Antes de volver al Padre, el Señor Jesús dio a sus seguidores una emocionante misión; ¡Vayan y hagan discípulos de todas las naciones! En otras palabras, hagan por ellos lo que yo he hecho por ustedes; háganlos discípulos. Esta tarea debería continuar hasta el fin del mundo (Mateo 28:20). Más tarde (ver Hechos 20), Pablo expresó lo mismo en otras palabras (ver, por ejemplo, 2 Timoteo 2:2). Los cristianos deben trabajar fuertemente para desarrollar seguidores inteligentes y comprometidos del Señor Jesucristo.
Para que esto ocurra, la iglesia local debe ser un ambiente adecuado para el desarrollo de discípulos. La iglesia no es una alternativa, es el lugar de trabajo de Dios para un cambio de vida. Y esto requiere de un buen liderazgo. ¿Qué pueden hacer los ancianos? Entre otras cosas, ¡delegar! Pueden involucrar a creyentes jóvenes al delegarles trabajo, tal como hicieron los apóstoles en Hechos capítulo 6.
Una forma en que algunas asambleas hacen esto es mediante reuniones periódicas de varones (también denominadas reuniones de hermanos), para ocuparse de las necesidades actuales, inquietudes y decisiones de la familia de la iglesia. Las reuniones de varones deberían ser parte fundamental de la vida de una iglesia.
Exploremos la idea de reuniones periódicas para que los varones puedan ocuparse de asuntos prácticos que deben ser considerados. Los siguientes son algunos métodos que se pueden usar, así como algunas lecciones, beneficios y peligros.
Base Bíblica
Primeramente, deberíamos considerar la base bíblica para esta práctica. Como ya se mencionó, Hechos 6 es útil como guía. Se destacan tres principios:
1) Al crecer la iglesia, se hizo evidente que se requería cierta estructura que no era necesaria cuando ésta era más pequeña.
2) Los líderes espirituales tenían un claro sentido de las prioridades para el uso de su tiempo
3) Parte del trabajo de carácter administrativo de la iglesia se podía delegar en otros hombres calificados.
Observa que la idea de una reunión de varones para tratar asuntos de la asamblea se fundamente en las tres palabras clave de la lista anterior: estructura, prioridades y delegar. No me gusta utilizar el término “reunión de negocios”, porque pondría el énfasis en el lugar equivocado, como ya veremos.
Haciendo que funcione
En esencia, una reunión de varones consta de dos partes principales: un tiempo con el Señor como Cabeza de la iglesia, y ocuparse de las decisiones de la asamblea en respuesta a Su dirección. Aquí hay algunas pautas generales que podemos utilizar para cada parte.
Pasar tiempo con el Señor como Cabeza de la iglesia es esencial. ¡No dejen que ese tiempo se vea comprometido! Debe ser lo primero en el cronograma y debe ser sustancial, es decir, sustancioso. No me refiero a “comenzar la reunión con oración” o programar un “pensamiento devocional” de cinco minutos, sino un tiempo serio para que todos los varones puedan orar y tener comunión alrededor de la Palabra. En reuniones como estas, por lo general esto puede ocupar la primera hora. De hecho, se puede esperar que el tiempo alrededor de la Palabra (con discusión adicional) y oración ocupe más de la mitad de toda la reunión. Recuerde, primero estamos desarrollando discípulos, y luego atendiendo los asuntos de la asamblea. Las necesidades de la iglesia se convierten en una herramienta para reunir a varones para la comunión y crecimiento espiritual.
Para esta tarea, algún hermano debe venir preparado con una porción pertinente y desafiante de las Escrituras. La interacción puede ser natural e inmediata, pero si no lo es, alguien encargado de dirigir puede formular algunas preguntas para estimular la conversación. Nunca se deberá estar apurado por abordar los temas administrativos de la reunión. El tiempo empleado en escucharse uno al otro, siendo sinceros el uno con el otro, y conversando acerca de lo presentado en las Escrituras, allanará el camino para un tiempo de armonía cuando llegue el momento de tomar decisiones en la reunión.
La parte conocida como administrativa debe ser simple y ordenada. Sería bueno que la dirija un hermano con habilidades administrativas, el cual reúne los temas para la agenda durante las semanas previas, y durante el comienzo de esta parte de la reunión. Tratar los asuntos urgentes al inicio es de gran ayuda. La meta en cuanto a cada tema de la reunión es lograr un consenso sobre qué acción agradaría al Señor y resultará beneficiosa para la iglesia. Conozco una iglesia en la que no se toman decisiones por votación y los hermanos mayores han aprendido a refrenarse en su participación para que los hombres más jóvenes o de menor experiencia puedan interactuar con libertad.
Es bueno contar con un secretario que tome notas, y las decisiones deben ser claramente entendidas por todos y registradas en las minutas. Cuando no se puede resolver un tema, se lo pospone para una futura reunión a fin de dar tiempo de oración, mayor investigación, y conversación en privado. En algún momento de la reunión es conveniente verificar las minutas previas para ver si hay temas pospuestos o asuntos que requieran un seguimiento, y seguramente habrá ocasiones en las que se sugiera que cierto tema sea resuelto solamente por los ancianos.
Las reuniones pueden ser convocadas de acuerdo con las necesidades. Hay iglesias que tienen dos reuniones de varones al mes, y también pueden reunirse en casas, algo lo que le agrega un toque de calidez, y siempre es bueno poder tener un tiempo para compartir algún refrigerio.
Fortalezas y dificultades
Los siguientes son algunos beneficios de estas reuniones:
- Son un espacio para el discipulado mutuo. Los hombres aprenden a liderar y ven cómo la Palabra y la oración forman parte de la vida cristiana normal.
- Los ancianos (que también se reúnen por separado en otros momentos) pueden dedicar más tiempo a la Palabra y la oración, al pastoreo y la visitación, al ser aliviados de tomar muchas decisiones de rutina.
- Los niños de las casas donde se hacen las reuniones también están escuchando. Presenciar cómo se usan las Escrituras y la manera en que hombres piadosos se tratan unos a otros es una contribución saludable a su formación espiritual.
- Las relaciones humanas funcionan mejor cuando primero se pasa tiempo con las Escrituras y en oración. Esta es una lección valiosa para los matrimonios jóvenes.
- El sentido de pertenencia en la iglesia crece entre aquellos que no son ancianos o diáconos, a medida que se van involucrando más.
- Es gratificante ver la formación de un grupo de líderes de donde podrán surgir ancianos en el futuro.
Sin duda podemos esperar que se presenten problemas, pero debemos asegurarnos de que los hombres comuniquen claramente a sus esposas y a otros en la asamblea las decisiones que se tomen; también es necesario mostrar gracia en asuntos que se superponen con aquellas áreas en las que los ancianos o diáconos también estén trabajando. Es importante asegurarse de que todos los temas tengan una conclusión y no queden cuestiones pendientes. También vale la pena animar a los hombres de la asamblea que tienden a no involucrarse, a ver que su participación es necesaria y valorada, aun cuando no sean ancianos o diáconos.
Es de bendición al igual que un refrigerio lograr que hombres más jóvenes asuman los desafíos de la iglesia. Aunque los ancianos permanecen como la autoridad final bajo Cristo para todas las decisiones de la asamblea, ningún fundamento bíblico sólido afirma que todas las decisiones de la asamblea son tomadas por los ancianos a puertas cerradas. Más bien, los ancianos aprecian la ayuda práctica y así evitan transformarse en personas administrativas atareadas, en lugar de ser pastores de personas y familias.
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