A lo largo de la historia, la iglesia ha sido bendecida con hombres de visión; hombres con capacidad de discernir grandes necesidades y grandes oportunidades; hombres que, mediante la fe y el trabajo arduo, han encontrado soluciones a problemas difíciles. Hoy en día sigue estando presente la necesidad de ese tipo de hombres; de hecho, es mucho mayor que antes, por varios motivos.
La gran necesidad de hombres de visión
En primer lugar, conforme la espiritualidad y la moralidad van en decadencia, la necesidad de líderes con mentes claras es mayor. La gran mayoría ha perdido el rumbo, y la verdadera iglesia conoce la Luz del mundo y el Camino de vuelta a Dios. Pero el amor y la verdad de Dios no pueden quedar encerrados envueltos en naftalina, con formas y métodos desactualizados que tiempo atrás perdieron contacto con el mundo real. El mismo Señor advirtió a sus discípulos acerca de este peligro cuando describió a un siervo que envolvió en un pañuelo lo que le había confiado y lo enterró (Lucas 19:20). No, la verdad de Dios y sus portadores deben, al igual que el Señor Jesús, llegar a la gente y alcanzarlos donde se encuentren. Y hacerlo de tal manera que puedan recibirla. Esto a su vez requiere que la iglesia sea, entre otras cosas, un centro de capacitación y equipamiento de mensajeros, lo cual requiere de un diseño inteligente y creativo. Y es para esto que se necesitan hombres de visión.
En segundo lugar, la verdadera visión espiritual solo proviene de una íntima comunión con el Señor al pasar tiempo en su palabra y en oración. Las apretadas agendas, las computadoras, y las “emergencias” logran robar el precioso tiempo de quietud con el Señor. Es frecuente escuchar nombrar predicadores, maestros y administradores en la iglesia hoy en día, pero los líderes con discernimiento y visión espiritual para la obra de Dios no son frecuentes. Como un caballero, el Señor no grita más fuerte que la competencia.
En tercer lugar, y debido al mal uso, a muchos no les agrada la palabra “visión”. Cuántas veces he escuchado Proverbios 29:18 (“Donde no hay visión, el pueblo se extravía…” NVI) reducido a algo así como “Donde la gente no tiene una Biblia, tropiezan…” Ahora, esto es cierto, y muchos otros pasajes lo afirman, pero ¿es éste el único significado de ese versículo?
En todo caso, la manera de corregir el mal uso de la palabra no es abandonarla, sino utilizarla correctamente. Nuestras palabras en español “proveer” y “provisión” hacen referencia a ver las cosas por adelantado, y hacer los arreglos necesarios a tiempo para ocuparse de ellas. Cuando no hay quien lidere o anticipe las necesidades de la grey de Dios, tanto la gente como la iglesia sufren. La historia está llena de ejemplos. Necesitamos hombres con este tipo de visión.
La naturaleza de la visión
Una iglesia local en crecimiento, constantemente enfrentará nuevos desafíos que surgirán de las necesidades de las personas que se suman a la comunión. La iglesia primitiva experimentó esto, tal como está descrito en Hechos capítulo 6. Lucas nos da un contexto importante: “…como creciera el número de los discípulos…” (Hechos 6:1).
Sin embargo, lamentablemente muchos líderes y ancianos de iglesias se sienten incómodos con los cambios que vienen con el crecimiento. Tienen una mayor inclinación a adoptar el papel de mantener en lugar de innovar. El que mantiene, confirma el nivel actual de comodidad, mientras que el que innova desafía esa comodidad. La vida tiene suficientes tormentas, ¿por qué hemos de sacudir el bote?
Ahora, si simplemente se tratara de cuál es la mejor manera de mantener la calma, no continuaría con el tema. Pero el no anticipar, el no suplir las necesidades de la iglesia y su gente, y mucho menos discernir la existencia de esas necesidades, ha sido la causa de la lenta declinación de muchos en la obra de Dios.
Es claro que algunos líderes cristianos actúan como si el desafío de la batalla espiritual consistiera en asegurarse de que no haya confrontación, y la mejor manera de lograrlo es mantener la paz con el enemigo. Pero esto no puede ser correcto.
Un ejemplo del Antiguo Testamento: el rey David y el templo
Consideremos un ejemplo de visión espiritual en el Antiguo Testamento y luego sugeriremos algunas aplicaciones para los ancianos y líderes cristianos de hoy.
En 2 Samuel 7, David comparte con su amigo Natán, el profeta, algunos de sus primeros pensamientos acerca de un lugar donde pueda morar el arca del Señor. La simple respuesta de Natán, le dio a David el estímulo para seguir adelante: “Anda, y haz todo lo que está en tu corazón, porque Jehová está contigo” (v. 3). Esto por supuesto llevó a la elaboración de planes detallados, la recolección de los materiales, y eventualmente la efectiva construcción del templo por parte de Salomón su hijo.
Años más tarde, hablando en la dedicación del nuevo templo, Salomón reveló un punto de vista interesante que no brinda el relato de 2 Samuel: “Pero Jehová dijo a David mi padre: Cuanto a haber tenido en tu corazón edificar casa a mi nombre, bien has hecho en tener tal deseo” (1 Reyes 8:18). Aquí tenemos varios puntos que vale la pena destacar:
- El Señor no fue quien sugirió la idea de un templo y proveyó el plan para David como lo hizo con la construcción del tabernáculo en los días de Moisés. El Señor reconoció que la idea provino del corazón de David.
