Al estudiar el trabajo de los ancianos solemos usar términos que nos ayudan a entender las diversas categorías en las que ellos sirven. Esto lo hemos hecho usando palabras descriptivas tales como “guiar”, “alimentar”, “sobre ver”, “proteger”. Sin embargo, de manera discreta entre estas obligaciones hay muchas destrezas administrativas con las que los ancianos cuentan año tras año. A menudo pasadas por alto, estas habilidades que parecen detalles insignificantes en la vida son cruciales para tener éxito en el trato con las personas. Si tuviera que elegir dos de ellas que estimo cruciales para un buen liderazgo, mencionaría en primer lugar, el arte de resolver problemas con eficacia, y luego, el arte de poder comunicar con claridad. Vale la pena dar una consideración seria a estos detalles.
El primero consiste en tratar de manera oportuna con problemas potenciales. Dicho de otra manera, los líderes no deben procrastinar. Quizás algún lector no esté muy de acuerdo y quizás esté meneando la cabeza y diciendo, “No nos apresuremos, hermano, ¿qué hay de las muchas advertencias de esperar a Jehová? No podemos apelar al juicio rápidamente dentro la iglesia de Dios…” Pero quiero aclarar enfáticamente que no estoy abogando por una indebida prisa en la obra del Señor. Solo, preguntémonos una cosa: al considerar sus muchos años en la comunidad cristiana, ¿por qué has visto sufrir más a una congregación, por el trato apresurado con los pecados y los problemas, o por la demora en tratarlos? Seguramente encontramos diversas respuestas, pero si considerara como un indicativo las preocupaciones de creyentes sinceros que he escuchado a lo largo de los años, podría decir que la mayoría diría que lo que más ha causado daño han sido aquellas situaciones en las que los problemas no fueron tratados de inmediato, sino que se les dejó continuar incluso por años. Quizás no es una exageración sugerir que esta sea una de las más grandes faltas entre los ancianos de hoy.
La palabra clave es “pronto”. Hay que tratar con los problemas de manera efectiva y pronto. Esto quiere decir, no mirando en la otra dirección mientras se empeora la situación; y a su vez, no adelantarse al Señor. Hay una buena abundancia de lecciones si consideramos la manera en que los apóstoles trataron los problemas en el libro de los Hechos. ¡Allí encontramos notables ejemplos!
En Hechos 5 leemos de dos individuos en la iglesia que fingieron dar al Señor el precio total de una heredad cuando en realidad solamente dieron una parte de la venta. Quizás, si tal caso sucediera hoy día, algunos podrían sugerir que para ellos sería buena una sesión con un consejero. Otros lo mirarían como nada más que “una mentirita blanca”. En cambio, Pedro lo vio muy diferente, cuando dijo que ellos habían mentido al Espíritu Santo, y murieron en el acto, de tal manera que los demás en la iglesia temieron.
En Hechos 6, la queja de las viudas marginadas fue llevada a los apóstoles, (cabe resaltar que los apóstoles no culparon al pueblo por quejarse) y aunque no se da un marco de tiempo, el contexto indica una acción inmediata, pues, hombres capacitados fueron escogidos para tratar con el problema.
En Hechos 15, un problema doctrinal amenazaba con dividir a la iglesia. Después de haber disputado sobre el asunto, un grupo de representantes fue enviado a Jerusalén para llevar el problema a su lugar de origen.
En todos estos casos, no hay indicación de un lapso de tiempo específico para el trato con los problemas. Pero no encontramos ninguna palabra que insinúe que una situación haya ido de mal en peor, ni mucho menos que la obra del Señor sufría como resultado de ello. En ningún caso ni aun la oración es mencionada como una razón para dilatar el asunto. Los apóstoles actuaban, sin duda con oración, pero de una manera que evidencia una verdad importante: cada día que pasa es crucial cuando se trata de una infección espiritual en el cuerpo. La acción de la levadura en la masa se mide en horas, no en días ni en semanas. Solamente podemos imaginarnos lo que podría haber sucedido con la iglesia si los apóstoles hubiesen seguido la práctica que siguen la mayoría de los líderes de la iglesia hoy en día.
Para resumir, en cada uno de los incidentes mencionados podemos resaltar tres elementos. En primer lugar, se hizo una investigación por medio de testimonios o indagación. En segundo lugar, se tomaron acciones decisivas; y, por último, el resultado fue comunicado claramente. Este último punto debemos tomarlo en serio. En la escena de Hechos 5, en cuanto al trato con la mentira contra del Espíritu Santo, por lo visto algunos de los jóvenes que estaban involucrados en la obra, se dieron cuenta del problema y de cómo terminó. En las otras dos citas, la asamblea entera participó en resolver el problema y también, se escribieron cartas para acompañar a los testigos de los hechos. Hubo gran regocijo en medio de las iglesias y la obra se extendió por todos lados.
¿Cómo podemos aprovechar todo esto? ¿Qué pasos podemos tomar? Prestemos atención a las preocupaciones de la grey del Señor, especialmente a los colaboradores fieles que haya entre nosotros cuyo testimonio haya sido verdadero. No tomemos actitudes defensivas, tildando de quejosos a los que nos traen noticias poco agradables. Preocupémonos más por indagar cuál es la verdad y no por quién lo haya dicho. Y, lo más importante, recordemos que los problemas no desaparecen por sí solos. Alguien debe hacerles frente, hacer las preguntas difíciles e indagar la verdad. A menudo es una labor sin remuneración, pero a la larga será confirmada como uno de los medios que Dios usa para preservar y bendecir a Su iglesia.
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