Nadie es líder para toda la vida. Así como a los mejores deportistas siempre les llega la hora de retirarse, los que hemos sido llamados a ejercer funciones de liderazgo en el ministerio debemos tener claro que hacemos parte de un ciclo y que en el proceso debemos entrenar, abrir espacio e impulsar a los que vienen detrás. Y en la Palabra de Dios podemos encontrar diversos escenarios que nos pueden hacer considerar y conversar sobre la importancia de multiplicar o reproducir el liderazgo. Los siguientes son tres ejemplos muy útiles para considerar cómo estamos abordando este aspecto en nuestro ejercicio como ancianos, líderes o pastores.
David
Creo que la gran mayoría de nuestros lectores conocen la historia de David. Este hombre es muy vistoso en el relato bíblico. Siendo un hombre polifacético, fue un valiente guerrero, debió ser un hombre muy atlético, sin mencionar que fue un talentoso músico y compositor. David llegó a ser el gran rey de Israel, pero toda esa grandeza y gloria se vieron menguadas al final de sus días. Quizás por nostalgia, por descuido o por la misma vejez, terminó perpetuándose en el trono más de lo debido. Si recordamos, ya entrado en años llegó al punto que ni si quiera podía calentarse en la noche y por eso sus siervos buscaron una joven sunamita, Abisag, para que le ayudara a calentarse.
Si llegó a esa condición también es muy probable que no estaba en capacidad de gobernar a su pueblo. Ya previamente había anunciado que Salomón lo sucedería en el trono, pero se tardó en hacer efectiva esa decisión, y estando a las puertas de la muerte se levantó una conspiración de parte de su hijo Adonías para hacerse al poder.
Ante la situación, Natán y Betsabé reaccionaron para hacer que David hiciera lo que debía hacer: coronar a Salomón como rey.
Esto constituye una palabra de advertencia. Que no nos pase lo mismo a nosotros, debemos cuidarnos de que no nos pase lo de David, perpetuarnos en un oficio sin capacitar a otro de tal forma que cuando tengamos que dar un paso a un lado, sepamos que la persona que asumirá esa responsabilidad estará preparada para seguir con la labor y extenderla más allá.
En cuanto a este tema debemos cuidarnos y pedir a Dios sabiduría para no hacer lo mismo. El relevo de liderazgo sobre Israel se vio entorpecido porque David esperó hasta el último momento para hacerlo, y quizás al hacerlo, tampoco tomó la iniciativa de entrenar intencionalmente a Salomón. Esto se habría podido evitar si David hubiese tenido presente que debía entrenar a su reemplazo, de tal forma que Salomón estuviera listo para hacer un relevo oportuno y no de forma abrupta y apresurada.
En este ejemplo de David encontramos que la falta de multiplicación de liderazgo puede deberse a la falta de visión e intencionalidad de los líderes.
Elías
El segundo ejemplo que deseo mirar es el de Elías.
Me encanta el personaje de Elías, fue un hombre audaz y valiente que Dios usó de manera impresionante. Si algo me asombra al leer su historia es el contraste que vemos después de uno de los eventos más asombrosos en su vida. Tras haber desafiado a los sacerdotes de Baal, burlándose y humillándolos por su fracaso, y mostrando contundentemente quién era el Dios verdadero, degolló a los 450 sacerdotes de Baal. Cuando trato de imaginarme la escena concluyo que no es muy agradable, esa fue toda una masacre, una carnicería, pero lo que me impacta después de esto, es que, tras enterarse de las amenazas de Jezabel, Elías decidió huir al desierto.
Dice la palabra en 1 Reyes 19: 4 que Elías deseaba morir, y estando en esa condición, un ángel lo visitó y le dio alimento con el que tuvo suficiente fortaleza para caminar por cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios, donde llegó a una cueva y estando en esa cueva se presentó Dios y le preguntó: “Elías, ¿qué haces aquí?” (1 Reyes 19: 9) ¿Y cuál fue su respuesta?, versículo 10:
He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
La escena es impresionante, Dios lo llama a que salga de la cueva, y el relato dice que Dios pasaba y un fuerte viento rompía las rocas, pero Jehová no estaba allí, luego hubo un terremoto, luego un fuego, pero Jehová no estaba en nada de ello, Él estaba en el silbo apacible y delicado, y de nuevo volvió a preguntar: “Elías, ¿qué haces aquí?” y Elías repitió su respuesta. Pero al parecer la respuesta no satisfizo a Dios, quien procedió a darle instrucciones. Le hizo saber que él no estaba solo, que él no era el único.
