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Retrato de un hombre piadoso – Parte 1

Pablo proporciona a Timoteo, su hijo espiritual, el retrato de un hombre piadoso (1 Timoteo 3: 1-3) para que pueda ayudar a otros a identificar a quiénes el Espíritu Santo ha llamado a ser ancianos (Hechos 20:28). Aunque la designación que hacían los apóstoles era una realidad en la época de la iglesia primitiva (Hch 14: 23), esto dejaría de ser viable una vez que el canon de las Escrituras se completara y los apóstoles pasaran a la presencia del Señor.

Debemos entender que un anciano no es un hombre perfecto, sino alguien que debería distinguirse por cualidades que todos los creyentes deberían demostrar. Si un anciano degrada su carácter entonces debería renunciar a su responsabilidad; la tarea de un pastor no estar separada del carácter que refleja al Buen Pastor, estos deben ir juntos.

Muchos consideran las cualidades del carácter descritas en esta sección de las Escrituras como “requisitos”. Sin embargo, este concepto conlleva la idea de demostrar o no algo en un momento dado. En contraste, las cualidades del carácter de un anciano deben ser evidentes en todo momento, de lo contrario no se está calificado para la responsabilidad.

Consideremos un poco lo que dice 1 Tim. 3: 1-3 en cuanto a cómo luce un hombre piadoso que puede ser reconocido como anciano o líder de una iglesia.

Versículo 1

“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea”.

Las palabras griegas “a tis” que “si alguno”, figuran en género neutro, lo cual podría dar lugar a pensar que no es solo para hombres, sin embargo, aunque no se especifica el género en este punto, el resto del pasaje contiene ocho modificadores masculinos en los versículos 1-7. Por ejemplo, al final del versículo leemos “buena obra desea” que en el griego indica género masculino. Además, solo un hombre puede ser “marido de una sola mujer”, así que, a la luz de cómo se expresa el idioma griego en cuanto al género, el pasaje deja claro que sólo los hombres pueden ser reconocidos como los líderes de una iglesia local.

Esta es una realidad histórica en la iglesia que es confirmada por la narrativa del Nuevo Testamento. El obispado (o cargo de obispo) deriva de la palabra griega episkope, que significa “supervisión (para ayudar)” o “superintendencia”. Esta palabra sólo aparece cuatro veces en el Nuevo Testamento y se traduce dos veces como “visitación” (por ejemplo, en Lucas 19: 44). J. N. Darby lo traduce como “visitación para ejercer supervisión”, lo cual capta adecuadamente el significado de la palabra. No se refiere al cargo en sí mismo, sino a la ejecución de la tarea o a las actividades del cargo, como cuidar, alimentar, proteger, vigilar. Es interesante observar que la NVI introduce un verbo con el objetivo de describir esa realidad activa: “si alguno desea ser obispo, a noble función aspira”.

El hombre que desea el trabajo activo de pastorear desea una buena obra, pero el versículo no se refiere al deseo del cargo en sí. Más que desear cumplir con las responsabilidades del oficio, más que poseer el título, un hombre llamado por Dios también estará motivado por un llamado interno (una convocatoria divina) a la obra. La palabra griega traducida como “anhela” es oregetai, e indica un verbo en tiempo presente, que significa que existe una motivación interna vigente dentro del anciano, que lo impulsa a realizar el trabajo de pastoreo y no como una actividad obligatoria. Literalmente significa “el esfuerzo mental de extenderse hacia algo”. La motivación del anciano por realizar el trabajo de pastoreo puede ser comparable con un corredor estirándose hacia adelante con todas las fuerzas que le quedan para cruzar victoriosamente la línea de llegada.

La segunda palabra griega traducida como “desea” es epiqumei, que simplemente significa “ansiar”. También es un verbo indicativo en tiempo presente. La “obra” (kalou) literalmente es “un trabajo”. Es válido desear ser un sobreveedor del pueblo de Dios porque es un uso valioso y virtuoso del tiempo; ¡una buena obra!