- El Señor no criticó a David, sino que lo elogió. Es verdad, con el correr del tiempo el plan de David requirió un ajuste que indicó el Señor, pero no escuchamos al Señor decir: “El tabernáculo siempre funcionó bien; quedémonos con él”.
- No conocemos muchos de los detalles que condujeron a que David tuviera esa idea, pero el texto ofrece algunas pistas. En 2 Samuel 7: 1, 2 descubrimos que David disfrutaba de un momento de reposo de las guerras; que “estaba asentado en su casa” (RVA), por lo cual podemos deducir que estaba reflexionando, y finalmente no le pareció bien que su propio palacio fuese más elegante y duradero que la morada del Señor. ¡Esta es el alma de un innovador! No es difícil reconstruir su cadena de pensamientos.
Como tienda, el tabernáculo fue diseñado para que fuese portátil, llevado por hombres en el momento en que la congregación se trasladaba. En consecuencia, las diversas piezas del mobiliario tenían manijas. Pero ahora, que estaban establecidos en la tierra prometida, ya no tenían la necesidad de la portabilidad. Más aún, estaba diseñado para ser desmantelado y armado repetidamente, otra característica obsoleta. Por último, en el desierto no había mucha lluvia que generara un rápido desgaste a las coberturas de pieles de animales. Pero el Monte Zion gozaba de la luz del sol alternada con las lluvias del cielo. ¡Las cortinas no podrían competir con la durabilidad de la madera de cedro y el oro!
¿Cuál fue la conclusión? Se necesitaba una nueva estructura, más grande, más accesible, inamovible; una que serviría mejor a las necesidades de una nación establecida en su propia tierra. El mobiliario del tabernáculo, que tan claramente demostraba las grandes lecciones espirituales de Dios acerca de la adoración al Señor, todo podía preservarse e incorporarse al nuevo templo. Pero el mismo edificio debía reflejar el deseo de David de que la presencia del Señor fuese el mismo centro de la ciudad capital, fácilmente accesible a todos aquellos que buscaran la presencia de Dios. Y, lo mejor de todo, ¡la morada del Señor sería más grandiosa que el palacio de David!
Lecciones espirituales previas a la aplicación espiritual
¿Qué lecciones podemos deducir del relato? Permíteme sugerir tres.
- Los líderes piadosos deben aprovechar la oportunidad para la contemplación y reflexión acerca de las necesidades y oportunidades en la obra del Señor. ¡Las tormentas y pruebas de la vida no son momentos para soñar! Pero el Señor en su gracia provee algunas temporadas de descanso. No deberíamos dedicar la totalidad de éstas a la diversión y al descanso. Las necesidades de la gente son muchas y siempre cambiantes, y rara vez las ovejas tomarán la iniciativa para resolver los problemas que el crecimiento y los cambios provocan, ¡ni tampoco deberían hacerlo!
- ¿Nos interesa el cuidado y la ampliación de la casa de Dios tal como lo hacemos con nuestra casa? En los tiempos del Nuevo Testamento, la casa de Dios está identificada como la Iglesia. ¿Existe áreas en las que disfrutamos la prosperidad mientras que la obra del Señor en y por medio de la iglesia tiene dificultades y se va quedando atrasada? Los hermanos que tienen que viajar mucho por su trabajo en la obra del Señor a menudo ven los grandes contrastes entre el mobiliario desactualizado, desgastado y los baños del lugar donde se reúne la asamblea y lo moderno y, en algunos casos, las lujosas casas de quienes lideran la iglesia. Es claro que la iglesia no es un edificio de ladrillos o piedras, sino la personas, pero estas cosas pueden ser indicadores de las prioridades espirituales.
- Los grandes principios de la iglesia como revelación y don de Dios a su pueblo son perfectos y no requieren ajustes. Pero el envase (o las estructuras) en los que ese don se hace pertinente y apto para la gente debería estar cambiando constantemente según las necesidades. Esto no quiere decir que lo más grande o lo más moderno es mejor, sino que, como David, queremos que las cosas del Señor sean tan hermosas, accesibles y de buena calidad como nuestras cosas. Es de una lógica extraña que nuestras viviendas y posesiones personales sean cómodas y estén actualizadas para nosotros y nuestros huéspedes, mientras que las instalaciones y los servicios de la iglesia local sean poco atractivos y obsoletos, aptos para “peregrinos que sólo están de paso”. Por supuesto, el problema no se limita a las cosas materiales, sino que puede extenderse a cada aspecto de la vida y ministerio de la iglesia. ¿Será posible que, de la misma forma, la obra espiritual del Señor en la iglesia local esté sufriendo de la misma dicotomía?
Para resumir hasta este punto, llegar a ser un líder con visión espiritual para la obra del Señor implica apartar tiempo para “considerar nuestras maneras de hacer las cosas”. Es verdad, no todos los ancianos son innovadores, pero afortunadamente, ¡la visión y la creatividad no son dones espirituales!
Constantemente debemos mantener en mente dos grandes objetivos: ser fiel al Señor y a su casa (la iglesia), y al mismo tiempo ser pertinentes a las necesidades de la gente.
Si consideramos seriamente estas cosas, y hacemos un verdadero sacrificio para hacerlas realidad, podremos decir con el rey David: “Señor, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria” (Salmo 26:8 NVI).
En el próximo blog examinaremos algunas aplicaciones prácticas de estos principios que podrán abrir nuevas avenidas de gozo y bendición en la obra de la asamblea local.
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Adaptado de Apuntes para Ancianos |