por Chuck Gianotti
Continuamos hoy con nuestra serie de reflexiones sobre Tito, mirando hoy Tito 1: 5-16.
Requisitos de un anciano piadoso (5-9)
Los ancianos deben estar capacitados, y permanecer capacitados. Pero esto suena bastante mecánico, como si uno tuviese que hacer un curso de actualización para mantener su certificación. Cuando el apóstol Pablo escribe a Timoteo, la aplicación directa en su caso era para los ancianos de Éfeso en ese momento, entre los que el joven discípulo estaba viviendo al momento de recibir la carta de Pablo. Pero con Tito, la instrucción concernía al nombramiento de nuevos ancianos. Estas instrucciones son más que algo mecánico. Son dinámicas y esenciales para que un hombre llegue a ser un anciano en la iglesia. Un viejo y desgastado argumento que muchos usan para justificarse rápida y continuamente, es que nadie puede cumplir con estos estándares a la perfección, por lo cual eluden la obligación de rendir cuentas por no cumplirlos. Es como leer “sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:16) y usar la trillada frase que dice “bueno, nadie puede ser perfectamente santo” como excusa para la impiedad. Asimismo, no podemos escondernos detrás de nuestras imperfecciones cuando nos evaluemos frente a los requisitos para los ancianos.
Es claro que el considerar estos requisitos requiere humillación. Quienes realizan la evaluación también deben cumplir el mismo estándar. La falsa humildad se rehúsa a someterse a cualquier evaluación, ocultándose detrás de una auto negación superficial, deseando evitar las críticas por un lado o la hipocresía por otro. A muchos se les escapa el hecho que un hombre puede estar en gran medida a la altura de los estándares y aun así ser reconocido por su humildad. Tal persona no se obsesiona con sus deficiencias o fallas. Más bien, las reconoce y humildemente avanza en su crecimiento espiritual para parecerse a Cristo. Encuentra satisfacción en saber que hoy se parece más a Cristo que ayer. Esta no es una comparación vanidosa con otros, sino más bien un mantener delante de sí mismo la meta del premio del supremo llamamiento en Cristo. Estos requisitos deberían ser el supremo llamamiento al que todos los cristianos deberían aspirar.
Cabe anotar que estos requisitos no son peldaños para ganar influencia en la iglesia, sino deberían ser la meta para el crecimiento de todo cristiano “normal”. Como indicadores de la vida cristiana, una persona se esfuerza por ellas precisamente porque son características que nos asemejan a Cristo; ya sea que la persona llegue a ser anciano o cualquier otro tipo de líder en la iglesia. Creo que el punto principal de Pablo es que, puesto que la naturaleza del ministerio de los ancianos es liderar, proteger y cuidar del pueblo de Dios, debemos reconocer a aquellos hombres con un carácter más elevado en la iglesia.
En esencia, lo vital no es el deseo de un hombre por ser anciano, sino más bien su carácter. Es verdad que Pablo escribe en otra parte que es algo “noble” desear la tarea de obispo. Sin embargo, erramos si consideramos esto como algo que se obtiene por que se desea.
Nombramiento de ancianos
Las Escrituras hablan muy poco acerca del nombramiento de ancianos. Aquí tenemos a Tito siendo comisionado para establecer ancianos en Creta. Obviamente, si Pablo hubiese estado ahí, él lo habría hecho. ¿Por qué Pablo, o por qué Tito? Puesto que Pablo no edificó sobre la obra de ningún otro hombre (Romanos 15:20), presumiblemente era el fundador de la(s) iglesia(s) en Creta, y en consecuencia era su responsabilidad dejarla(s) en manos de un buen liderazgo (como lo hizo en otras partes; ver Hechos 14:23, etc.). ¿Por qué no lo hizo antes de continuar viaje? no lo sabemos, pero por lo visto Tito estaba ahí para continuar con la obra en su lugar, edificando sobre el fundamento que Pablo había colocado.