En resumen, un hombre realizará activamente el trabajo importante de sobreveedor porque en realidad lo ansia, y siente dentro de sí el apremio del llamado divino a ser pastor. Un trabajo activo y voluntario es indicativo de que existe un deseo interior de realizarlo. Ningún verdadero anciano puede quedarse al margen y simplemente observar a otros desarrollar la tarea. Un anciano deja de ser anciano en la iglesia cuando deja de realizar su trabajo.

Versículo 2

“es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar”.

La palabra griega episkopos describe la verdadera función de un líder de la iglesia. Los dos verbos “es necesario” (dei) y “sea”(einai) están en tiempo presente y expresan la idea de “necesidad” y “existir” respectivamente. Por consiguiente, el mismo principio de actividad constante indicado en el versículo uno continúa en el versículo dos: un sobreveedor debe estar exhibiendo activamente una autodisciplina personal, e integridad moral para cuidar de otros.

Irreprensible

La primera característica de un anciano y que abarca a todas las demás es que debe ser “irreprensible”, anepilhpton en griego, y está empleada como una partícula negativa para significar “sin acusación” y por implicancia, irreprochable. El anciano no es un hombre sin pecados, pero debe ser irreprochable en su reputación. Por ejemplo, un anciano puede enojarse y por un poco tiempo estar de mal humor, pero seguramente no sería caracterizado con ese tipo de conducta. Ser irreprensible tampoco significa que un anciano no pueda llegar a ser acusado falsamente de mala conducta por aquellos que alberguen motivos carnales. Más bien, la idea es que el carácter ejemplar de un anciano debería ser reconocido por todos.

El anciano también debe ser irreprochable en su relación con su esposa (especialmente en cuanto a su conducta con otras mujeres), y sus hijos deben ser respetuosos y obedientes. Un hombre piadoso debe ser “irreprensible” en sus motivaciones de lo que hace. Detesta la necedad y desea caminar con sabiduría.

Marido de una sola mujer

La fiase “una sola mujer” modifica el sustantivo “marido”, por lo tanto, un anciano debe ser “un hombre de una sola mujer” o “un esposo de una sola esposa”. El requisito claramente prohíbe la poligamia.

Muchos comentaristas de la Biblia creen que este requisito prohíbe que un hombre divorciado o casado en segundas nupcias sea parte del liderazgo de la iglesia. Cada situación es única, pero ciertamente un nuevo casamiento en el caso de un divorcio anterior no exhibe el mejor modelo de Dios para el matrimonio. Un anciano debe ser el ejemplo de Dios en la iglesia local para que otros puedan imitar. Dado que existe un desacuerdo, considero sabio que a ese hombre que ha vuelto a casarse, no se lo reconozca como anciano a fin de prevenir una posible división en la asamblea. Sin embargo, el no poseer un reconocimiento formal no debiera ser un impedimento para poder ejercer una tarea de pastoreo personal a otros en la asamblea, y, por cierto, muchas mujeres podrían también estar activas en dicha esfera. Si es casado, el anciano debe reflejar el mejor diseño de Dios para el matrimonio (o sea, una relación de por vida de un solo hombre y una sola mujer).

La vida cristiana correcta debe ser evidente en las áreas ordinarias de la vida, especialmente en la vida de hogar. Si está casado, un anciano debe ser irreprochable en la conducta moral de su matrimonio. Si tiene hijos, ellos deben ser fieles y respetuosos (Tito 1: 6). Un anciano que no está casado deberá cuidar su conducta en la manera de relacionarse con las hermanas o demás mujeres. Un hombre piadoso es irreprochable en su interacción con las mujeres. Ya sea que esté casado o no, un anciano debe ser moralmente puro e irreprochable. No debe existir ninguna conducta sexual indebida. No debe haber ningún contacto físico inapropiado con ninguna persona, ya sea hombre o mujer, ni con niños. No deben realizarse reuniones inapropiadas o sesiones de consejería con mujeres a solas. No debe haber lugar a la pornografía, teniendo deseos pecaminosos por aquello que está fuera de la voluntad de Dios. Estas conductas siembran para la carne, lo cual resultará en una cosecha de corrupción, y no en bendición para el pueblo de Dios (Gálatas 6:8)
[Continuará.]

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