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¿Bienestar o Ministerio?

¡Oh, si tan solo se pudiese vivir la vida un poco más cómodamente!
¿Sabías que esa búsqueda de comodidad puede ser un obstáculo para la obra del Señor? No hay nada de malo en desear tener alivio del dolor o las dificultades, sin embargo, como ancianos, debemos cuidarnos de emplear mucho tiempo en busca de nuestro propio bienestar y prosperidad a expensas de no poder influenciar a otros a ser Cristo céntricos.En algunos entornos he visto cómo algunas personas suelen usar la religión (y esto suele verse en una fe evidentemente superficial) como un medio de beneficio personal, ya sea para progreso personal o en busca de tener una sensación de prestigio, poder, posesiones materiales o beneficios financieros. Quienes vemos el valor de la pluralidad en el liderazgo mediante el gobierno de ancianos, podemos caer en soberbia y orgullo si juzgamos las motivaciones de aquellos hombres que trabajan como únicos pastores de una congregación, acusándolos de actitudes poco cristianas y motivaciones sospechosas. Pero si somos humildes y abiertamente honestos podremos hacer una mirada introspectiva, en lugar de juzgar a otros. Todos somos igual de propensos a practicar una fe y un rol de ancianos con motivaciones poco piadosas. Pedro dice a sus colegas ancianos que sirvan “no por ganancia deshonesta (1 Pedro 5: 1-3). ¿Qué habría motivado a Pedro a escribir esto en sus últimos años, sino el hecho de haber observado alguna tendencia en los ancianos, como humanos imperfectos que eran, a servir por motivos impuros?

Si bien la ganancia monetaria vinculada con ser un anciano simplemente no existe para la mayoría, el anhelo de riqueza puede evidenciarse en otras áreas de la vida del anciano. Pocas partes del mundo han sido aisladas de la influencia de materialismo. La presión por acumular más cosas o envolverse en la autocompasión puede ser intensa.

Trabaja por la “ganancia” correcta

Pues bien, Pablo en su carta a Timoteo le dice que verdaderamente hay gran ganancia en la vida cristiana: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento (1 Timoteo 6: 6). ¡Sin embargo, justo en el versículo anterior, dijo que practicar nuestra piedad con la motivación de obtener ganancias, está mal! Como suele hacerlo en otras partes, a Pablo le encantan los juegos de palabras. En este caso destaca una buena manera de hacer ganancia que es completamente diferente a la manera equivocada de obtener ganancia que acaba de denunciar. Cuando uno busca la piedad por el motivo apropiado, el contentamiento es el resultado natural, ¡y aquello es de gran ganancia!Un tipo de ganancia tiene que ver con la motivación, el otro, con los resultados. Nos equivocamos si nuestro principal motivador es el beneficio personal, porque nunca satisface. Sin embargo, el contentamiento viene cuando la ganancia personal no es el motivador sino el resultado. El anhelo por tener más cosas nunca se satisface, pero ese anhelo se ve eclipsado por la satisfacción que hay en la vida sin las cosas. El anhelo por más dinero o el descontento que proviene por la falta de dinero son síntomas de un enfoque equivocado.

Los ancianos, más que ninguna otra persona en la congregación, deben ser implacablemente honestos consigo mismos. ¿Cómo podemos saber si tenemos las motivaciones correctas?

Pablo nos invita a prestar atención a las evidencias del tipo de “piedad” que una persona está persiguiendo. Si nuestra aparente piedad es genuina, entonces el resultado será el “contentamiento”. En realidad, esto es periférico a nuestra motivación y nuestra meta, que es vivir completamente para Cristo. El contentamiento no es algo en lo que fijamos nuestros ojos, sino que es un resultado de la piedad. No es algo que a lo que te puedes aferrar, sino que es esquivo, es la ganancia disponible solamente para aquellos que buscan algo más sublime, es decir, a Cristo.

Busca a Dios antes que las recompensas

Es verdad que a lo largo de las Escrituras encontramos estímulos con promesas de alcanzar recompensas. Sin embargo, éstas nunca son los motivadores primarios, sino secundarios. Eso explica la acción instintiva de los veinticuatro ancianos en Apocalipsis 4: 10, que echarán sus coronas (recompensas) ante el trono del Cordero. Este será un acto de adoración totalmente razonable, demostrando que la principal motivación última del corazón del verdadero creyente no son las recompensas, sino Cristo. El antiguo himno lo sintetiza bien: “La novia no mira su vestido, sino el rostro de su amado Novio”. ¡Sin duda nos compadeceríamos de una hermosa joven cuyo principal anhelo de casarse fuese simplemente el vestir su traje de novia!Es natural que nos gusten las recompensas y los dones de Dios. De hecho, somos llamados a disfrutarlos, pero buscar primeramente a Dios es algo mucho mejor (como lo dice el Señor en Mateo 6). No tenemos que preocuparnos por las recompensas o los dones, porque sabemos que la gracia de Dios que nos da mucho más de lo que merecemos. Así que, al ser liberados del deseo de las recompensas y los dones de Dios, le servimos con un corazón transparente, y el resultado es el contentamiento, ¡y eso es gran ganancia!

