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¿Cómo celebras la Navidad?

Recuerdo una canción popular que comienza diciendo “llegó diciembre con su alegría…”. Diría que ésta es la época del año más cargada de emociones. En las celebraciones de final de año encontramos excusas para reunirnos con nuestros seres queridos. Organizamos fiestas, hacemos comidas, compramos regalos, viajamos, incluso desde muy lejos, para poder estar con nuestros familiares. Decoramos nuestras casas, las arreglamos, armamos pesebres o árboles, compramos ropa nueva, vamos a reuniones donde nos invitan, enviamos tarjetas, damos saludos especiales y muchos se vuelven más generosos. Las calles se iluminan con infinidad de decoraciones y luces, tomamos tiempo para visitar los centros comerciales llenos de gente y de luces y colores, etc. En general hacemos muchas cosas simplemente porque ha llegado diciembre con su alegría.

Pero, en realidad ¿cuál es la alegría de diciembre? ¿Serán los regalos, serán las celebraciones con los seres queridos? ¿Serán las decoraciones? ¿Será el hecho de que un año está terminando?

La gran mayoría del mundo occidental que celebra la Navidad está tan alejada de lo que podría significar, que termina siguiendo una tradición completamente vana y vacía. Y lo que más me alarma de esto es que el pueblo cristiano, o los que nos llamamos seguidores de Cristo fácilmente caemos en ese mismo tipo de celebración.

Muchos solo se reúnen para pasarlo bien, para reencontrarse con la familia, para dar y recibir regalos. Pero pocos se toman el tiempo para identificar qué es lo que les da sentido a sus celebraciones.

Como cristianos, al explorar la Biblia no encontramos ninguna parte que nos diga que debemos celebrar la Navidad. Y con esto no estoy condenando la celebración de esta. Porque en sí no me parece mal hacerlo, lo que me alarma es que celebremos algo alejado de un significado válido y que vaya más de la mano con la cosmovisión de este mundo.

¿O te has preguntado alguna vez por qué decoras tu casa para Navidad? ¿O por qué armas un árbol? ¿O por qué pones luces? ¿O qué significado hay en los colores verde y rojo? ¿O por qué en muchas partes se emula el invierno, la nieve y la ropa bien abrigada cuando en gran parte de nuestras latitudes no hay estaciones tan marcadas o ni siquiera es invierno? Esto sin mencionar al muñequito gordito vestido de rojo que va en un trineo volador jalado por renos mágicos.

El contraste entre lo que leo en la Biblia, y lo que veo en las celebraciones y las decoraciones es muy grande. Lo único que todavía tiene algo de cabida es el pesebre, y quizás la estrella que siguieron los sabios de oriente, pero todo lo demás no coincide. De hecho, la fecha del nacimiento de Jesús es incierta, y es muy probable que no coincida con la fecha tradicional del 25 de diciembre. En realidad, el relato bíblico es todo menos hermoso, tierno o cómodo.

Jesús al nacer fue puesto en un bebedero para ganado. Seguramente habría algunos animales en aquel sitio. Sin duda ese no es el mejor lugar para nacer. Es el sitio menos conveniente. Como padre imagino a José luchando en medio de la situación: No está en casa, no tiene lo que podría necesitar, está llegando de un viaje, y el único sitio para refugiarse al parecer fue entre animales. Si estuviera a mi alcance, nunca escogería un sitio ni unas condiciones similares para que mi esposa diera a luz. Pero José no fue el que eligió esto, esas fueron las circunstancias que Dios mismo orquestó.

Pero aquí quiero desviarme un poco de la historia del nacimiento de Jesús para que pensemos en las razones por las cuales Él nació, y cómo nació.

El nacimiento relatado en Mateo y Lucas no fue el de un bebé cualquiera y el evangelio de Juan comienza diciendo: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios, y más adelante en el versículo 14 dice: y aquel Verbo fue hecho carne… Y aunque estos dos versículos puedan parecer un acertijo, en realidad contienen uno de los principios teológicos más importantes para el cristianismo, son trascendentales porque nos indican que ese ser que existía en la eternidad, que estaba con Dios, y era Dios, se hizo hombre. Un ser eterno, inmenso, infinito y espiritual, se hizo carne, y lo hizo por amor.

Quisiera que esto desafiara nuestra manera de pensar para que no seamos superficiales en nuestro caminar con Dios. Y la superficialidad se da cuando no logramos dimensionar, cuando no comprendemos al menos un poco más a fondo el profundo significado de nuestra salvación, y sus implicaciones.

Es importante que consideremos qué celebramos en Navidad. ¿Dónde está el énfasis de la celebración? ¿En la cena? ¿En los regalos? ¿En las reuniones familiares?

Era necesario que Jesús naciera, porque de otra forma no habría podido morir, y no habría hecho posible que la humanidad contara con un cordero perfecto, con un sustituto que muriera en nuestro favor. Por muy hermosa y emocionante que sea la Navidad, nuestra salvación no se definió en un establo sino en una cruz. Nuestro Salvador vino al mundo para dar salvación a todo aquel que crea en él.

Toma un momento para desafiar tu perspectiva en cuanto a las razones para celebrar la Navidad. Estoy muy de acuerdo con pasar tiempo en familia. Me gusta dar y recibir regalos, y es agradable ver las calles decoradas y luces en la casa. Pero no permitamos que todo eso desvíe nuestra mirada de lo que puede darle sentido real y muy significativo a toda esta celebración.

Celebremos recordando el nacimiento de nuestro Salvador, celebremos recordando que no hay que temer porque tenemos salvación, celebremos en adoración por la grandiosa salvación que nos ha sido otorgada, celebremos recordando la muerte y resurrección de nuestro Salvador que nació en Belén.

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