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REFLEXIONES SOBRE TITO – PARTE 6: LA ENSEÑANZA QUE PERMANECE FIEL

por Chuck Gianotti

 

Esta es nuestra última entrega en esta serie de reflexiones sobre Tito.

Aparte del saludo inicial y los comentarios personales al cierre, la carta a Tito parecería tener un triple propósito:

  1. Informar a Tito acerca de la necesidad de contar con ancianos calificados en las iglesias locales bajo su influencia (1:5-9)
  2. Advertir a Tito acerca de los falsos maestros y la necesidad de permanecer fiel a la sana doctrina (1:10-2:1)
  3. Estimular a Tito a instruir a la gente cómo conducirse cristianamente (2:2-3:11).

Los ancianos hacen bien en estudiar estas cosas con detenimiento. Esta carta, junto con las de Timoteo, suelen ser denominadas las cartas pastorales por su enseñanza para los líderes de la iglesia. Así que cuando Pablo escribe a Timoteo, entendemos que también está escribiendo a los líderes de iglesia, particularmente a los ancianos.

Habiendo considerado los primeros dos propósitos, ahora pensaremos en el tercero. Tito, y por extensión los ancianos, deben instruir a la asamblea cómo comportarse cristianamente. El estereotipo de la predicación enmarca a un hombre detrás de un púlpito diciéndole a la gente cómo deben vivir sus vidas, mientras que la imagen opuesta es la de discursos áridos y aburridos sobre doctrina. Y ninguna de las dos es la perspectiva bíblica de la enseñanza, porque ambas son mutuamente excluyentes. ¡La predicación y la enseñanza bíblica incluyen tanto la doctrina como la conducta! Las dos son necesarias; ninguna de ellas es completa sin la otra. Debemos entender esto bien o perderemos el sentido de la carta de Pablo.

Predicar sólo doctrina es como atrincherarse para defender un pedazo de terreno. Por otro lado, predicar solamente sobre la conducta, es moralizar subjetivamente, incluso manipular, sin ningún fundamento basado en la verdad.

Pablo, en su inspirada comunicación con Tito, transmite el principio de enseñar apropiadamente de acuerdo con su audiencia. El apóstol Juan hace lo mismo cuando, en medio de su escrito a los cristianos en general, comienza con una enseñanza específica a los “hijitos”, los “padres” y los “jóvenes” (1 Juan 2:12-14).

Sin lugar a duda, mucha enseñanza es universal para todos los cristianos. Sin embargo, los ancianos deben asegurarse de que cada persona esté recibiendo una enseñanza adecuada a su situación personal o necesidad. Pablo menciona grupos demográficos específicos, y aunque obviamente los principios no se limitan a estos ejemplos, eran los específicamente necesarios en las circunstancias de Tito.

Los hombres mayores

Estos son hombres entrados en años (presbutes), que no deben ser confundidos con aquellos que ejercen la responsabilidad de “anciano” (presbuteros). Se enumeran seis cualidades que deberían ser comunes en esta etapa de la vida para los hombres: sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor y en la paciencia. Desde luego todos estos se encuentran en los requisitos para los ancianos, quienes deberían estar más avanzados en términos de madurez espiritual que los otros. Pero los hombres mayores deben ser desafiados a demostrar este tipo de madurez espiritual.

De particular interés es la cualidad de ser prudentes (traducido también como “sensatos”), que también se halla en las instrucciones a los hombres y mujeres más jóvenes. Los hombres mayores deberían haber adoptado la moderación en sus vidas, particularmente en su interpretación y aplicación de las Escrituras. Esto no es otra cosa que el cristianismo normal, como debiera serlo. La vida cristiana madura es una vida moderada, no dada a los extremos. Los ancianos deberían instruir a la gente a ser equilibrada en su aplicación de las Escrituras.

Por supuesto, todos podemos reconocer una aplicación extrema, por ejemplo, que uno intente sacarse los ojos como consecuencia de la enseñanza de Jesús en Mateo 18:9. Una aplicación sensata de esto es no considerarlo como una acción literal, sino como un principio para remover lo que sea que afecte su vida espiritual. Por supuesto, aquello que se considere sensato puede ser algo muy subjetivo, pero, no obstante, la instrucción es autosuficiente; los hombres mayores deben ser prudentes.

Las mujeres mayores (y las más jóvenes)

Tito, y por extensión los ancianos, no deberían descuidar la enseñanza que es apropiada para las mujeres mayores. Muy a menudo, mi esposa y yo hemos escuchado a las mujeres decir: “Los ancianos ignoran totalmente o no demuestran interés en lo que las mujeres en nuestra iglesia están haciendo”. Una mujer dijo: “Después de nuestra gran conferencia de mujeres, no se hizo ni una mención de esta los domingos ni ningún anciano me preguntó cómo se desarrolló”. ¡Los pastores deben pastorear a todas las personas!

Además de la enseñanza general en la iglesia, las mujeres mayores tienen necesidades especiales. Pablo señala la necesidad de las siguientes cualidades: reverencia, no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras de lo que es bueno a las mujeres más jóvenes.

