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El cuadro bíblico de un pastor que cuida de sus ovejas pasando largas horas asegurando su seguridad, guiándolas a buenos pastos y aguas frescas, cargando sobre sí a las débiles, buscando las perdidas, sanando a las heridas y enfermas, es precioso. La imagen completa de un pastor palestino se caracteriza por ser una expresión de intimidad, ternura, afecto, destreza, arduo trabajo, sufrimiento y amor. Como lo menciona en su libro quien fuera profesor del London Bible Collegee, Derek J. Tidball, “es una mezcla sutil de autoridad y cuidado… tanto de firmeza como de ternura, tanto de valor como de consuelo”.
 
La relación entre el pastor y las ovejas es tan rica que la Biblia la usa muchas veces para describir a Dios y su tierno cuidado para con su pueblo. En uno de los Salmos más queridos y conocidos, David, el pastor que llegó a ser rey, escribió, “Jehová es mí pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará” (Salmo 23: 1, 2). La Biblia también usa la ilustración del pastor para describir la labor de los que lideran al pueblo de Dios (Ezequiel 34).
 
Así que, cuando Pablo y Pedro exhortaron directamente a los ancianos para que cumplieran su deber, ambos usaron el cuadro del pastor. Debemos observar que estos dos apóstoles asignan la tarea del pastoreo de la iglesia local a ninguna otra persona o grupo más que a los ancianos. Pablo les recuerda a los ancianos de Asia que el Espíritu Santo les colocó en el rebaño como sobreveedores con el propósito de pastorear la iglesia de Dios (Hechos 20: 28). Pedro exhorta a los ancianos a ser todo lo que un pastor debe ser para el rebaño (1 Pedro 5: 2). De modo que nosotros también debemos considerar a los ancianos como pastores del rebaño, no como administradores, ejecutivos, ni consejeros del pastor.
 
Si queremos entender qué son los ancianos en la iglesia y su obra, debemos entender el cuadro bíblico del pastoreo. Como pastores de las ovejas, los ancianos neotestamentarios deben proteger, alimentar, guiar y cuidar de las muchas necesidades prácticas del rebaño. Usando estas cuatro categorías, consideremos los ejemplos, exhortaciones y enseñanzas del Nuevo Testamento tocante a los ancianos que pastorean.
 

Protegiendo al rebaño

 
La mayor parte de la tarea de los ancianos neotestamentarios es la de proteger al rebaño de los falsos maestros. En esencia, el encargo de Pablo a los ancianos de Éfeso fue “apacienten la iglesia, vienen lobos” (Hechos 20: 28-31). La protección del rebaño es de vital importancia porque las ovejas son animales indefensos. Son totalmente indefensos contra lobos, osos, leones, chacales o ladrones. Como un pastor protege sus ovejas contra tales peligros, los ancianos deben proteger a la congregación de los falsos maestros. Según las calificaciones de Pablo para los ancianos, un futuro anciano debe tener un conocimiento adecuado de la Biblia para poder refutar a los falsos maestros (Tito 1: 5, 6, 9).
 
Proteger al rebaño incluye la búsqueda de ovejas descarriadas, la disciplina del pecado, la amonestación de actitudes y comportamientos indebidos, y la detención de peleas internas. Todo esto requiere que los ancianos estén atentos espiritualmente y que sean valientes en espíritu. Esto involucra velar en oración y estar conscientes de los temas cambiantes tanto en la sociedad como en la iglesia. Significa que los ancianos deben estar al tanto acerca de cada viento de doctrina y sus prácticas. Es incalculable el daño hecho a las iglesias de Jesucristo en los últimos dos mil años por causa de pastores descuidados, ingenuos y sin oración, o ancianos débiles que evitaron el conflicto o les faltó valor para enfrentar asuntos difíciles.
 
Hay muchos creyentes débiles, inmaduros e inestables, así que los ancianos deben actuar como muro de protección alrededor del pueblo, cuidándoles del temible peligro de los lobos rapaces y otras influencias destructivas.
 

Alimentando al rebaño

 
A lo largo del Nuevo Testamento se hace gran énfasis a la centralidad de la enseñanza de la Palabra de Dios. A diferencia de los ancianos tipo “junta directiva”, en el Nuevo Testamento todo anciano debía ser “apto para enseñar” (1 Tim. 3: 2). Pablo dice que el anciano debe ser “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen” (Tito 1: 9). Las ovejas son prácticamente incapaces de alimentarse correctamente. Sin pastor, las ovejas pronto estarían sin pasto ni agua, y morirían. La falta del conocimiento y enseñanza de la Biblia de parte de los ancianos de la iglesia es una de las mayores razones por las cuales el error doctrinal inunda a las iglesias de hoy y ahoga el poder y la vida de la iglesia.
 

Liderando al rebaño

 
En el lenguaje bíblico, pastorear a una nación o a cualquier grupo de personas significa guiar o gobernar (2 Sam. 5: 2; Salmo 78: 71, 72). Los ancianos también son llamados “sobreveedores”, indicando que deben liderar y administrar la iglesia. Deben gobernar (1 Tim. 5: 17). Esto incluye la habilidad de administrar y trabajar arduamente. Los ancianos deben establecer con claridad la dirección y la doctrina para el rebaño, determinar las metas, tomar decisiones, dar dirección, corregir errores, hacer cambios y motivar al pueblo. Deben evaluar, planear y gobernar. Deben resolver problemas, guiar a la gente, planear y pensar. Una de las cualidades claves para un anciano es “que gobierne bien su casa… pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?” (1 Tim. 3: 4, 5).
 
Liderar como anciano requiere mucho arduo trabajo y sacrificio. Pastorear al rebaño de Dios requiere una vida de consagración a la obra. Por eso Pablo exhorta a los creyentes a honrar y amar a los que trabajan en el cuidado del rebaño (1 Tes. 5: 12; 1 Tim. 5: 17).

 
Cuidando de las necesidades prácticas

 
Santiago instruye a los enfermos del rebaño a llamar a los ancianos de la iglesia (San. 5: 14). Pablo exhorta a los ancianos de Éfeso a cuidar de los débiles y necesitados del rebaño (Hechos 20: 35). Esto significa visitar a los enfermos, confortar a los enlutados, fortalecer a los débiles, orar por todas las ovejas, visitar a nuevos miembros y aconsejar según haya necesidad. Además, ellos deben asegurarse de que otros en el rebaño estén equipados para la obra del ministerio. Los ancianos dependen de los dones y habilidades de otros (algunos de los cuales pueden ser más dotados que los ancianos en algunas áreas del ministerio) para el cuidado global de la iglesia local. Los ancianos deben llevar a la iglesia a ser una iglesia activa y viva en la que cada uno de los miembros esté cumpliendo con un papel.
 
El secreto del cuidado de las ovejas es el amor. Un buen pastor ama a las ovejas y desea estar con ellas (2 Sam. 12: 3). Así mismo, los mejores ancianos son los que aman a las personas, quieren estar con ellas y están involucrados en sus vidas. Si le pregunta a cualquier cristiano qué es lo que más quiere de sus líderes espirituales, la respuesta más común sería, “ser amado y cuidado”. Si en un grupo de ancianos faltan ciertos dones o personalidades dinámicas, el amor de los ancianos hacia la gente puede compensar tales deficiencias. Sin embargo, nada compensa la falta de amor y compasión de parte de los ancianos. Sin amor los ancianos están vacíos. Sin amor un anciano es “metal que resuena, o címbalo que retiñe,” un cero espiritual. Así que, como el Señor Jesucristo, un buen anciano pastor ama a la gente.
 

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