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FUNDAMENTOS PARA EL SERVICIO – PARTE 2

por Chuck Gianotti

Las cartas de Pablo a Timoteo son un valioso tesoro de inspirada sabiduría acerca del liderazgo en la iglesia. En su segunda carta a su joven prodigio, Pablo continúa brindando consejo esencial para enfrentar los desafíos de pastorear el pueblo de Dios.

El liderazgo puede ser solitario

En algunas ocasiones, Pablo tuvo un equipo de viaje que llegó a sumar hasta ocho colaboradores (Hechos 20:3-5). En otros momentos, aquel apóstol grandemente usado por Dios se encontró abandonado. Según su testimonio, “todos los de la provincia de Asia me han abandonado” (2 Timoteo 1:15 NVI). Probablemente se refería a la zona geográfica que abarcó en su primer viaje misionero (Hechos 13 y 14), donde hubo una considerable oposición de parte de los así llamados judaizantes que se resistían a sus enseñanzas respecto a la gracia. Sin embargo, después de su segundo viaje allá y tras haber designado ancianos en cada ciudad (Hechos 14:23), y aún después de haberles escrito una epístola concisa repleta de doctrina, su declaración de que todos lo habían abandonado es un mensaje triste. Aún así, Pablo no se estaba compadeciendo de sí mismo, ni estaba autoflagelándose. Más bien, estaba mostrándole esto a Timoteo como una realidad en el servicio al Señor.Como ancianos, debemos reconocer que la obra de pastoreo en ocasiones puede ser solitaria. Otras personas pueden parecer no estar muy comprometidos con la obra o simplemente no están comprometidos. Pablo menciona a dos por nombre, y no sabemos nada acerca de ellos excepto que lo abandonaron. Como ancianos, tendremos momentos en los que las personas nos abandonarán o incluso trabajarán en contra nuestro. Jesús, en su momento más difícil tuvo su Judas (que lo traicionó), su Pedro (que lo negó), su Juan (que se mantuvo a la distancia) y los otros nueve (que lo abandonaron). Es verdad, la gente puede llegar a respetarnos como ancianos por fuera, pero por momentos podremos sentir que nadie nos comprende o nos apoya. ¡Cobra ánimo, no somos los únicos!

Pablo estuvo ahí y, hablando de la abundancia de la experiencia y comprensión espiritual, estimula a Timoteo diciéndole en 2 Timoteo “esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2:1) y “sufre penalidades conmigo” (2:3 VM). Le habla acerca de las penalidades de ser soldado (2:3-4), y el entrenamiento meticuloso de un atleta (2:5), el trabajo duro de un labrador (2:6) y el sufrimiento de un prisionero (2:9). El elemento común de todos estos ejemplos es la resistencia. Por eso le escribe a Timoteo, “Por tanto, todo lo soporto…

El liderazgo necesita el estímulo

Pablo halló estímulo en el lugar menos esperado, estando en prisión, gracias a una visita, alguien a quien conocía de Éfeso. Onesíforo había buscado y encontrado a Pablo en la prisión. Su ávida atención a Pablo, el prisionero, fue estimulante, no sólo por la ayuda física que trajo (muy probablemente alimentos y la curación para sus heridas), sino también el estímulo emocional y espiritual de alguien que no había rechazado a Pablo. Aunque muchos lo habían abandonado, ¡aquí estaba uno que lo apoyaba! ¡Cuán estimulante debió ser eso!
En ocasiones, Dios levantará individuos para estimularnos cuando estamos decaídos. Puede ser una carta de gratitud, una visita, una llamada telefónica o un correo electrónico. Sin embargo, aunque apreciamos estos esfuerzos, reconocemos que estas cosas son sólo los vasos por medio de los que Dios puede obrar. Es el Espíritu Santo quien estimula, y lo hace de maneras milagrosas. Por nuestra parte, nosotros lo buscamos a él, y no al vaso que él puede utilizar. Recuerdo lo que las Escrituras dicen de David cuando escapaba de Saúl: “David se fortaleció en Jehová su Dios (1 Samuel 30:6). Una aplicación adicional aquí es que como líderes debemos estimular a otros líderes porque ellos también, cada tanto, sentirán la soledad que nosotros hemos sentido. Debemos apoyarlos y reconocer su trabajo. Debemos ser un Onesíforo para ellos. Recuerdo que en cierta ocasión estuve internado en el hospital por cuatro días, y estaba sintiendo cierta lástima por mí mismo, pero un anciano compañero de ministerio tomó tiempo de su trabajo para visitarme por unos 10 minutos. Eso fue tan estimulante para mí, saber que no había sido olvidado. El pequeño acto de bondad se convirtió en un gran estímulo espiritual para mí.

