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CUMPLE TU MINISTERIO… AUNQUE EL MENSAJE NO AGRADE

por Eduardo Nieto

Hanani fue un profeta enviado por Dios a confrontar a Asa, rey de Judá. Aunque Asa había tenido un buen comienzo en su reinado y ya en el pasado había visto a Dios obrar cuando deshizo a un ejército de más de un millón de etíopes delante de ellos, tiempo después se vio asediado por el rey de Israel. En esta ocasión, en lugar de acudir a Dios acudió a los sirios. Por esta razón Hanani fue enviado, y esto le dijo Hanani a Asa:

Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos. Los etíopes y los libios, ¿no eran un ejército numerosísimo, con carros y mucha gente de a caballo? Con todo, porque te apoyaste en Jehová, él los entregó en tus manos. Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. Locamente has hecho en esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti.
2 Crónicas 16: 7 – 10

Pero lo lamentable de la situación fue la reacción de Asa:

Entonces se enojó Asa contra el vidente y lo echó en la cárcel, porque se encolerizó grandemente a causa de esto. Y oprimió Asa en aquel tiempo a algunos del pueblo.

¿Qué mal hizo este profeta? ¿Merecía Hanani este trato? Es claro que no. Asa estaba siendo injusto y Hanani estaba sufriendo por causa de un mensaje que transmitió con franqueza y valentía.

Nunca será fácil decir la cruda verdad a alguien que prefiere escuchar una mentira. Muchas veces el mensajero sufre porque su mensaje no es aceptado, pero eso no lo excusa de no cumplir con su tarea. Un mensajero fiel debe llevar el mensaje sin importar las reacciones de sus destinatarios. Un mensajero fiel entrega el mensaje tal como le ha sido encomendado.

Todo esto me hace recordar las palabras de Pablo a Timoteo en 2 Timoteo 4: 1-5. Es evidente la pasión con la que Pablo escribe, incluso su afán. Él sabía que le quedaba poco tiempo, Timoteo ya no era más su aprendiz, ahora era su compañero de ministerio, su coequipero. Es más, en muchos aspectos era su reemplazo, y Pablo quería asegurarse de que Timoteo tuviera clara la meta y la tarea. Por eso le recomendó encarecidamente que no cesara de predicar la palabra, que no dejara de redargüir, de reprender, de exhortar con toda paciencia y enseñanza. Y la razón por la que Pablo insistió tan enfáticamente en esto es porque sabía lo que había de venir. Dicen los versículos 3 y 4:

Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.

Vivimos tiempos en los que abundan los Asas, tiempos en los que muchos no soportan la enseñanza correcta (dentro y fuera de la iglesia), y además de rechazarla se encienden en ira contra los mensajeros fieles que no dudan en redargüir, reprender, exhortar con la palabra de Dios.

La iglesia y el mundo hoy necesitan mensajeros fieles que no estén preocupados por las reacciones de los oyentes, que no teman ofender o herir susceptibilidades, el mensajero fiel se ciñe al mensaje y lo entrega.

Las palabras de Pablo a Timoteo en el versículo 5 son un fresco recordatorio para quienes hemos sido llamados a predicar y enseñar la Palabra de Dios en esta época:

  1. Pero tú sé sobrio en todo. En otras palabras, mantén la mente clara en todo momento. El mensajero fiel no se enreda con filosofías vanas, ni diluye su mensaje para el agrado de sus oyentes. Tiene clara su tarea y la cumple con fidelidad.
  2. Soporta las aflicciones. Al igual que Hanani, el mensajero fiel no duda en transmitir el mensaje, así tenga que enfrentar aflicciones por hacer bien su trabajo. No dudemos en transmitir la verdad con franqueza, sin temor, aunque en proceso incluya aflicciones.
  3. Haz obra de evangelista. El mensajero fiel no calla, sino que lleva el mensaje a todo aquel que necesita escucharlo.
  4. Cumple tu ministerio. Esto encierra todo lo anterior y mucho más. En otras palabras, el mensajero fiel no deja de hacer todo aquello que le ha sido encomendado.

Es verdad que el mensajero, aunque no es el autor del mensaje, puede sufrir aflicción por causa de este, pero un mensajero fiel entrega el mensaje completo y claro a los destinatarios aun a costo personal.

En estos tiempos tan inciertos, los siervos de Dios debemos refrescar la memoria con estas palabras de Pablo a Timoteo, seamos sobrios en todo, soportemos las aflicciones, no cesemos de hacer obra de evangelistas y, sobre todo, cumplamos nuestro ministerio.

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