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Si la sola cantidad de menciones en la Biblia fuese un indicador, podríamos decir que algo muy cercano al corazón de Dios es la protección de las viudas, los huérfanos y los extranjeros. Literalmente, decenas de veces en el Antiguo Testamento encontramos exhortaciones y advertencias a reyes y jueces acerca de la protección de aquellos que no tienen las fuerzas y los medios para defenderse por sí mismos. Los justos deben “hacer justicia a los pobres y necesitados”, y no ignorar el clamor de los huérfanos y las viudas.

No es de admirarse que, en su primera lectura pública de las Escrituras, el Señor Jesús haya leído un pasaje que marcó su ministerio por su preocupación por los pobres, los quebrantados y los cautivos (Lucas 4:16-19). Él trasmitió estos valores a los apóstoles, como lo vemos en actividades tales como el cuidado de las viudas en la iglesia, y el consejo dado por los doce apóstoles a Pablo y Bernabé, de recordar a los pobres durante sus viajes misioneros (Gálatas 2.9-10).

Es posible que las iglesias que se encuentren en condiciones cómodas tengan pocas oportunidades de poner en práctica estas cosas. Es verdad que están los misioneros, quienes tienen contacto con los pobres, y como iglesias participamos con ellos en la ayuda económica, pero muchas veces eso es todo lo que se hace en algunas iglesias.

Así que no está de más recordarle a los ancianos cuán relevante es este principio en casi cada iglesia. Debemos preocuparnos por los más débiles entre nosotros. Para esto, consideremos las cosas desde diferentes puntos de vista. Miremos los siguientes ejemplos:

Ilustraciones para considerar

El hermano tímido en la congregación, a quien le resulta difícil iniciar una conversación, y escucha un mensaje instando a cada cristiano a evangelizar a otros. Sin embargo, en ninguna parte la Biblia dice que todos los creyentes son evangelistas. Lo que sí dice es que todos somos testigos. Una diferencia básica entre estos dos es que el evangelista inicia y el testigo responde. ¿Cuántas personas tímidas se sienten como cristianos de segunda clase gracias a comentarios que comparan a una personalidad extrovertida con la espiritualidad?

Considera a la madre soltera, o la viuda que se siente aislada porque no tiene con quien hablar en cuanto a las discusiones y decisiones tomadas por los hombres de la iglesia. Se hacen los planes con la participación de los líderes y parejas, mientras que los que viven solos “tarde o temprano escucharán”.

O qué de los jóvenes y los nuevos cristianos, quienes no tienen mucha confianza en su participación de la vida de la iglesia. Unas palabras ásperas de parte de personas mayores pueden hacer mucho daño a sus espíritus sensibles.

También existen aquellos, cuyo servicio principal para el Señor es la oración privada. ¿Está claro para todos en la congregación, que los que perseveran en oración hacen una contribución muy valiosa a la iglesia? ¿O se les hace sentir que el servicio público agrada más al Señor, y la oración está reservada para los inválidos y otros que no pueden trabajar?

La lista podría extenderse. Podemos pensar en las personas con discapacidad, o en las personas mayores, o los que están enfermos. Considera los lugares prominentes que se dan a ciertos dones espirituales en el cuerpo de la iglesia, tales como los pastores o maestros, mientras las personas que tienen el don de misericordia o de ayuda se quedan relegadas.

Podemos decir que estos tendrán su galardón del Señor, y esto sin duda es cierto. En este sentido, cuanto más secreto sea nuestro servicio para el Señor, mejor será. Pero este no es el punto. Los ingredientes claves: la unidad y la armonía, son aquellos elementos que preservan la comunión, y los ancianos siempre deben ser sensibles a aquellos que, no por falta alguna en ellos, pueden verse marginados del círculo “familiar”. Todos ellos necesitan la protección provista por los pastores que son sensibles a los tímidos, los callados, los débiles del rebaño.

¿Cómo pueden ayudar los ancianos?

¿Qué pueden hacer los ancianos para asegurar que la iglesia local sea un ambiente en el cual todos los creyentes pueden alcanzar la madurez y ser fructíferos? Tres versículos nos proveen un punto de partida. En primer lugar, los ancianos deben conocer el estado del rebaño (Proverbios 27.23) y eso incluye el conocimiento de aquellos que pueden requerir ayuda adicional, aunque sea para meramente sobrevivir.

En segundo lugar, los ancianos deben estar convencidos que esta es una parte muy importante de su ministerio. Hebreos 13:17 nos dice que los que presiden “velan por vuestras almas.” Muchos estudiantes de la Palabra creen que al hacer referencia al alma, el Señor llama la atención a las partes invisibles de una persona tales como la mente, la voluntad y las emociones. Un verdadero cuidado pastoral del rebaño involucra a toda la persona, y esto va más allá de la protección espiritual contra las falsas doctrinas, o la necesidad de seguridad física. De esta manera, Pablo escribe a los corintios en cuanto a una posible visita de Timoteo: “Y si llega Timoteo, mirad que esté con vosotros con tranquilidad” (1 Cor. 16: 10). Para sentirse seguro en un ambiente de comunión de amor, no debe haber temor, soledad, aislamiento, intimidación, crítica áspera, etc.

Probablemente, lo más importante es el sentido común. Así como en cualquier familia, donde los más callados deben ser animados y apreciados, y los más fuertes deben ser calmados, así también resulta en la familia espiritual de Dios. Este aspecto de la verdadera obra pastoral tal vez puede estar descuidado en la vida de la iglesia, y su atención diligente ayudará a la edificación de una asamblea que será conocida por su cálida comunión y por un discipulado que alcanza a todos.

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