Lejos esté de mí, un hombre, decir que todas las mujeres tienen una tendencia hacia la calumnia y al alcoholismo. Basta decir que las mujeres a las que Tito debería enseñar necesitaban escuchar esas cosas. Podría agregar que hay otras necesidades específicas de las mujeres mayores en nuestras congregaciones: soledad, necesidades financieras y prácticas (ver 1 Timoteo 5 donde Pablo aborda este tema). Los ancianos deben estar conscientes, averiguar expresamente y ocuparse las necesidades de las mujeres mayores.

Las mujeres más jóvenes

 

Toma nota que a Tito no se le encarga el enseñar a las mujeres más jóvenes directamente. Más bien, debe indicar a las mujeres mayores hacer ese trabajo, particularmente en las áreas que son específicas a las necesidades de las mujeres más jóvenes: amar a sus esposos, amar a sus hijos, ser prudentes, castas, cuidadosas de sus casas y sujetas a sus maridos. Algunas de éstas, como se mencionó anteriormente, son ciertas para todos. Pero, a las mujeres mayores se les encargó la responsabilidad primaria de transmitir estas verdades. Es posible que Pablo estuviese consciente de las tentaciones inherentes o conflictos de interés que un hombre más joven como Tito podría haber tenido interactuando con las mujeres más jóvenes. Sea como fuere, los ancianos deberían estar constantemente estimulando a las mujeres mayores a asumir la responsabilidad de enseñar estas cosas a las más jóvenes. El objetivo es que la Palabra de Dios no sea deshonrada por mujeres que no tomen en cuenta estas cosas.

Los hombres jóvenes

El mandamiento para los hombres jóvenes se parece mucho al de los hombres mayores: ser prudentes, ser buenos ejemplos en la pureza de la doctrina, serios, sanos en la palabra e irreprochables por los detractores. Se ha dicho: “Deja que alguno no esté de acuerdo con tus ideas, pero no les des munición para que cuestionen tu carácter”. Nada neutralizará más la influencia de un hombre y su comunión que graves defectos del carácter, especialmente reflejados en lo que dice. Los hombres jóvenes, llenos de energía y vitalidad, deben estar atentos en guardar sus bocas. Ancianos, ¡recuérdenles eso!

Aquellos bajo autoridad

 

Por último, Pablo se dirige al último grupo, aquellos que están bajo autoridad. Específicamente se dirige a los esclavos. Algunos han tratado de suavizar esto al traducirlo “siervos”, por temor a que Pablo estuviese avalando la esclavitud. Mientras que la palabra griega traducida aquí (doulos) puede aplicarse a una amplia gama de servidumbre, la esclavitud, como lo sabemos de nuestros libros de historia, está incluida sin duda. Esa era la palabra típica utilizada en el primer siglo para nuestro concepto de “esclavo”.

Debemos señalar rápidamente que Pablo no estaba avalando la esclavitud como una institución legítima, ni tampoco era su propósito revolucionar la injusticia involucrada en lo que muchos han denominado una institución económica y un desdeño por la vida. Su propósito, más bien, era revolucionar las vidas en el seno de esas estructuras (ver el libro a Filemón para una demostración de esta acción).

Pablo dice a Tito que los cristianos que fueran esclavos no tendrían una menor demanda de vivir cristianamente, a pesar de sus circunstancias. Su situación en la vida no les daba permiso para entregarse a actitudes centradas en sí mismos, sino de vivir en piedad y sumisión. Y si para los esclavos era posible vivir con un carácter y respuesta parecida a la de Cristo en medio de la esclavitud, entonces es posible para cualquiera vivir su cristianismo, cueste lo que cueste en cualquier situación opresiva en la que se puedan encontrar. Así que podemos aplicar esta enseñanza a las relaciones empleador-empleado o a cualquier relación dónde uno se encuentra bajo la autoridad de otro. El mandamiento es el mismo, es decir, estar sujeto, ser complaciente, no ser polémico, no robar y demostrar buena fe. Esta debiera ser la meta para todos los que se encuentren bajo autoridad. Los ancianos deberían recordar a los cristianos acerca de esto, pues en realidad todos estamos bajo autoridad en alguna área de nuestras vidas.

Nuestro objetivo en esta serie de artículos no es hacer un comentario completo sobre el libro de Tito. Más bien, buscamos una enseñanza práctica para los ancianos de cómo pastorear la iglesia. De esta sección, aprendemos que los ancianos deben enseñar la Palabra de Dios y aplicarla adecuadamente a los distintos grupos de personas bajo su cuidado. En otras palabras, las doctrinas de las Escrituras deben presentarse y aplicarse en maneras que se ajusten a las circunstancias de la vida de las personas. Todo esto es parte de ser pastores efectivos del rebaño de Dios. Esto es la enseñanza que se mantiene fiel.

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Adaptado de APA
Photo by Enoc Valenzuela on Unsplash

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