¿Cuándo debería pasarse el testigo?
En una carrera de relevos, haces tu parte lo más rápido posible y luego lo entregas. Si lo pasas anticipadamente o tarde, has cometido una falta. La coordinación del tiempo es crítica, y debes pasarlo mientras mantienes tu ritmo al máximo. Lo mismo sucede cuando se trata de pasar el testigo del liderazgo en la asamblea local.
En Números 8, aprendemos que a los 25 años los levitas asumían el servicio a tiempo completo en el tabernáculo, y a los 50 años debían retirarse de sus obligaciones y no prestar más servicio. Podían ayudar a sus hermanos en cumplir con sus obligaciones, pero ellos mismos no debían hacer la tarea. Por supuesto que esta ley del Antiguo Testamento no es un mandato para la iglesia del Nuevo Testamento, pero sí nos presenta dos principios:
Primero: Debes pasar el testigo del liderazgo a la siguiente generación. Es preferible hacerlo más pronto que tarde.
Y, en segundo lugar: debes dar un paso atrás. No pierdas esto de vista. Debes dar un paso atrás. Este es el principio que observamos aquí. Una vez que has entregado el testigo, tu trabajo no termina. Sigue orando, estimulando, enseñando, aconsejando y siendo ejemplo, pero tu nuevo rol es trabajar a la par, mas no liderar. Esto es crucial. Mientras la generación mayor se mantenga liderando, ¿cómo aprenderá la próxima generación a liderar? Imagina un corredor de relevos que se aferra al testigo. Debes soltarlo. Debes entregar el testigo.
Pero ¿lo estamos haciendo bien? El Señor Jesús tuvo un plan de tres años para preparar a sus discípulos para que continuaran con su obra. ¿Tenemos nosotros un plan? ¿De cuántos años es? ¿3, 10 años? ¿50? ¿O no tenemos plan? Los muertos no entregan testigos. Lo dejan caer.
Entre nuestras iglesias tenemos bastantes ancianos magníficos, muchos en sus 70 y 80 años que continúan liderando fielmente. Y a veces lo hacen no porque hayan fallado en algo. Sin embargo, la pregunta que deben contestar los que pasan y los que reciben el testigo es: ¿Por qué, a los 80 años de edad todavía hay hombres fieles llevando el testigo cuando hay hombres fieles de 40 años con la capacidad de llevarlo, o con el potencial de ser preparados para llevarlo?
Tal vez le tememos al fracaso. Tal vez tenemos miedo de que la próxima generación no lo logre. Pero quizás debamos redefinir el fracaso. El verdadero fracaso es la desobediencia a Cristo. El verdadero fracaso es no seguir sus mandamientos. En Mateo 28 Jesús dijo: “Hagan discípulos… enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado”. Ese es el testigo que debemos llevar y pasar.
Un verdadero líder comienza teniendo el final en mente, no se limitará a ser un espectador, sino que prestará atención al potencial en bruto de los que lo rodean.
Si no vemos el potencial en las almas humanas que han sido creadas a imagen de Dios, quizás no estamos teniendo la visión de Jesucristo. Sin ir más lejos, Jesús vio mucho potencial en aquellos doce hombres. Solo que eran simplemente materia prima.
Considera esta ilustración sobre el potencial en bruto: en cierta ocasión, un maestro, hablando de uno de sus estudiantes, un niño de 7 años que tenía déficit de atención e hiperactividad comentó: “Ese niño nunca llegará a ser nada”. Sin embargo, un par de años más tarde, estando en la piscina pública en Baltimore, un hombre llamado Bob cuando vio a este niño se acercó a los padres y les dijo: “Creo que su hijo tiene potencial, ¿está bien con ustedes si trabajo con él para ver si podemos extraer algo de su potencial?” Los padres le respondieron: “está bien, pero tenga en cuenta que es difícil trabajar con él”. Bob asumió el desafío. El nombre de aquel niño era Michael Phelps, el atleta olímpico que más medallas ha ganado. Hoy conocemos su nombre gracias a Bob Bowman, un hombre que reconoció su potencial en bruto.
¿Puedes ver el potencial latente en tu iglesia local? Cuando Pablo dijo: “Imítenme a mí, como yo imito a Cristo”, no buscaba duplicarse. Estaba diciendo: “Síganme como yo sigo a Cristo”. Eso es lo que debemos hacer con la próxima generación. Tal vez se trate de llevar a una joven con una gran pasión por trabajar con niños a que visite la sede de Compasión Internacional y sienta el pulso de ese ministerio. O quizás consista en decirle a un joven que esté interesado en las misiones: “Vamos a pagar tu Programa de Orientación Misionera y también te vamos a llevar para que puedas asistir”. O puede tratarse de decirle a un joven con habilidad para hablar en público, “Vayamos a un refugio local y ministremos juntos los viernes por la noche”.
