadosos que sean sanos en la doctrina y en las “palabras de fe”. Esto puede parecer abrumador si consideramos que muchos ancianos tienen trabajos seculares de tiempo completo y familias. Ten presente que no estamos en una carrera de velocidad, sino en una de resistencia a larga distancia. Un poco cada día a lo largo del tiempo suma una gran cantidad, así como los intereses compuestos, que producen una inversión mucho mayor que el dinero en un fondo de jubilación.
Un anciano no debe malgastar el tiempo en cosas inútiles (v. 7a)
En el versículo 7, Pablo advierte a Timoteo que se mantenga alejado de “fábulas profanas propias de viejas”. Ya anteriormente había hablado de evitar “mitos y genealogías interminables, lo que da lugar a discusiones” (1 Timoteo 1:4). Éstas son como los periódicos amarillistas que hay en muchos supermercados, que llaman la atención con titulares sensacionalistas que a menudo son poco más que rumores. Es sorprendente que estas publicaciones se sigan vendiendo. Sin embargo, es aún más sorprendente el público que resulta de transmitir rumores y trozos de noticias sensacionalistas e historias espectaculares. A la gente le gusta escuchar las “jugosas” críticas hacia los demás y dan al portador de tales noticias un cierto sentido de importancia.
Un anciano debe preguntarse constantemente: “¿Es esencial esto a lo que dedico tanto tiempo? ¿Es esencial el tiempo dedicado a un tema minúsculo de las Escrituras cuando los asuntos de mayor peso de las almas de las personas son descuidados? ¿Si utilizara mis energías en esto, qué otra cosa más beneficiosa podría estar haciendo para el Señor y su pueblo?
Un anciano se ejercita para la piedad (vv. 7b-8)
El liderazgo y la enseñanza bíblica verdaderos son un trabajo arduo y requieren disciplina, pero la carne se resiste. Se requiere esfuerzo para ser consecuente en la lectura de la Palabra. La práctica de la verdadera piedad es difícil. Por eso Pablo le dice a Timoteo “ejercítate para la piedad” (7b). Hay demasiadas cosas importantes que abordar, así que ¿para qué gastar el tiempo en trivialidades que no son útiles para alcanzar la meta de la piedad?
La palabra griega para “disciplina” es gumnazo de donde proviene la palabra española “gimnasio”. Un atleta se entrena y elimina cualquier actividad que sea superflua o innecesaria, cualquier cosa que malgaste su tiempo. Se concentra sólo en las actividades que le ayudan a convertirse en mejor atleta. En contraste, nuestra meta es la de ser más piadosos, la cual tiene más valor que la disciplina física del cuerpo. Como resultado nuestro liderazgo se caracterizará por la piedad.
Un anciano se ciñe a lo importante (v. 9)
Esta enseñanza de Pablo es un “mensaje digno de crédito y merece ser aceptado por todos” (9 NVI). Esta es una de las cinco veces que utiliza esta descripción para su enseñanza (ver 1: 15, 3: 1, 2 Timoteo 2: 11 y Tito 3: 8). De todo lo que él tiene que decir, éstas son las más importantes.
El mensaje digno de crédito es la importancia de la disciplina para alcanzar la piedad. Debemos mantener el enfoque principal ¡y eso es difícil debido a la gran cantidad de cosas que compiten por nuestra atención! La piedad bien vale la pena, porque tiene enormes beneficios aquí, en nuestro ministerio temporal, así como para la eternidad (efectos eternos). Nunca debería subestimarse el crecimiento en la piedad como anciano.
Un anciano se mantiene firme en Dios (v. 10)
Esto casi sobra ser mencionado en una carta de ministerio a los ancianos. Sin embargo, eso es lo que nos motiva a usar nuestras energías, así que debemos asegurarnos de que nuestra motivación no esté desviada. Es tan fácil “fijar nuestra esperanza” en el reconocimiento terrenal, el prestigio, la influencia o las recompensas tangibles, cualesquiera que sean. Pero estas cosas son superficiales. Cuando fijamos nuestros ojos en Dios, meditamos en Aquél cuya meta es salvar a la gente de sus pecados, y darles nueva vida en Cristo. En palabras de un comentarista, “Él es el potencial Salvador de todos los hombres (1 Timoteo 1: 15); y el salvador efectivo solamente de los creyentes”.