El contentamiento es contrastado con una vida de preocupación por siempre querer más:

Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. (1 Timoteo 6:9-10)

Compara esto con el versículo 7, que señala que entramos a este mundo totalmente desposeídos, sin pertenencias, y lo dejamos de la misma manera. Quienes tienen un concepto errado de la piedad están constantemente preocupados por los logros, se esfuerzan por alcanzar aquello que no perdurará más allá de la tumba. Su enfoque está en lo que no tienen, y viven sus vidas esforzándose por lograr más. El verdadero contentamiento, en cambio, aparece cuando estamos satisfechos con sólo las necesidades básicas de la vida (v. 8). Es agradable tener cosas, pero, como ancianos, debemos evitar que éstas sean nuestro motivador o que nos lleven a la preocupación.

Recordemos que nuestro concepto de propiedad es efímero, se limita a los años fugaces que vivimos en este planeta tierra. Pasar nuestro breve tiempo en constante descontento, anhelando, buscando aquello que no tenemos material o financieramente es la máxima insensatez. Somos simplemente mayordomos de las posesiones de Dios, no las nuestras. Los seguidores de Cristo aprenden a estar contentos con la alimentación y la ropa, el eufemismo de Pablo en referencia a las necesidades básicas.

La tentación por la riqueza y el materialismo probablemente hoy sea mayor que en el tiempo de Timoteo. Debemos escuchar cuando Pablo le dice que instruya a los que tienen abundantes posesiones mundanas:
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos (1 Timoteo 6:17).

Valentía y humildad

Notemos, no les ordena a los ricos que regalen sus cosas, ni los presiona para que den su dinero a la iglesia. Más bien, Timoteo es estimulado a reorientar el enfoque de los ricos, pues aún para ellos, es Dios quien suple sus necesidades. Si somos solamente mayordomos de las posesiones de Dios, entonces debemos concentrarnos en Dios, y no en las posesiones. Esa es nuestra esperanza. No confiamos en nuestros recursos financieros o materiales, sino que confiamos en Él que es el Proveedor para nuestras necesidades. No debemos atrevernos a confundir los dones con el Dador de ellos. Tal como los macedonios son un modelo para nosotros, todos los cristianos deben darse primeramente a Dios, luego considerar qué hacer con sus recursos (2 Corintios 8:5).Pablo luego prosigue e instruye a los ricos a “que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos…” (1 Timoteo 6:18). Esto es suficiente para gente contenta y Cristo-céntrica que busca la genuina piedad.

Por último, volvemos a la verdadera ganancia de vivir una vida genuinamente piadosa:
atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna”. (1Timoteo 6:19).

Nuestro Señor lo estableció de esta manera: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). Sus bendiciones son la base para que experimentemos la vida de la manera en que Dios la planeó.

¿Qué es lo que deseamos?

Los ancianos no somos inmunes a la influencia del materialismo. La riqueza puede ser una tentación y una trampa. Notemos este versículo:“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:10)

El problema no es la posesión de dinero, sino “desear” pues eso es lo que causa el problema. Una traducción lo describe como teniendo “afecto” por el dinero. Los elementos de confort “extras” de la vida son buenos para disfrutar, pero cuando estamos constantemente esforzándonos por obtenerlos o retenerlos, entonces nuestro enfoque se desvía del blanco. Literalmente, la palabra “codiciar”, en el versículo 10, significa “desea tener”. La idea es que el dinero, o poseer lo suficiente del mismo, está fuera del alcance, así que la persona continúa tratando de lograr alcanzar. Su vida se caracteriza por sus logros y esto se contrasta con la actitud de Pablo, “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús(Filipenses 3: 14).

Nosotros, como ancianos, debemos ser nuestros principales y más fuertes críticos. No podemos enseñar aquello que no hemos examinado en nuestras propias vidas. No puedo imaginar a Timoteo pensando, “Vamos, Pablo, no creerás que yo tengo tentaciones de esa naturaleza ¿verdad?” Sin embargo, Pablo lo amonesta: “…huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. (1 Timoteo 6: 11). En Hechos 20: 28 Pablo advierte a los ancianos de Éfeso: “mirad por vosotros”, (antes de decir), “y por todo el rebaño…” Escondemos nuestras cabezas en la arena si creemos que no podemos ser también tentados. En esto debemos orar como David:

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno(Salmos 139:23).

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Adaptado de APA

2 Comments

  1. Marcelo Balcazar Ribera
    abril 6, 2023 at 11:02 am ·

    Gracias, este articulo fue de mucho animo para mi vida. Todo lo que escriben y envian en esta pagina es de ayuda para los Ancianos y para todo creyente, pero aquellos que estamos en el ministerio necesitamos de estimulos, consejo, ayuda. Una vez mas gracias a Dios por usarlos para nimar a otros.

    • Eduardo Nieto
      abril 20, 2023 at 6:27 pm ·

      Gracias, Marcelo por tu comentario.

      Nos alegra que nuestro trabajo sea de ayuda.Por favor ora por este ministerio.

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