Dios ha establecido a ancianos piadosos, o pastores, para que lideren en la asamblea local, porque un pueblo sin líder está destinado a la ruina espiritual. Pablo aconseja a los ancianos de Éfeso a “pastorear la iglesia del Señor, la cual adquirió para sí mediante su propia sangre” (Hechos 20:28, RVR2015). Asimismo, Pedro aconseja a los ancianos: “pastoread la grey de Dios que está entre vosotros” (1 Pedro 5:2 RVR1977). Sin embargo, Dios sabe que ningún pueblo superará el nivel espiritual de sus líderes. En consecuencia, Dios estableció un alto estándar espiritual y moral para quienes lideran. Dios también sabe que cuando el liderazgo se aparta de Dios, tristemente, muy pronto el pueblo hará lo mismo. De la manera que se conducen los pastores, así también lo harán las ovejas.
Los primeros ancianos: “Los ancianos de Israel”
Cuando Israel comenzó a crecer como nación durante la cautividad de Egipto, Dios estableció un cuerpo de líderes, “los ancianos de Israel”. La primera referencia a estos líderes se encuentra en Éxodo cuando Dios habló con Moisés desde la “zarza ardiente”. Dios le dijo que había establecido un cuerpo de hombres piadosos que, junto con Moisés, liderarían a los hijos de Israel. Leemos: “Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de vuestros padres, … me apareció diciendo: En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto… e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto…” (Éxodo 3:16,18).
Más adelante, encontramos a estos hombres aplicando sangre a los dinteles de todas las casas israelitas para protegerse de la muerte de los primogénitos varones (Éxodo 12:21-22). Más tarde, Dios instruye a Moisés que elija de entre ellos a setenta hombres fieles para que lleven la carga del pueblo, para que Moisés no lo soportara solo (Números 11:16-17). Dios ungió a estos hombres con el Espíritu de Dios para que profetizaran la Palabra de Dios y ministraran al pueblo (Números 11:24-25).
Dios constituyó a estos hombres para que fuesen pastores piadosos en medio del pueblo, para cuidar de las necesidades espirituales del mismo, para proclamar la Palabra del Señor, y para buscar a quienes pudiesen apartarse. Dios exigió que estos ancianos fuesen fieles, que conociesen la Palabra del Señor, que lo amaran, y que amaran a su pueblo, y, sobre todas las cosas, “gastarse y desgastarse” por el pueblo de Dios.
Lecciones de Ezequiel 34
A lo largo del Antiguo Testamento, Dios estableció profetas, sacerdotes, y reyes para que lideraran a Israel. Pero Dios esperaba que los “pastores” de Israel se ocuparan de las necesidades espirituales del rebaño de Israel. Probablemente más que cualquier otra figura del Antiguo Testamento, el profeta Ezequiel capta la importancia del trabajo espiritual de los pastores. Ezequiel, capítulo 34, contiene lecciones para los líderes de hoy.
1. Enseñar la Palabra de Dios – Ezequiel 34: 2
“Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? (v 2)
Este pasaje destaca el error más significativo de los pastores, quienes en vez de alimentar a las ovejas, se enriquecían a sí mismos. Habían dejado de enseñar al pueblo sobre la santidad de Dios y ser ejemplo de esa santidad en sus propias vidas. Actuaban como si fuesen dueños de las ovejas y las trataban como les placía.
Alimentar al rebaño con “el trigo de mejor calidad” es la mayor necesidad en la iglesia local hoy en día. Las ovejas de Dios piden a gritos ser alimentadas con enseñanza profunda de la Palabra de Dios. ¿Dónde está la enseñanza expositiva y consecutiva de la Palabra de Dios? ¿Dónde está la enseñanza sobre las secciones de doctrinas vitales y de peso? Tristemente, los mensajes devocionales sobre el amor y la gracia son el menú habitual hoy en día en las iglesias contemporáneas. Desde luego, éstas tienen su lugar, pero no a expensas de la predicación fiel de todo el consejo de Dios. Según se dice, Martín Lutero dijo: La Biblia está viva, me habla; tiene pies, corre tras de mí; tiene manos, me aferra”. Ningún ministerio u obra de Dios puede tener éxito dejando a un lado la proclamación efectiva de la Palabra de Dios.
2. Ministrando a los débiles y enfermos – Ezequiel 34: 4
“No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada…” (34:4)
Muchos en nuestras iglesias locales tienen vidas destruidas y desean que el bálsamo del ministerio de Cristo los anime. Desean ser amados, que se les demuestre misericordia, ser levantados, y conocer el amor incondicional de Cristo. Sin embargo, la manera en que Dios sana y fortalece es por medio de la fe, la gracia, la Palabra de Dios, y el poder de la oración. Para vendar una perniquebrada, es necesario que la oveja desee volver a caminar. El pastor piadoso aplica las vendas sanadoras al miembro fracturado cuando lo dirige a Cristo y olvida lo que queda detrás. Por cada mirada hacia sí mismos, los heridos deberían dar diez miradas de fe a Cristo. Necesitan aprender a estar más ocupados con la obra terminada de Cristo que su pasado, sus pecados y sus fracasos. La curación de los miembros puede llevar tiempo, y un pastor deberá tener paciencia con el rebaño. Los pastores no deben desanimarse si algunas de las ovejas sanadas caminan cojeando el resto de sus vidas, pero deben recordar que efectivamente caminan y viven para Cristo.
3. Buscando a las descarriadas – Ezequiel 34:4, 5
“No volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida…, andan errantes por falta de pastor” (Ezequiel 34:3,5).
Los pastores fieles buscan a las ovejas que se han descarriado. La dispersión ocurre cuando no hay pastor. Dios nos recuerda: “Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto… y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas” (v 6). En consecuencia, las ovejas quedaron expuestas al peligro de los animales salvajes que las devorarían. Hoy en día, hay muchas ovejas que están dispersas, no por falta de un pastor sino por la falta de aquellos que hagan el trabajo de un pastor. El trabajo del pastor comienza antes de que se descarríen. Es mucho más fácil traer una oveja de vuelta cuando la oveja conoce el amor y el cuidado de un pastor fiel.
4. Liderar con afecto y compasión – Ezequiel 34:4
“Sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia…” (v 4).
Con demasiada frecuencia el abuso de autoridad ha producido un daño incalculable a la iglesia de Dios. En vez de utilizar los principios de humildad y amor sacrificial de Cristo para edificar a la iglesia, el orgullo, el egoísmo, y los espíritus dominantes han producido daños a la obra de Dios.
Para quienes son líderes y ancianos del pueblo de Dios, Jesucristo insistió que primeramente debían ser humildes, que no debían afanarse por una posición de prominencia o reputación. Él apela a los líderes a que se sirvan sacrificialmente, unos a otros, que perdonen a quienes los han herido, y se traten unos a otros como hermanos y hermanas en la familia de Dios.
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Cconclusión
¿Cómo reacciona Dios ante tal negligencia? Él dice que está en contra de esos pastores, y los hace responsables.
Que el Señor levante pastores que cuiden al rebaño con afecto, alimenten a las ovejas con todo el consejo de Dios, y que curen y venden las heridas.
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