No hay nada más doloroso para los ancianos que un creyente apostate de la fe. Es lo más grave que podría sucederle a un cristiano. El apóstol Pablo anticipa y advierte al joven Timoteo sobre este problema en 1 Timoteo 4: 1-5.
El asunto: La fe
La preocupación de Pablo en este pasaje no está relacionada tanto con la asistencia a la iglesia, una vida recta, o cosas semejantes (buenas en sí mismas). El asunto central es la fe: una persona que en algún momento anduvo pero que ahora anda por vista. Ahora bien, esta apostasía, como la denomina Pablo, es muy notoria en los “grandes” pecados de la vida, pero comienza en las “pequeñeces” de la vida cristiana. Por ejemplo, Santiago dice:
“Ahora escuchen esto, ustedes que dicen: ‘Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero’. ¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece. Más bien, debieran decir: ‘Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello’” (Santiago 4: 13-15 NVI).
Sin embargo, esta fe sencilla en realidad no es pequeña ¿no crees? Estamos hablando de la fe en su nivel más básico. Deberíamos tener una creciente convicción de que nuestros pasos diarios están sujetos a la predominante soberanía de Dios. No hablamos de usar a la ligera la frase “si es la voluntad de Dios” a cada expresión de planificación. Más bien, es una actitud de fe ejemplificada por esa frase. Deberíamos caminar confiados en que Dios guiará nuestros planes de acuerdo con su bondad y sus propósitos. Aparece en la forma en que hablamos de planificar el futuro.
Aunque debemos ser cuidadosos en no juzgar sólo según las palabras, la forma de hablar de la gente revela mucho sus pensamientos y actitudes. ¿Utilizan un lenguaje que revela una actitud de confianza en nuestro Dios soberano, o su hablar refleja un servicio a Dios de labios para afuera que simplemente disimula lo que no es más que una actitud secular?
Muy a menudo nos encontramos intentando conformarnos externamente a las conductas cristianas aceptadas, según lo dictaminado por nuestro círculo particular de creyentes. En el fondo, lo esencial es una actitud de fe, todo lo demás fluirá de aquello.
La realidad: algunos apostarán de la fe
En este pasaje, Dios nos declara una realidad: algunos apostarán de la fe. Por supuesto que esto no es lo deseable, pero va a ocurrir. No debemos volvernos paranoicos o pesimistas en nuestra manera de ver las cosas, ¡pero debemos estar alerta! La advertencia está dada en el pasaje así que haremos algo al respecto. Pablo desafía enfáticamente a los ancianos de Éfeso: “Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos…” (Hechos 20: 28). Algunas traducciones lo presentan de este modo: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño (de Dios)…”
El desafío: ¿Vigilancia o paranoia?
Ahora bien, se requiere sabiduría para transitar la línea delgada entre la paranoia y vigilancia. En todos los grupos cristianos se manifiesta una cultura de conductas aceptadas. La mayoría de estas conductas están basadas en la aplicación correcta de la Palabra de Dios en nuestras vidas, y las fomentamos en las vidas de otros. Sin embargo, algunas de estas cosas son la simple aplicación de la verdad, y pueden estar sujetas a nuestras propias experiencias, sentimientos y convicciones personales, y cuando estas aplicaciones son cuestionadas, podemos alterarnos fácilmente y “golpear el púlpito con mayor fuerza” para imponernos.
Siendo un joven creyente, recuerdo que algunos ancianos parecían preocuparse por cada “cosita” que los jóvenes hicieran y que estuviera ligeramente fuera de la zona de comodidad de los cristianos de mayor edad. Esto solía transmitir una presión para “amoldarse” y era fácilmente interpretado como “legalismo”. El resbaloso argumento “esta cosa no es mala en sí misma, pero puede llevar por una conducir hacia el pecado” parecía anular cualquier creatividad o libertad que tuviésemos en Cristo.
Hoy estoy agradecido por las advertencias de cristianos maduros en algunas de estas cosas. En otras, mirando retrospectivamente, todavía siento que ellos estaban equivocados, y como consecuencia, algunos creyentes jóvenes fueron alejados innecesariamente. Incluso iglesias hermanas pueden ejercer presionar entre ellas para amoldarse en muchas áreas en donde las Escrituras no han aclarado cierto tema en forma explícita.
En ese entonces yo no era lo suficientemente maduro en mi fe como para discernir esa línea delgada entre paranoia y vigilancia. Ahora que soy mayor, oro pidiendo sabiduría para que el Espíritu se mueva también en otros de una forma distinta a la que estoy acostumbrado. Pero al mismo tiempo deseo estar atento a cualquier movimiento que pudiese desviar a la gente de un caminar en la fe basado en la verdad de la Palabra de Dios. Esto requiere madurez, sabiduría y humildad. En el fondo está el tema de la fe. ¿Estoy estimulando a la fe o al amoldamiento? Hay una gran diferencia.
Para ver las advertencias específicas de Pablo en este sentido, espera la segunda parte de este artículo en el blog de la próxima semana.
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