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PASANDO EL TESTIGO – PARTE 1

por Paul Bramsen y Nate Bramsen
En una carrera de relevos, el corredor que llega tiene los ojos puestos en el blanco. El corredor que recibe el relevo es el blanco. La tarea del corredor que entrega es colocar el testigo en la mano izquierda del corredor que recibe. Inmediatamente después de recibir el testigo, el corredor que recibe lo pasa a su mano derecha para poder entregarlo al siguiente corredor.

La Palabra de Dios nos enseña a pasar otro tipo de testigo:
“Porque tengo presente la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también… Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús. Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros”. (2 Timoteo 1:5; 2:1-2 NBLA).

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:5-7 NBLA).

Entonces el Señor le dijo a Moisés: Esto es lo que se refiere a los levitas: desde los veinticinco años en adelante entrarán a cumplir el servicio en el ministerio de la tienda de reunión. Pero a los cincuenta años se jubilarán de ejercer el ministerio, y no trabajarán más. Sin embargo, pueden ayudar a sus hermanos en la tienda de reunión a cumplir sus obligaciones, pero no a ejercer el ministerio. Así harás con los levitas en cuanto a sus obligaciones” (Números 8:23-26 NBLA).

Dios quiere que pasemos el testigo de un liderazgo de servicio a la próxima generación.

¿Por qué debemos pasar el testigo?

En la carrera de la vida, los riesgos son enormes. Si hemos de vivir bajo el lema “De tal manera amó Dios al mundo”. ¿Lo estamos haciendo nosotros?” y para cumplir nuestro papel de hacer discípulos a todas las naciones, debemos pasar el testigo de un liderazgo piadoso y visionario.
Si hemos de pasar el testigo del liderazgo, debemos vencer ciertos temores. ¿Dónde podemos estar fallando en pasar el testigo? Fallamos al no pasarlo en nuestros hogares, en las asambleas locales, y en los ministerios. Aquellos que se aferran al testigo lo dejan caer cuando mueren, fallando al no pasarlo. ¿Por qué semejante fracaso? Consideremos algunos de estos temores.

El primer temor por el cual no pasamos el testigo es el temor a ser irrelevante.

En Josué 5 encontramos a Josué en las afueras de Jericó donde se encuentra con el Comandante del ejército de Dios. Le pregunta: “¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?” Y el Comandante respondió: “No”, respondió; “más bien yo vengo ahora como capitán del ejército del Señor”. A veces queremos saber si Dios está con nosotros en lo que estamos haciendo, cuando lo que necesitamos saber es si estamos o no alineados con Él en su plan. Si estás viviendo una existencia que terminará cuando tomes tu último aliento, entonces no estás conectado a Su plan. Su plan es que pasemos el testigo, un plan para su gloria, un plan para que personas de todas las naciones estén reunidas un día alrededor de su trono.

Considera a Bernabé y Saulo en el libro de Los Hechos. En el capítulo 11, la iglesia de Antioquía estaba floreciendo, ¿entonces qué hizo Bernabé? ¿Se sentó a relajarse disfrutando del éxito? No, Bernabé fue a Tarso (un agotador viaje de 530 Km) para buscar a Saulo, lo llevó a Antioquía y lo involucró en el trabajo. Los capítulos 11, 12 y 13, hablan de “Bernabé y Pablo (Saulo)”, “Bernabé y Pablo”. Pero en el capítulo 13, algo cambia. Pablo pasa al frente. Y de ahí en adelante, por gran parte del tiempo, se habla de “Pablo y Bernabé”, “Pablo y Bernabé”. ¿Qué ocurrió? El testigo había sido entregado. Bernabé no tenía miedo de renunciar al control. No temía volverse irrelevante al entregar el testigo. Si te da miedo volverte irrelevante, es probable que ya lo seas. Si perteneces a Jesucristo, debes pasar el testigo. No importa si tienes 10 año o 90; debes pasar el testigo.

Un testigo en el que podemos concentrarnos es el de alcanzar al mundo con la gracia y la verdad de Dios. A veces percibimos a la iglesia como un pequeño grupo santo; un lugar al que acudimos para obtener estímulo y nada más. Pero la iglesia es mucho más que eso. La iglesia de Jesucristo es el plan de Dios para bendición del mundo. No debemos buscar las soluciones en las Naciones Unidas, o en los gobiernos, o en las organizaciones del mundo. Cuando vemos el sufrimiento en todo el mundo, el caos en el medio oriente, los conflictos en nuestro propio país y los hogares, la solución está en medio nuestro. En la alimentación de los 5000, los discípulos de Jesús se le acercaron y dijeron: “Despide a la multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer”. Pero Jesús les dijo: “No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer” (Mateo 14). El músico Steve Camp dijo: “No les digas que Jesús los ama hasta que tú estés preparado para amarlos también. Hasta que tu corazón se quebrante por el dolor y la pena por que enfrentan”.