Devuelve a otros

Lo que Pablo le enseña a Timoteo debe ser “devuelto”, o repartido a otros. Si bien es verdad que estaba en la prisión, el plan de Pablo, optimista como siempre y motivado por una increíble esperanza y fe, era de llegar a España y predicar el evangelio. En dicho caso, probablemente nunca más iba a estar directamente involucrado en un ministerio en el entorno de la costa este del Mediterráneo donde Timoteo estaba sirviendo. El plan que dejó para Timoteo era simple pero profundo. Un plan que sólo podía funcionar si estaba involucrado el Espíritu Santo. El plan era éste: los líderes deben estar constantemente buscando otros líderes potenciales, quienes por su fidelidad no sólo continuarán caminando en los caminos de Cristo, sino también enseñarán a otros a hacer lo mismo. En esencia, el mensaje de Pablo era igual a la Gran Comisión que Jesús dejó a sus discípulos. Pablo manda a Timoteo a enseñar a otros, quienes a su vez enseñarán a otros. El ingrediente clave es la fidelidad. Nosotros los líderes y maestros, y los ancianos en particular, debemos estar constantemente buscando a otros para que continúen la obra y mantener activa la cadena de influencia. En esencia, se trata de enseñar a la manera de Dios.Algunas verdades resultantes para tener en cuenta: Primero, habrá relativamente pocos hombres que se mantendrán fieles a la tarea de servir al Señor. Por eso Pablo compartió su experiencia con Timoteo (y con nosotros). Si eso fue cierto en su experiencia, ¿cómo podemos esperar que no lo sea con nosotros? Casi cada líder con quien me encuentro siente que no hay suficientes líderes para la obra. Que esto sea un motivo constante de oración, así como Jesús les pidió a sus discípulos orar: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9: 37-38).

Segundo, debemos estar en la búsqueda de hombres con el ingrediente principal, es decir la fidelidad (2 Timoteo 2:2). Esta es una amonestación muy apropiada a la luz de la experiencia de Pablo con hombres que habían carecido de fidelidad en el servicio a largo plazo, es decir, se alejaron de la obra. ¡El liderazgo requiere fidelidad!

Tercero, estimulemos a otros a devolver el favor, es decir, que enseñen lo que saben a otros. Esto incluye estimular a hombres a no sólo transmitir las bendiciones de servir al Señor, sino también las adversidades. A veces, podemos dar una imagen equivocada acerca del servicio al Señor cuando sólo hablamos de los “casos de éxito”. Esto lo hacemos por una serie de motivos: no queremos hablar mal acerca de la obra del Señor; no queremos ahuyentar a la gente del servicio; huimos de aquello que nos pueda exhibir como fracasados; en realidad no hemos procesado totalmente las experiencias negativas con el fin de hallar sus lecciones; sentimos la necesidad de representar una persona espiritual sobresaliente que nunca lucha con la soledad y el desánimo.
Aprendamos la lección de Pablo (ver también 2 Corintios 4:7-12, 7:5-6, 11:23-30) que no se avergonzó de hablar acerca de sus fracasos. Pablo no se avergonzaba de escribir acerca de sus luchas. Todos los líderes tienen sus momentos de luchas. Hablar acerca de esos momentos hace parte de la disciplina de otros en el servicio al Señor: esté preparado para las adversidades. Es necesario transmitir ese mensaje. La obra es dura; necesitamos estímulo, necesitamos una fiel resistencia y debemos ayudarnos unos a otros compartiendo nuestras luchas.

El ejemplo supremo

Pablo utilizaba ilustraciones de la vida cotidiana y de su propia experiencia personal, pero ahora presenta el ejemplo supremo, Jesucristo (2:8). Aunque en este punto esperaríamos que Pablo se enfocara específicamente en el sufrimiento de Cristo, esto es más bien insinuado que afirmado. Más bien, señala la resurrección, que nos da la esperanza suprema en nuestro servicio al Señor. Cualquiera sea la adversidad o dificultad que atravesemos como siervos del Señor, ¡la resurrección se acerca! Para Pablo, eso hacía toda la diferencia ayudándole a sobrellevar su encarcelamiento y sufrimiento presente.Como un gran maestro, Pablo comparte su testimonio personal que nos debería desafiar a todos, “Así que todo lo soporto por el bien de los elegidos, para que también ellos alcancen la gloriosa y eterna salvación que tenemos en Cristo Jesús” (2:10). Su motivación es el porvenir, la esperanza, que su servicio resulte ser efectivo para que otros vengan a la fe salvadora y obtengan la gloria eternal. El deseo de ver a otros dando gloria a Dios era su motivación. Mantengamos nuestro enfoque en el cuadro completo, no en la infidelidad de otros.

Pablo concluye esta amonestación para Timoteo con un “mensaje digno de crédito”. Nosotros los ancianos hacemos bien en memorizarlo y recordarlo con frecuencia, especialmente durante los momentos difíciles y solitarios del liderazgo: “Si morimos con él, también viviremos con él; si resistimos, también reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará; si somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2:11 – 13).

 

 

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