Dios le indicó que debía ungir a Hazael por rey de Siria, a Jehú por rey de Israel y a Eliseo como sucesor, y le informó que haría que en Israel quedaran siete mil personas que no se postrarían ante Baal.
En nuestro rol de ancianos o líderes, podemos asumir una actitud como la de Elías, llegar a creer que somos los únicos, que estamos solos, que no hay nadie que nos ayude, que nos releve o que trabaje a la par con nosotros. Pero Dios no desiste de levantar siervos para su gloria. Es cierto que pueden ser pocos, pero nunca escasearán por completo. Si estamos como Elías, debemos dejar de sentir autocompasión o de sentir que somos mejores que otros. No esperemos a que Dios nos pregunte ¿qué haces aquí? sino estemos atentos a los siervos de Dios. Podemos sentirnos solos, pero quizás porque hemos preferido estar solos en la cueva en lugar de salir y ver a Dios obrar.
Quizás en algún grado hemos experimentado lo visto en los dos ejemplos previos. Pero también podemos ver ejemplos que nos ayudan a ver lo que Dios nos ha llamado a hacer cuando se trata de multiplicación de liderazgo. Y qué mejor ejemplo que el de Pablo con Timoteo.
Pablo y Timoteo
El tercer ejemplo del que quiero hablar es el de Pablo y Timoteo.
Seguramente tenemos presente la historia de Pablo con Timoteo. Hechos 16: 1 – 3 relata el momento cuando Pablo lo identificó y lo tomó para el ministerio. En ese punto Pablo se encontraba en su segundo viaje misionero, es decir que ya había estado trabajando por un buen tiempo en la proclamación del evangelio y el desarrollo de iglesias. En este punto de su ministerio Pablo vio que era importante capacitar a otros, en especial entrenar a su reemplazo. No esperó a envejecer, ni tampoco esperó a sentirse solo, sino que empezó a trabajar en el proceso de multiplicar el liderazgo. Ese proceso podríamos verlo en tres etapas:
1- La primera es que, antes de capacitar a otros, los líderes deben ser fieles y realizar bien la tarea. Deben ser ejemplo.
En 1 Corintios 9: 26, 27, Pablo dice lo siguiente:
Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.
Pablo fue testimonio de fidelidad y de entrega apasionada al servicio de la obra del Señor, su testimonio le daba suficiente respaldo y autoridad para capacitar también a otros.
2- La segunda es que los líderes deben capacitar a otros para el liderazgo.
En Hechos 16: 1-3 vemos cuando Pablo conoció a Timoteo y vio en él el potencial necesario para ser un obrero efectivo en la obra, de modo que no dudó en incluirlo en su equipo y en 1 Corintios 4: 11 – 13 vemos el tipo de entrenamiento que recibió Timoteo:
Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija.
Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.
Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos.
Timoteo compartió de cerca con Pablo lo agradable y lo desagradable del ministerio, y si vemos tres versículos más adelante encontramos esto:
Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias.
Timoteo había participado en lo más arduo del entrenamiento y estaba capacitado para encargarse de tareas más complejas, lo cual nos lleva al siguiente punto.
3- La tercera es que los líderes deben encomendar a los que han capacitado para que den continuidad al ministerio.
En 1 Corintios 4 vemos a Pablo encargando tareas cortas y puntuales, él debía recordar a la iglesia de Corinto cómo se había comportado Pablo entre ellos y en otras iglesias. pero al leer 2 Tim. 4: 1 – 5 encontramos a Pablo encargando a Timoteo la continuación del ministerio:
Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.
Pablo primero realizó bien la tarea, siendo ejemplo, siguiendo a Cristo, trabajando incansablemente, y en el proceso, tuvo la intención de levantar a otros hombres e invirtió en ellos, como fue el caso de Timoteo, a quien tomó como discípulo, lo llevó consigo a pesar del costo que pudiera representar, invirtió tiempo mostrándole como se hacía el ministerio y le dio oportunidades de servicio, y finalmente lo encomendó de manera específica y solemne para la obra.
Debemos tener muy presente que nuestro trabajo se extiende no en la medida de nuestras fuerzas sino en la medida de las fuerzas de quienes nos suceden. Si somos efectivos en entrenar a otros, somos efectivos en el ministerio, de lo contrario nuestro alcance se limitará a nuestras fuerzas y estas se agotan rápido.
No perdamos de vista esta parte importante de nuestro ministerio, esforcémonos por entrenar a obreros que estén en plena capacidad de seguir con la tarea cuando nosotros ya no podamos hacerlo.
________________________________________
Photo by Braden Collum on Unsplash |