¿Cómo funciona esto hoy? Podemos hacer algunas deducciones bien fundamentadas. Parece totalmente consistente con el modelo de Pablo, que hoy los ancianos sean designados por quien haya plantado la iglesia o por el misionero que comenzó dicha obra. Para la sucesión de ancianos, se deduce que el nombramiento de ancianos sea manejado por los ancianos existentes, quienes presumiblemente ya habrían pasado la prueba de aptitud. En una iglesia sin ancianos, los primeros deben ser reconocidos de alguna forma, sin la intervención de un misionero plantador de iglesias, o ancianos existentes. No debemos ser dogmáticos sobre esto, pero algunas sugerencias podrían incluir buscar consejo por parte de ancianos piadosos de iglesias vecinas e involucrar a toda la iglesia en oración y ayuno (ver Hechos 13:1-3). Esto puede requerir que un líder piadoso ejerza la influencia espiritual para identificar a quien Dios elige y luego tomar la iniciativa en identificar a aquellos hombres; teniendo como resultado hombres piadosos que sirvan como ancianos. Notemos que el primer requisito en la lista tiene que ver con la vida familiar del hombre ¡cuán apropiado!. El último requisito, pero no menos importante, es ser “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada” (vs. 9). En el medio hay una extensa lista de 13 características piadosas. El hombre que aspira a éstas va a ser un buen anciano. Y éstas son aquellas cosas que deben buscarse en un potencial anciano.
Características de los falsos maestros (10-16)
Después de indicar último requisito (“retenedor de la palabra fiel”, vs. 9), Pablo se extiende en las razones de esto: “para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen”. Como lo vemos claramente en la extensión de la iglesia en los tiempos del Nuevo Testamento, la batalla por la doctrina correcta era constante. En particular “los de la circuncisión” (vs. 10b) eran los más problemáticos. En muchas partes, particularmente en su carta a los Gálatas, Pablo se ocupó de la falsa doctrina de los denominados judaizantes (que procuraban imponer la ley mosaica en el evangelio de la gracia). Aquí, en lugar de refutar una doctrina específica, se concentra en el carácter de los que fomentaban la falsa doctrina.
- Contumaces, habladores de vanidades y engañadores (10)
- Trastornan casas enteras
- Enseñan por ganancia deshonesta
- Enseñan lo que no conviene
- Glotones ociosos
- Atienden fábulas religiosas
- Apartan a la gente de la verdad
- Contaminan las mentes puras de los creyentes
- Sus hechos niegan sus palabras respecto de conocer a Dios
- Abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra
¡Vaya lista! Por supuesto, no todo falso maestro tendrá estas señales, pero cualquier maestro que dé evidencia de cualquiera de éstas, debería encender alarmas de alerta en nuestros espíritus.
La respuesta de Tito (y la de los ancianos) debería ser:
1. Silenciar a los falsos maestros.
Esto podría implicar impartir una sanción a su ministerio en la iglesia local, no anunciar ninguno de sus ministerios a la iglesia, prohibirles hablar cosas erróneas en la Cena del Señor, etc.
2. Amonestarlos severamente.
La falsa doctrina no es una ocasión para ser diplomático o amable. Por supuesto que los creyentes jóvenes por momentos podrán cometer un desliz inadvertidamente, pero el foco del pasaje está en el tratamiento de la falsa enseñanza intencional.
Hoy, la falsa doctrina todavía amenaza la iglesia. Puede entrar subrepticiamente a través del exceso de ministerios en Internet, viñetas creativas en video, letras de canciones, libros populares y predicadores en el circuito cristiano. Los ancianos deben ser diligentes en vigilar, y tratar no solo con la obvia falsa doctrina, sino también con las sutilezas de los enseñadores astutos que saben cómo emplear sus palabras.
Un ejemplo es a través del ministerio de la música. Está de más decir que la música es uno de los medios más importantes para enseñar la verdad cristiana. Alabo a Dios por los autores piadosos de canciones tanto del pasado como de nuestra época contemporánea, aquellos que se resisten a emplear letras con sentimentalismo estéril o engañosamente dulce que “hacen sentir bien” pero relativamente sin sentido (un maestro contemporáneo se reúsa a cantar lo que denomina canciones que expresan “Jesús es mi novio”). Sin embargo, ya sea que el himno esté en el venerado himnario o sea una tonada contemporánea que se cante por todas las iglesias orientadas hacia la juventud, no significa que las letras sean correctas doctrinalmente u honren a Dios. Los ancianos piadosos deberían estimular a los buenos compositores que captan las grandes verdades acerca de Dios y de la vida en sus canciones, y no dar espacio a quienes no lo hacen.
Hay muchas otras maneras en que la falsa doctrina puede infiltrarse en la iglesia, ya sea a través de pequeños grupos de estudio, o uno a uno, con cambios sutiles en las palabras para presentar la doctrina, etc. Los ancianos deberían ser aquellos que están constantemente vigilantes y alerta, en sintonía con “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada”.
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