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La vida familiar de los ancianos – Parte 2

En nuestro blog anterior hablamos acerca del amplio espectro que abarca el hogar y la vida familiar del anciano. Ahora, quisiera concentrarme particularmente en un aspecto de esta situación: la relación del anciano con su esposa. Ya que Pablo hace una correlación entre la manera en que un hombre conduce su familia y la forma en que cuidará de la iglesia, su relación con la persona con quien ha venido a ser “una sola carne” será de gran importancia.

Esta unión es tan especial ante los ojos del Señor, que Él la ha elegido para que sea un reflejo visible para todos de la relación entre el Señor Jesús y su esposa, la Iglesia. Aunque personalmente no comparto el punto de vista de que un anciano debe necesariamente estar casado, es comprensible la razón por la que algunos comentaristas respaldan esa posición, dada la magnitud de esta verdad que acabamos de comentar.

El silencio de las Escrituras

Al considerar los análisis tan profundos de las cualidades (o características) de los líderes de la iglesia en 1 Timoteo 3:1-13, es interesante notar que, aunque se brindan pautas para la esposa del diácono, no se menciona la esposa del anciano. Esto se podría inferir que, como hombres espiritualmente maduros, los ancianos hubieran llegado a ser tan unidos con sus esposas, a tal grado que no se requerirá tratarlas por separado. Cualquiera fuere la razón, hay muchos pasajes de los cuales se puede extraer la enseñanza acerca de una relación santa entre esposos. Comencemos con algunas apreciaciones fundamentales, para culminar con algunas implicancias prácticas para el anciano.

Pasajes fundamentales: Efesios 5:22 – 33; I Pedro 3:1 – 7

Cada matrimonio cristiano debiera leer y meditar estas maravillosas secciones de las Escrituras a lo largo de su vida matrimonial. Quisiera resaltar tres verdades que son de especial relevancia para el anciano al pastorear aquella persona tan especial en su grey: ¡su esposa!

1) El matrimonio cristiano es una relación de amor, en la que la sujeción debe significar tanto una protección como un deleite. Al observar el cuidado cariñoso por el cual una esposa encuentra seguridad y consuelo en el liderazgo de su esposo, y en lo que honestamente desea permanecer, los creyentes de la iglesia llegan a comprender como el Señor utiliza constantemente la sujeción de ellos hacia Él, como el medio por el cual, Él puede protegerlos.

Todo pensamiento de dominio o dureza queda excluido; Pablo no dice: “Esposo, asegúrese que su esposa le esté sujeta”. Más bien, se dirige a la esposa. Esta relación amorosa íntima es un verdadero regalo del Señor a la iglesia para que los creyentes más jóvenes puedan ver en los mayores (y más importante aún, ¡en los ancianos!), un ejemplo “de la vida real” de cómo el Señor Jesús cuida de Su Esposa, y ella a su vez, confía en Él y obedece su Palabra.

2) Lo anterior es posible sólo cuando cada persona está tanto “bajo”, como “sobre”, autoridad. Estar bajo la autoridad de Cristo y su Palabra, permite al esposo cumplir su papel como “cabeza de su esposa” (vs. 23). La esposa reconoce en su esposo su condición de cabeza, y por lo tanto ella tiene una gran autoridad sobre el hogar. En relación con esto, es interesante notar que la palabra griega empleada por Pablo en 1 Timoteo 5:14 en referencia a las esposas, es literalmente “oikos” (grupo familiar) + “despotes” (soberano gobernador). Robertson, en su comentario, señala que esta expresión “gobernar el grupo familiar” es “el justo reconocimiento de su influencia”. Los ancianos deben ser ejemplo en permitir que la Palabra de Cristo more en ellos abundantemente.

3) De la misma manera en que el Señor trabaja incansablemente para que la iglesia llegue a una plena madurez y pureza, el esposo debería hacer lo mismo con su esposa. En otras palabras, no podrá ser eficaz en disciplinar a los creyentes más jóvenes en la iglesia, si no ejerce disciplina hacia su esposa. Por supuesto que esto no significa que en todos los casos él tenga más años de cristiano que ella, sino que Dios le confiere esta responsabilidad de por vida.

Implicancias prácticas

¿Cómo puede un hombre cristiano común aspirar a tener un matrimonio que haga que otras personas cristianas comunes, puedan admirar el amor y cuidado del Señor por su iglesia? Con las fuerzas humanas, esto es imposible. Pero al “permanecer en Él”, ¡la gente ordinaria se vuelve extraordinaria! Toda la enseñanza acerca del tema, brindada por el Señor, está a nuestro alcance por medio de la fe en sus promesas, combinada con la autodisciplina e inmenso esfuerzo. Aquí hay varias áreas en las cuales se puede trabajar:

La comunicación: Pedro exhorta a los esposos a vivir con sus esposas comprensivamente (1 Pedro 3:7). Aprenda a escuchar a su esposa; obsérvela cuidadosamente, y háblele como si el mismo Señor estuviese parado junto a ella. No sólo traerá esto bendición a su relación, sino que enriquecerá su trabajo en la iglesia a medida que se haga más sensible a las personas.

La honra: Pedro también instruye al esposo a dar honor a su esposa. La necesidad de honor (o respeto) es una de nuestras necesidades básicas. Hoy la sociedad está llena de mujeres que trabajan, de las cuales muchas simplemente buscan el honor que nunca han recibido en su hogar. Si usted cree que la maternidad, los trabajos propios de la casa y la colaboración en el trabajo de la asamblea son ocupaciones honorables, entonces pregúntese quién es el más responsable de darle el honor a su esposa, y de qué forma.

El trabajo en equipo: Pedro describe a los integrantes de un matrimonio cristiano como “coherederos” (RV60) de una de las bendiciones divinas más codiciadas: “¡la vida!”. ¿Se siente ella como una parte esencial del equipo, o simplemente está de espectadora mientras usted sirve? La oración conjunta, la visita a los santos, el discipulado de los creyentes jóvenes y la conversación acerca de la obra del Señor se enriquecen mediante un armonioso trabajo en equipo. Esto sugiere también ayudarle a ella a descubrir sus dones y habilidades especiales.

El hogar: Cada matrimonio puede estudiar la así llamada “mujer de Proverbios 31”. Ella es piadosa, enérgica, creativa, y admirada, pero también cuenta con el completo apoyo de su esposo y familia. Este no es un relato ficticio que solo existe en los sueños, sino un retrato del tipo de laboriosidad, virtud, y cooperación que el Señor busca que represente su relación de amor con la iglesia.

Familia: Es muy común en el mundo ver una familia en la que los hijos pelean con la madre, quien a su vez ofende a su esposo, quien a su vez lleva una vida de relativa ignorancia de la Palabra y los caminos de Cristo. ¡Cuán diferente es un hogar verdaderamente cristiano! ¿Estamos orando diariamente con nuestras esposas pidiendo sabiduría para guiar a los hijos y administrar el hogar? ¿Somos capaces de compartir con franqueza pensamientos de la Palabra de Dios respecto de nuestra relación, la familia, y la asamblea?

Los ancianos son llamados “administradores de Dios” (Tito 1:7). Al meditar en nuestra bendición terrenal más cercana y preciosa, nuevamente se nos recuerda que “se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:2).

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