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Hermano anciano, ¿cómo está tu taller?

Esta puede parecer una pregunta extraña en una publicación como esta, pero, consideremos por un momento qué es un “taller”.

Una definición del diccionario es “lugar donde se realizan trabajos artesanales o manuales”. ¡Interesante! Esto nos indica que las dos actividades principales en un taller son creativas (hacer algo nuevo) o restaurativas (devolver la utilidad a algo roto). La mayoría de las personas pensaría inmediatamente en la reparación o construcción de objetos materiales, pero ¿existe alguna aplicación para lo espiritual también? ¡Por supuesto!

Dios, siendo el Creador por excelencia, nos hizo a su imagen, así que no es de extrañar que al hombre siempre le haya gustado construir cosas nuevas. ¡A los que plantan nuevas iglesias les encanta esto! Y desde el principio (Apocalipsis 3:8), Dios se propuso trabajar para restaurar relaciones y vidas rotas, e invita a Sus siervos a hacer lo mismo. El mundo es, en cierto sentido, nuestro “taller”.

Los conceptos básicos

Considera conmigo durante unos minutos, algunas implicaciones de ser “obreros de un taller”. Personalmente me gustan los talleres, las herramientas, y me gusta construir cosas o reparar las que están rotas. En el sótano de nuestra casa tengo un pequeño taller con una colección de piezas de madera, tornillos y clavos, rollos de alambre y herramientas que he ido adquiriendo a lo largo de toda la vida. Cuando mi esposa necesita un estante nuevo en un armario o una lámpara no enciende cuando acciono el interruptor, mi primer impulso es ir al “Taller”. Rara vez tengo todo lo necesario para construir algo adecuado o reparar lo que se ha averiado, así que ¡salir corriendo a una ferretería termina siendo una opción muy atractiva!

Todo esto puede sonar emocionante para un novato, porque ¿qué puede ser más gratificante que hacer algo original o reparar algo que se necesita para que la casa funcione sin problemas? Pero hay algunas consideraciones importantes que no he mencionado todavía. Por un lado, debo tener las herramientas adecuadas para la tarea, al igual que la materia prima necesaria. Pero también necesito contar con algunas ideas sobre cómo proceder en el trabajo con esas herramientas y materiales. Un trabajo mal hecho puede resultar costoso. Por lo general puedo resolver paso a paso y sin ayuda los proyectos simples. Pero en proyectos más complicados, busco la ayuda de aquellos más experimentados.

El apóstol Pablo sabía esto, él fabricaba carpas. Cuando exhortó a Timoteo, su joven hijo en la fe, a usar “bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15), en realidad empleó una palabra aplicada al oficio de hacer tiendas. “Dividir correctamente” algo significaba hacer cortes rectos en el cuero o en la tela. Los cortes torcidos causarían filtraciones y, en poco tiempo, ¡el fabricante de tiendas se quedaría sin trabajo!

El anciano y su taller

Entonces, ¿qué tiene que ver todo esto con el taller de un anciano o pastor, y con la lectura de una publicación como esta? ¡Mucho! Los ancianos necesitan herramientas afiladas para tratar con los corazones, y necesitan saber cómo usarlas para llevar a cabo la obra del Señor. De la misma manera que un cincel o un cepillo de carpintero sin filo pueden dañar una delicada pieza de madera al usarlos sobre esta, las herramientas espirituales (nuestras palabras, dones, actitudes o habilidades para escuchar) pueden causar progreso o daño espiritual a las almas a las que intentamos servir. El Señor Jesús tenía algunas cosas puntuales que decir acerca de cómo hablamos, cómo escuchamos y sobre la humildad necesaria para aceptar el perfeccionamiento en estas áreas de destreza espiritual.

Tiempo atrás, los gremios profesionales contrataban a jóvenes como aprendices para que aprendiesen un oficio. Un joven podía recibir alojamiento y comida, pero generalmente, no recibía sueldo. Su “paga” era el conocimiento y la experiencia que adquiría trabajando con los expertos de la época. El solo hecho de mencionar el nombre de su maestro imponía cierto honor o respeto. Uno piensa en Pablo, recibiendo una educación clásica en el judaísmo, sentado “a los pies de Gamaliel” (Hechos 22:3).

Con el tiempo, los institutos y seminarios ofrecieron capacitación en las Escrituras y en el arte de la predicación y, por supuesto, existen opiniones muy diferentes sobre ese tema. Pero no debemos perder de vista que la generación más joven debe ser capacitada o discipulada por la generación mayor. Esto se enseña claramente en 2 Timoteo 2:2: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”.

A menudo viene algún joven a mi taller, curioso por ver lo que sucede allí. Lleno de preguntas, la mayoría no tiene idea de la diferencia entre una llave inglesa y un destornillador. Pero existe un interés de aprender, y esto es muy valioso. Las buenas preguntas merecen buenas respuestas. Pueden pasar años antes de que tengan su propio taller o trabajen con su padre en proyectos, pero la semilla se puede sembrar temprano. A veces me pregunto si el mismo interés, el mismo tipo de preguntas, residen en la mente de los jóvenes que observan las reuniones, o escuchan las discusiones de los “grandes” sobre proyectos espirituales, o reparaciones necesarias en la asamblea.

Una mentalidad de trabajador

Volvamos al título de este artículo: “Hermano anciano… ¿Cómo está tu taller?” En otras palabras, en tu servicio al Señor, ¿valoras la creatividad y anhelas restaurar a las personas quebrantadas o las prácticas de la asamblea? ¿Ves las Escrituras y tu(s) don(es) espiritual(es) como herramientas de Dios para prepararte para “toda buena obra” (2 Timoteo 3:17)? ¿Percibes los problemas como molestias, o como oportunidades para ser afilado como una herramienta bajo la atenta mirada del Maestro Artesano? ¿Eres lo suficientemente humilde como para sentarte a los pies de los demás y aprender de aquellos que tienen habilidades que tu careces?

Estas son preguntas para reflexionar, pero también hay preguntas prácticas que se aplican al trabajador. ¿Tienes un lugar tranquilo para estudiar, herramientas de estudio que incluyan buenos libros y escritos de otros obreros experimentados en el Señor? ¿Aprovechas las oportunidades para asistir a conferencias, escuchar mensajes, hablar con tus colegas ancianos y otros santos acerca de cuestiones de la obra del Señor? Todo esto puede ayudar a equipar un taller espiritual dedicado al “perfeccionamiento de los santos”.
Todo el tema de cómo emplear una herramienta correctamente y cómo mantenerla afilada es enorme… y fascinante. La sabiduría, la habilidad y la experiencia no “ocurren” por sí mismas. Se desarrollan como resultado del trabajo arduo y el deseo de agradar al Señor con nuestro trabajo. Pero si aprovechamos las oportunidades y las pruebas que el Señor pone delante de nosotros, seremos, como Timoteo, obreros “que no tiene(n) de qué avergonzarse” (2 Timoteo 2:15), que proporciona un honor inefable que da gloria al Señor. Hay muchos constructores, pero la exhortación de Pablo sigue válida hoy. Hablando en el contexto de la asamblea local, dijo: “Pero cada uno mire cómo sobreedifica” (1 Corintios 3:10).

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