Quizás este sea el momento de incomodarnos y de ponernos serios respecto a empujar a los demás hacia Cristo, y desatar todo el potencial que tenemos en bruto.
¿Cómo pasar el testigo?
En una carrera de relevos, la mano del que recibe se extiende hacia atrás y sirve como objetivo, y tan pronto recibe el testigo, lo pasa a su otra mano en preparación para pasárselo al próximo corredor. De la misma manera, en la carrera de la vida debemos tomar el relevo como algo serio. Deuteronomio 6 nos recuerda que todo comienza con nuestra relación con Dios. “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. De modo que debe haber una mezcla de enseñanza formal e informal. Cada momento de cada día. Y, con el tiempo, los que estén cerca de ti sabrán cómo estás invirtiendo tu vida. Tu vida es un sermón. Debemos considerar bien lo que estamos enseñando, y lo que los demás perciben de nuestras vidas. Nuestras elecciones cotidianas impactan la eternidad.
Agradezco a Dios (Paul) por mis padres que me pasaron el testigo cuando yo era todavía un niño. Soy el cuarto de seis hijos. Mi padre tenía un corazón por las misiones y compartía con valentía el Evangelio en cualquier parte, en cualquier momento y con cualquier persona. Papá administraba un negocio de vivero y paisajismo, y en la hermosa ciudad donde vivíamos, los domingos eran los días favoritos para la jardinería. Pero papá decidía cerrar el vivero los domingos. Los carteles sobre las cadenas que impedían el ingreso al estacionamiento decían: “El domingo es el Día del Señor, un día santo, no un día para vacacionar. Lo sentimos, pero está cerrado”. Papá eligió estar con su familia y con el pueblo de Dios los domingos. Mis padres aprovechaban el tiempo para practicar la hospitalidad y discipular a creyentes jóvenes. Eso era una prioridad. Tiempo después, debido a la competencia, el negocio del vivero cerró, pero los seis hijos crecimos conociendo y amando al Señor.
¿Qué nos queda por decir? ¡Pasa el testigo! Sal de la banca. Ponte en la pista. Corre la carrera que Dios te ha puesto por delante. Dale a la próxima generación el privilegio de liderar aun cuando el privilegio de hacerlo sea tuyo. Si no ponemos el testigo en la mano de la próxima generación, ¿cómo podrán correr la carrera de relevos que tienen por delante?
¿Por qué no pasamos el testigo?
Le tenemos miedo al riesgo. Cuando Bernabé interactuó con Pablo la primera vez, tomó un gran riesgo. “Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos tenían miedo de él, porque no creían que de veras fuera discípulo. Entonces Bernabé lo tomó a su cargo y lo llevó a los apóstoles. Saulo les describió en detalle cómo en el camino había visto al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había predicado con libertad en el nombre de Jesús” (Hechos 9:26-27). Considera esto. El apóstol Pablo por poco fue rechazado por la iglesia local. ¿Habría sido recibido en la nuestra? ¿Le hubiésemos dado el testigo?
Desde que tengo memoria (Nate), papá me incluyó en el ministerio en Senegal. Ya sea ayudando con los ministerios de niños, ofreciendo una taza de agua fría o yendo a pueblos remotos para proyectar una película evangelística, yo era parte de ello. Posiblemente algunas veces lo cansaba, pero él me dejaba acompañarlo. Siempre sentí que era un integrante, y más que eso, pude observar su vida y la manera en que interactuaba con la gente y la manera que amaba a la gente. No sé si yo era de ayuda, pero eso hizo que papá y yo estrecháramos nuestra relación. Así mismo, Cristo permite que seamos parte de su obra, no porque nos necesite sino porque nos quiere. Él desea tener una relación más profunda con nosotros, “a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos”.
Cierro con estas líneas de Steve Green:
Después que todas nuestras esperanzas y sueños hayan pasado
Y que nuestros hijos filtren todo lo que hayamos dejado
Que la verdad y que ellos descubran
Y los recuerdos que les dejemos
Sean la luz en sus senderos
Oh, que TODOS los que vengan detrás vean que fuimos fieles.
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Adaptado de Apuntes para Ancianos |