Mi pregunta es: “¿Eres relevante? ¿Eres relevante en tu iglesia local? ¿Estás pasando el testigo? ¿Eres relevante en tu hogar? ¿Estás pasando el testigo? ¿Eres relevante en tu ministerio? Si no estamos en el ejercicio constante de preparar a otros para recibir el testigo del liderazgo, nos estancaremos y estaremos en peligro de extinción.

¿Qué es el testigo?

En una carrera de relevos es el cilindro que se pasa al siguiente corredor. Primero, quiero decir lo que no es el testigo. El testigo no son nuestras tradiciones. Los rabinos de la antigüedad tenían un dicho: “Construye un cerco alrededor de la ley”, y eso es lo que hacían los fariseos, elaboraban sus propias leyes y tradiciones, supuestamente para proteger la ley de Dios. Si no somos cuidadosos, podemos caer en el mismo hábito; haciendo que nuestras tradiciones sean tan sagradas como la Palabra de Dios. Un hermano lo expresó de esta manera: “Veo una generación de personas que procuran continuar la visión de hombres muertos”. Ese no es el testigo que queremos pasar.

El testigo que debemos pasar es distinto a las tradiciones. En la carrera de la vida se trata de hacer discípulos que a su vez hagan discípulos. Es el evangelio; es pasar a la siguiente generación la verdad de Dios y la vida que la acompaña. La Gran Comisión consiste en hacer discípulos, marcándolos en el bautismo, y moldeándolos para que cumplan con todo lo que el Señor ha ordenado.

En 2 Timoteo 2 leemos acerca del testigo que Pablo entregó a Timoteo. Él le dice: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”, es decir, fortalécete al caminar con Dios. Sé fuerte en tu relación con Dios. No puedes pasar a otros lo que no tú mismo no tienes. Pablo también le dijo a Timoteo: “El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero”. Debes alimentarte a ti mismo.

A la edad de 20 años, mi empleador cristiano me pasó un testigo cuando me pidió que enseñara el libro de Romanos durante el receso de café matinal a cualquiera de sus empleados que quisiera estudiar conmigo. En el último capítulo, entre las muchas salutaciones, Pablo envía sus saludos a Filólogo, un nombre que significa “Amante de la Palabra”, y les dije a los hombres, “Eso es lo que quiero ser: un amante de la Palabra de Dios”. Ese también es el testigo ¿verdad? Ayudar a otros a amar la Palabra; ayudar a otros a enamorarse de la misma Palabra: de Jesús.

En 2 Corintios 11:3 Pablo habla de la simplicidad y sincera fidelidad a Cristo. Ese, también, es el testigo. Es tener una visión orientada hacia el Señor y el mundo perdido que nos rodea. En definitiva, Pablo le dijo a Timoteo: Debes invertir en la gente. “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:2).

Al vivir en Senegal, África occidental, hemos aprendido mucho del pueblo senegalés. Mientras los americanos tienden a estar orientados por el tiempo, los senegaleses están orientados por las relaciones. Por ejemplo, cuando ves un billete de un dólar ¿qué piensas? Posiblemente digas algo como: “Puedo comprar una hamburguesa con él, o poner algunas gotas de combustible en mi automóvil”. Pero un senegalés podría razonar, “con ese dólar puedo fortalecer relaciones”. La mayoría de los senegaleses son pobres. Así que un joven podría pensar, “Si le doy este dinero a mi padre, contribuirá a las necesidades diarias y fortalecerá nuestra relación. Me hará más relevante e importante en la familia porque he ayudado”.

Pasar el testigo requiere construir relaciones con la gente. El Señor Jesús eligió a 12 discípulos para que estuviesen con él durante tres años. En el contexto de una relación, él los moldeó para que fuesen siervos líderes piadosos que “revolucionarían” al mundo para Dios. Ese debería ser también nuestro enfoque; pasar el testigo del discipulado.

 

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Adaptado de Apuntes para Ancianos

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