por Eduardo Nieto
La parábola del siervo vigilante fácilmente puede pasar desapercibida entre las múltiples parábolas de Jesús que son mucho más reconocidas. Esta parábola se encuentra en el evangelio de Lucas, capítulo 12, versículo 35 al 40.
Conservando alguna similitud con la parábola de las diez vírgenes en Mateo 25, en esta parábola Jesús nos enseña que debemos estar alertas, vigilantes, despiertos, listos para el regreso del Señor.
En medio de una enseñanza dada a sus discípulos, Jesús habla de estar listos para la venida del Hijo del Hombre después de haber hablado de no estar afanados por los bienes materiales. En esta parte de su enseñanza, Jesús llevó a sus discípulos a ver la importancia de estar alertas. Así como los siervos debían estar vigilantes, listos para la llegada de su señor, sin importar cuál fuera la hora, también los discípulos de Jesús deben estar listos, preparados para la llegada de su Señor.
Y cuando tomamos este principio y lo vemos desde la perspectiva de la iglesia actual, debemos considerar y evaluar si estamos siendo siervos vigilantes, especialmente cuando se trata de nuestra responsabilidad como ancianos, pastores o líderes al servicio de la grey de Dios.
Parte de nuestro trabajo al cuidar de la grey de Dios implica estar preparados para el regreso de nuestro Señor. Al mirar la parábola en cuestión, encontramos un fuerte énfasis en estar listos. El señor había salido a unas bodas, no se sabía en qué momento iba a volver, así que sus siervos debían estar con sus lomos ceñidos, es decir, vestidos con todo su atuendo en orden. Sus lámparas debían estar encendidas, sus oídos atentos y ellos preparados para abrir la puerta tan pronto recibieran el llamado de su Señor.
Esta es una escena muy ilustrativa, y la encuentro muy útil para nosotros hoy. Esa es la condición en la que deberíamos estar como iglesia hoy. Y es la condición también en la que deberíamos estar como individuos. Si los líderes, si los ancianos de la iglesia no están alertas, listos, a la espera y deseando la llegada del Hijo del Hombre, la misma congregación no lo va a estar. Sin embargo, si observamos los versículos 37 y 38 de Lucas 12, encontraremos que hay un galardón, hay bendición para los siervos vigilantes:
Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles.
Qué gran dicha, qué gran alegría hay para los siervos que el Señor encuentre velando.
La iglesia de hoy ha alcanzado un momento crítico en su historia, y quizás sea el tiempo cuando más listos, preparados y alertas deberíamos estar. Es el momento en el que podemos gozar de la bendición de ser contados entre los siervos vigilantes, los siervos a los cuáles el Señor puede encontrar listos y esperando su regreso. Pero, para estar listos para el retorno de nuestro Señor, es necesario que dejemos a un lado los afanes de este mundo, es necesario lo que Jesús enseñó en los versículos 32 al 34 del mismo pasaje.
Mientras nuestro tesoro esté en esta vida y en esta tierra, mientras nuestro tesoro no esté en el cielo, no estaremos preparados y vigilantes para la venida de nuestro Señor. Los afanes de este mundo deben carecer de importancia ante la realidad del regreso inminente de nuestro Salvador. Y, aunque no podemos saber la hora de su venida, sí podemos saber que seremos bienaventurados si a su llegada nos encuentra preparados.
Así mismo, todo esto tiene la implicación de la responsabilidad, que tenemos como siervos de la grey, de animar a nuestros demás consiervos para que estén preparados. Tal como Pablo instruye a Timoteo, en 2 Timoteo 4:8, hay un galardón reservado, una corona, para los que aman la venida del Señor. Sin embargo, mientras esperamos, tenemos una gran tarea, que es justo la instrucción para Timoteo unos versículos antes (2 Tim. 4 1 – 5). Como Siervos de Dios al cuidado de Su grey, somos llamados a predicar en todo tiempo, a redargüir, a reprender, a exhortar en con toda paciencia y doctrina. Todo esto también para preparar a la iglesia de Dios para el regreso del Señor. La iglesia que sea instruida de esta manera estará bien equipada y vigilante para cuando llegue su Señor.
Estos no son tiempos para guardar silencio, no son tiempos para dormir. Estamos viendo cómo muchos no están soportando la sana doctrina y se están yendo tras enseñanzas que distan de la verdad del evangelio. Muchas iglesias han preferido las charlas motivacionales en lugar de la enseñanza abierta del evangelio. Muchos han elegido la enseñanza que apela a las emociones, que estimula el sentido de bienestar y autosuficiencia, dejando de lado la gloriosa verdad de la salvación en Cristo.
Todo esto constituye un gran desafío para los que Dios ha llamado a servir cuidando de Su grey. No dejemos de predicar, no dejemos de exhortar, no dejemos de reprender. Insistamos en la sana enseñanza, comenzando con nosotros mismos. Cuidémonos unos a otros en nuestros equipos de liderazgo. Animémonos unos a otros a persistir en la sana doctrina. Estudiemos juntos la Palabra, estemos preparados para la llegada de nuestro Señor.
Al finalizar la parábola, en el versículo 40, Jesús dijo:
Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.
Nuestro Salvador viene, y no sabemos en qué momento vendrá, pero nuestra tarea no es saber cuál es ese momento, sino estar preparados y preparando. Equipemos a la iglesia para que esté lista para la venida de Su salvador.
Seamos siervos vigilantes.