Ser anciano es uno de los ministerios más grandes que un varón cristiano puede tener. Pero si has sido anciano por algún tiempo, probablemente te identifiques con el apóstol Pablo, que después de recitar la lista de las luchas que enfrentó en su servicio al Señor, confesó que: “además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” (2 Corintios 11.28). A la luz de las preocupaciones que enfrentas como anciano, es bueno recordar el por qué perseverar, por qué seguir adelante. La siguiente es una lista, no exhaustiva, de doce razones: - El Señor te ordenó hacerlo. No haces esta obra porque iniciativa propia, ni porque algún otro hombre te nombró. Dios te puso en esta tarea. “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos” (Hechos 20.28. énfasis añadido)
- El Señor te impone la necesidad. El Amor de Cristo obligaba a Pablo a predicar el evangelio (1 Corintios 9.16). No necesitamos la Biblia para probar que esto también es cierto para los ancianos. Para aquel que realiza esta tarea es obvio que uno de los principales motivos para seguir adelante es la naturaleza apremiante del Amor de Cristo, “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto; que si uno murió por todos, luego todos murieron” (2 Corintios 5.14). El amor de Cristo nos impulsa a amar a aquellos que Dios ha salvado. Los ancianos simplemente son cristianos que tienen un mayor sentido de responsabilidad para cumplir con esto.
- Los que te precedieron te motivan. Tanto por sus vidas, como por su desafío. “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada” (1 Pedro 5.1).
- Servir como anciano te coloca en buena compañía. Cuando Pedro te ordena apacentar la grey de Dios que está bajo tu cuidado, también habla del Príncipe de los pastores. Somos discípulos de Aquel que cuida de Su Pueblo de un modo infinito e íntimo, y que nos ha confiado esas mismas personas para un cuidado similar. “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros… y, cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5.2,4).
- Ser un anciano es seguir el ejemplo del Gran Pastor. “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas” (1 Pedro 2.25).
- El pueblo de Dios es precioso para ti, porque es precioso para el Salvador, comprado con sangre “Mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre” (Hechos 20.28).
- El Señor te ha dado este deseo. El deseo de ser un anciano no es necesariamente presuntuoso, porque Pablo pone en claro, “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea” (1 Timoteo 3.1). En segundo lugar, si el deseo existe, y tiene un enfoque santo, entonces es de Dios. “Deléitate asimismo en Jehová, y El te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37.4).
- Te interesas por el pueblo de Dios. No es sólo imitando a Cristo que esto se produce, sino teniendo el sentir genuino de Cristo. “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9.36).
- Simplemente amas al pueblo de Dios. A veces no puedes explicarlo, simplemente les amas. “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron” (2 Corintios 5.14).
- No descansas hasta ver madurez espiritual. Como Pablo, tienes la disposición de aceptar luchas y dificultades cuando sea necesario, para poder ver el crecimiento espiritual en aquellos que pastoreas. “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros …” (Gálatas 4.19).
- Deseas hacer una buena obra. “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea” (1 Timoteo 3.1) Pocas cosas en la Biblia se describen así. Es bueno y justo desear lo que es noble (Filipenses 4.8).
- El Buen Pastor te dará el galardón. La “corona de gloria” será la gloria del Cristo Mismo. El Señor compartirá con nosotros esa gloria única relacionada con Su posición como el Príncipe de los pastores, y durará para siempre. “Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5.4).
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