Un anciano convoca a otros al mismo estándar de excelencia (v. 11)
No nos contengamos en convocar a otros cristianos a trabajar esforzadamente en la piedad. Desafiemos a otros a quitar aquellas cosas que retardan su crecimiento espiritual. Todos deberían elegir cuidadosamente en qué utilizan sus energías.
Un anciano no permite que su juventud lo estorbe (v. 12)
Si bien ser un anciano presupone un nivel de madurez y también puede implicar cierto nivel de edad física, la juventud en sí misma, no debería impedir el liderazgo espiritual de un hombre. A los demás no les correspondía pasar por alto la juventud de Timoteo y es lo que Pablo le dice al mismo Timoteo. ¡De Timoteo dependía no permitir que otros lo despreciaran por su edad! En otras palabras, el anciano no debe permitir que la actitud de otros estorbe su ministerio. “Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza”. Cuando me bauticé poco después de haber creído en el Señor, tenía algo más de veinte años, y un fiel hermano mayor en Cristo me dio este versículo (1 Timoteo 4: 12) en mi bautismo. Tenía mucho fervor, pero poco conocimiento y experiencia, con mucho del mundo todavía en mi aspecto exterior, carecía de la jerga o las conductas y costumbres tradicionales de los “hermanos” cristianos. Recuerdo haber participado en estudios bíblicos y reuniones de hombres en los que ofrecía mis pensamientos entusiastas sobre las Escrituras, y a su vez sentía las miradas y comentarios descalificadoras que decían “todavía eres joven, así que no te tomamos en cuenta tan seriamente”. Este versículo resultó ser de gran estímulo para no claudicar, aunque era muy joven. Mi mentor simplemente me estimuló a continuar caminando firme en la fe y servir donde el Señor abriera las puertas.
Un anciano involucra a otros en la Palabra (v. 13)
Aunque esto implica el ministerio público, fortalecer a todos a través de la lectura, la exhortación y enseñanza, el líder también se beneficia de ese ejercicio. Pablo dice “dedícate a la lectura pública de las Escrituras”. Aunque la palabra “pública” no se encuentra en el griego original, se aprecia en el contexto que ésta es la intención. Los ancianos en una iglesia local han asumido esto seriamente mediante la lectura pública de las Escrituras todos los domingos a la mañana en la Cena del Señor. Ellos leen una porción consecutiva cada semana de los Evangelios y una selección de Salmos.
Un anciano le da prioridad a su don (v. 14)
“No descuides el don que hay en ti”. Un líder entre el pueblo de Dios es tironeado en varias direcciones. Y la constante “tiranía de lo urgente” puede dejar afuera los asuntos “importantes”. Sin embargo, un anciano no debería terminar siendo una persona tan ocupada que no pueda funcionar en el área de sus dones; esta es una receta para la frustración en el servicio. Nada aniquilará tanto la vitalidad de un anciano como el desgaste de toda su energía en un área afuera de su don.
Un anciano presta atención a su liderazgo (15-16)
Pablo dice a Timoteo: “Sé diligente en estos asuntos”, “Entrégate de lleno a ellos”, “Ten cuidado”, “Persevera”. Es absolutamente esencial y de suma importancia que el líder vigile cuidadosamente su propio desarrollo y ministerio. Un pasatiempo mío es la carpintería. Mi sierra de mesa es la principal herramienta en mi taller y la utilizo en prácticamente todos mis proyectos. Sin embargo, después de un buen tiempo, pierde filo y necesita ser afilada. Esto requiere tiempo y extiende el tiempo presupuestado para el proyecto en el que estoy trabajando. No obstante, si no afilo la sierra, el corte demorará más y también tenderá a quemar la madera. Fácilmente puedo quemar un fusible eléctrico que termine cortando la energía de todo el taller. A la larga, si tomo tiempo para afilar la sierra, podré desarrollar mucho mejor todos mis proyectos de carpintería.
Como ancianos o líderes, debemos dedicar tiempo a afilar nuestro propio desarrollo y crecimiento espiritual. No podemos darnos el gusto de improvisar, de lo contrario, terminaremos quemándonos o lastimando a otros. Y fácilmente podemos quemar un fusible espiritual y en consecuencia limitar el poder del Espíritu Santo en nuestro medio. ¡Hay demasiado en juego!
Un líder siempre se pregunta cómo puede mejorar, crecer y ser un mejor líder del pueblo de Dios. Cada día oro para que el Señor me ayude a convertirme en ese tipo de líder.
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Adpatado de APA
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